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5.4
1,060
8
10 de abril de 2015
10 de abril de 2015
4 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Espoleados por la deportación forzosa a los desiertos de la “indiegencia” cinematográfica, las criaturas de la cosa artística afilan su instinto de adaptación a climas extremos para hacer de la escasez arte. Hablamos de cineastas advenedizos o consagrados en mayor o menor medida, al amparo de las nuevas tecnologías de difusión y distribución (dos conceptos completamente distintos, a veces casi opuestos) y siempre en los márgenes de las corrientes preponderantes.
Paseando por los suburbios del audiovisual español encontramos un movimiento tan interesante como demasiadas veces silenciado llamado “nueva comedia española”, movimiento que cultiva un tipo de manifestación sentimental denominada “posthumor” o, como Jordi Costa (mecenas intelectual de este movimiento) define, el “humor que no hace gracia”. Un cajón desastre transmedia cuando no recursivo, de submundos dentro de submundos en los que conviven por igual Juan Cavestany, los Venga Monjas, Alberto González, Canódromo Abandonado o Miguel Noguera, inspirados en el universo chanante y con el empuje de otros cineastas no necesariamente posthumorísticos como Nacho Vigalondo.
Dentro de esta nueva ola destacan Los Pioneros del Siglo XXI, con Carlo Padial como cerebro y Didac Alcaraz como brazo ejecutor y ego absorbente de los excesos del primero. Ambos son creadores del espacio de Youtube “Go Ibiza Go” y con él de un innovador subgénero de entrevistas “que se pudren” (Vigalondo dixit), es decir, que supuestamente empiezan y nunca acaban, se rompen, se pierden en un maremágnum de sonidos e imágenes perturbadoras y absurdas. Padial y Alcaraz hacen añicos cualquier regla básica audiovisual a golpe de errores intencionados en el montaje de los vídeos y elementos caóticos y delirantes. “Go Ibiza Go” es a Youtube lo que un tema de Venetian Snares es a la música.
Con “Mi loco Erasmus”, nuestros amigos pioneros se embarcan en una aventura a priori interesante como es el mundo Erasmus en Barcelona, para renegar de su premisa y acabar hablando en formato “mockumentary” de algo completamente diferente como es el proceso de creación de una obra audiovisual de género documental. Este modus operandi puede recordar al espacio anteriormente mencionado, pero esta vez la incoherencia se queda en el plano narrativo, revisitando los lugares comunes del género documental en clave posmoderna y conservando cierta integridad formal no exenta de vaivenes de la cámara, planos dentro de planos e insertos de Facebook como voyeur cibernético en una especie de actualización metanfetamínica del tren de sombras de José Luis Guerín.
“Mi loco Erasmus” es como esos estados de alteración sensorial toxicómana de los que el sujeto, angustiado, cree que nunca va a poder escapar. O como esos vídeos de decapitaciones y miembros amputados que queremos pensar, queremos creer, que no son de verdad, que son una mentira perfectamente orquestada para causar en nosotros el horror más puro. No queda otra que rendirse a esta oda al nihilismo pergeñada por los terroristas más brillantes del panorama audiovisual español. Señoras y señores, con todos ustedes, el fin del cine.
Paseando por los suburbios del audiovisual español encontramos un movimiento tan interesante como demasiadas veces silenciado llamado “nueva comedia española”, movimiento que cultiva un tipo de manifestación sentimental denominada “posthumor” o, como Jordi Costa (mecenas intelectual de este movimiento) define, el “humor que no hace gracia”. Un cajón desastre transmedia cuando no recursivo, de submundos dentro de submundos en los que conviven por igual Juan Cavestany, los Venga Monjas, Alberto González, Canódromo Abandonado o Miguel Noguera, inspirados en el universo chanante y con el empuje de otros cineastas no necesariamente posthumorísticos como Nacho Vigalondo.
Dentro de esta nueva ola destacan Los Pioneros del Siglo XXI, con Carlo Padial como cerebro y Didac Alcaraz como brazo ejecutor y ego absorbente de los excesos del primero. Ambos son creadores del espacio de Youtube “Go Ibiza Go” y con él de un innovador subgénero de entrevistas “que se pudren” (Vigalondo dixit), es decir, que supuestamente empiezan y nunca acaban, se rompen, se pierden en un maremágnum de sonidos e imágenes perturbadoras y absurdas. Padial y Alcaraz hacen añicos cualquier regla básica audiovisual a golpe de errores intencionados en el montaje de los vídeos y elementos caóticos y delirantes. “Go Ibiza Go” es a Youtube lo que un tema de Venetian Snares es a la música.
Con “Mi loco Erasmus”, nuestros amigos pioneros se embarcan en una aventura a priori interesante como es el mundo Erasmus en Barcelona, para renegar de su premisa y acabar hablando en formato “mockumentary” de algo completamente diferente como es el proceso de creación de una obra audiovisual de género documental. Este modus operandi puede recordar al espacio anteriormente mencionado, pero esta vez la incoherencia se queda en el plano narrativo, revisitando los lugares comunes del género documental en clave posmoderna y conservando cierta integridad formal no exenta de vaivenes de la cámara, planos dentro de planos e insertos de Facebook como voyeur cibernético en una especie de actualización metanfetamínica del tren de sombras de José Luis Guerín.
“Mi loco Erasmus” es como esos estados de alteración sensorial toxicómana de los que el sujeto, angustiado, cree que nunca va a poder escapar. O como esos vídeos de decapitaciones y miembros amputados que queremos pensar, queremos creer, que no son de verdad, que son una mentira perfectamente orquestada para causar en nosotros el horror más puro. No queda otra que rendirse a esta oda al nihilismo pergeñada por los terroristas más brillantes del panorama audiovisual español. Señoras y señores, con todos ustedes, el fin del cine.
8
14 de febrero de 2025
14 de febrero de 2025
3 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Flow huye de la fórmula Disney cuidadosamente pautada para complacer al público y usa la animación como el poderosísimo recurso metafórico que es. Aunque me saque algunas veces la enorme disparidad entre los deslumbrantes escenarios y los personajes de trazo austero (una intención artística que no acabo de encajar), la película posee profundidad y usa el lenguaje universal del silencio (no se escucha ni una palabra) para eliminar cualquier atisbo de sesgo o contexto. Muchas decisiones inteligentes se han tomado para contar esta historia, que tiene algunos de los momentos más bellos vistos en el cine de los últimos años.

7.1
20,146
7
23 de enero de 2025
23 de enero de 2025
3 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Lo que diferencia a esta película de otros exponentes del cine-protesta es que sabe conjugarlo con la dramaturgia. Porque El 47 se sale del tono de reportaje social con un guion bien articulado y unos personajes, empezando por un extraordinario Eduard Fernández, creíbles y con los que es fácil empatizar. Sus vicios y virtudes, por tanto, pueden hallarse en su propuesta cinematográfica y no en implicaciones ajenas. Aunque entienda el tesón de su protagonista, la trama se vuelve repetitiva y previsible por la elección de cierto tono condescendiente, pero el resultado está a la altura de su declaración de intenciones.
17 de noviembre de 2024
17 de noviembre de 2024
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
A Zhang Yimou le estaré eternamente agradecido por haber sido el responsable de una de las películas de mi vida, El camino a casa. Al cineasta se le guarda todo su merecido respeto por una década de los 90 repleta de obras maestras con su firma. ¡Vivir!, si bien en mi opinión se queda al borde de esta consideración, consigue reflejar la condición humana en todas sus dimensiones y dentro de un periodo histórico tan determinante como la segunda mitad del siglo XX en China. La película es ambiciosa en su retrato de la familia, sincero y conmovedor sin estruendos efectistas.

6.7
7,507
7
17 de noviembre de 2024
17 de noviembre de 2024
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Richard Attenborough será para muchos recordado como el Jon Hammond de Jurassic Park, pero también tuvo una faceta como director de éxito, con películas como Shadowlands o las biográficas Gandhi o Chaplin. En este filme, por otro lado deslumbrante desfile de estrellas en ciernes o consagradas, somos testigos del auge de una de las leyendas del cine de siempre, Charles Chaplin, hasta su posterior declive en uno de los episodios más polémicos de la historia mediática estadounidense. El resultado, sin deslumbrar ni meterse en charcos personales, se contempla con mucho interés en sus casi dos horas y media de duración.
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