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6
22 de agosto de 2017
22 de agosto de 2017
4 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Recién salida de "El marido de la Peluquera" (1990), Anna Galiena parece darse una ducha ligera y entrar directamente en "La viuda del Capitán Estrada" (1991) manteniendo el personaje, como si no pudiera dejar de acudir, solícita, a una nueva llamada para representarlo.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Ese papel femenino concreto que interpreta Anna Galiena en ambas películas, y que, como digo, parece aceptar como una inevitable condena, no es otro que el de víctima, entre consciente y voluntaria, del deseo que despierta. Y su sonrisa (¡ay qué sonrisa!), bien podría ser la culpable.
Precisamente, culpables también dan la impresión de sentirse sus personajes. Quizás por ello quiera Luisa ser una mujer tan caritativa con su cuerpo y con la luz que desprende; luz siempre jalonada, eso sí, de unos pequeños ojos negros cargados de melancolía (y amor).
Por último, me llama mucho la atención la investigación que se produce en esta época sobre el tema de las Diosas. Un asunto muy importante que ha dado buenos frutos gracias a películas como ésta, a la propia "El marido de la peluquera", o a "Clara es el precio" y "La joven casada", entre otras. Ahí andamos.
Precisamente, culpables también dan la impresión de sentirse sus personajes. Quizás por ello quiera Luisa ser una mujer tan caritativa con su cuerpo y con la luz que desprende; luz siempre jalonada, eso sí, de unos pequeños ojos negros cargados de melancolía (y amor).
Por último, me llama mucho la atención la investigación que se produce en esta época sobre el tema de las Diosas. Un asunto muy importante que ha dado buenos frutos gracias a películas como ésta, a la propia "El marido de la peluquera", o a "Clara es el precio" y "La joven casada", entre otras. Ahí andamos.

6.0
15,386
2
2 de septiembre de 2012
2 de septiembre de 2012
4 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
No me va a mi el Malick este, oye. Habría que explicarle que la belleza y la poesía no son causa, sino consecuencia. Además, presentar a una indígena con el porte de la Judit Mascó y la coquetería de la Olivia Newton John en Grease supone tener muy poca idea de lo que es lo humano y su evolución. ¡Que el romanticismo es un invento moderno, joer! Me tiró para atrás desde el primer momento. Ni acabarla pude. Así que no sigo en el spoiler.

7.3
61,126
10
8 de septiembre de 2010
8 de septiembre de 2010
4 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Yo también soy un vampiro. Tenía la intuición desde hacía tiempo. Pero la película de Tomas Alfredson (preciosa, grande) me lo ha revelado.
Claro está que soy un vampiro principiante. No sé cuándo recibí mi bocado, pero por lo visto salvé el pellejo. Y ahora que soy consciente de ello no voy a mandar descorrer las cortinas para que la luz del día me abrase. No! Siguiendo el maravilloso ejemplo de Eli he decidido aceptar mi condición y no pasar más hambre.
¿Algún vampiro o vampira más por ahí? Seguro que a montañas. De todas maneras esto tampoco me preocupa. Lo que a mí me interesa, como cabría suponerse, es la inocencia, y sobre todo ésa que es capaz de entregarse. Let de right one in!
Claro está que soy un vampiro principiante. No sé cuándo recibí mi bocado, pero por lo visto salvé el pellejo. Y ahora que soy consciente de ello no voy a mandar descorrer las cortinas para que la luz del día me abrase. No! Siguiendo el maravilloso ejemplo de Eli he decidido aceptar mi condición y no pasar más hambre.
¿Algún vampiro o vampira más por ahí? Seguro que a montañas. De todas maneras esto tampoco me preocupa. Lo que a mí me interesa, como cabría suponerse, es la inocencia, y sobre todo ésa que es capaz de entregarse. Let de right one in!
5 de septiembre de 2018
5 de septiembre de 2018
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
¿Decidirme a quererla? Ese fue el dilema después de haber flipado con Tensión sexual no resuelta. Nos habíamos encontrado de forma inesperada en las citas con el cine español que ofrece La 2, y a las que justamente acudo por enamoramientos súbitos como éste.
Sí, me cautivó su humor, tan canalla como inteligente; su montaje, preciso; los actores y actrices, sueltos, inmensos todos, creyendo en lo que hacían; los sorprendentes vericuetos del guión, anunciando que lo importante era sobre todo disfrutar del camino; su coralidad, bien llevada; su cuestionamiento de las convenciones, tan necesario; etc.
Sin embargo, a la hora de puntuarla dudé, porque suelo reservar las notas muy altas para aquellas películas que cumplen la condición de ser "ejemplares" o "éticas". Y ésta, de ejemplar o ética, aparentente nada. "Solo" era arrebatadora, exagerada y endiablada. Pero de pronto me di cuenta que no estaba obligado a vender mi alma al diablo para terminar abrazándola, como creo que sí parecen querer forzarnos a hacer, por ejemplo, algunas cintas de Tarantino. Pero aquí no, porque en Tensión sexual no resuelta el motor que mueve a los personajes es uno muy especial: el deseo (el deseo más intestino), y en casos como éstos no resulta necesaria la identificación del espectador con todas las acciones u opiniones de los protagonistas ("insondables son los caminos del Señor"). (Lo que sí les pido es que acaben calmándose). Pues bien, solo al ser consciente de ello me permití ceder yo mismo al clamor de mis tripas, pues eran ellas (sin duda) el origen del feliz "vómito" de carcajadas que la película me había provocado. Por eso finalmente le he puesto un 9, numerito que según Filmaffinity corresponde al "¡qué buena!" gritado al unísono por toda mi casquería.
Me atreví.
Sí, me cautivó su humor, tan canalla como inteligente; su montaje, preciso; los actores y actrices, sueltos, inmensos todos, creyendo en lo que hacían; los sorprendentes vericuetos del guión, anunciando que lo importante era sobre todo disfrutar del camino; su coralidad, bien llevada; su cuestionamiento de las convenciones, tan necesario; etc.
Sin embargo, a la hora de puntuarla dudé, porque suelo reservar las notas muy altas para aquellas películas que cumplen la condición de ser "ejemplares" o "éticas". Y ésta, de ejemplar o ética, aparentente nada. "Solo" era arrebatadora, exagerada y endiablada. Pero de pronto me di cuenta que no estaba obligado a vender mi alma al diablo para terminar abrazándola, como creo que sí parecen querer forzarnos a hacer, por ejemplo, algunas cintas de Tarantino. Pero aquí no, porque en Tensión sexual no resuelta el motor que mueve a los personajes es uno muy especial: el deseo (el deseo más intestino), y en casos como éstos no resulta necesaria la identificación del espectador con todas las acciones u opiniones de los protagonistas ("insondables son los caminos del Señor"). (Lo que sí les pido es que acaben calmándose). Pues bien, solo al ser consciente de ello me permití ceder yo mismo al clamor de mis tripas, pues eran ellas (sin duda) el origen del feliz "vómito" de carcajadas que la película me había provocado. Por eso finalmente le he puesto un 9, numerito que según Filmaffinity corresponde al "¡qué buena!" gritado al unísono por toda mi casquería.
Me atreví.

7.3
20,409
8
1 de marzo de 2013
1 de marzo de 2013
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
¡Qué loca esta película! Me ha gustado mucho el humor con la que está hecha. En vez de dramatizar, Truffaut se permite jugar con un tema tan serio como la muerte de la cultura. Lo absurdo del mundo que nos dibuja no quita para que quede patente la claridad con la que el autor comprende que la Historia siempre se ha forjado en base a una (trágica, esta vez sí) dialéctica entre lo gregario y lo individual. La parodia es una forma de desactivar la posibilidad regresiva (e improbable) de que lo "social" deje en algún momento de hacer hueco a lo "personal".
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