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Críticas 124
Críticas ordenadas por utilidad
Críticas ordenadas por utilidad
8
12 de marzo de 2015
15 de 20 usuarios han encontrado esta crítica útil
Probablemente, Paul Thomas Anderson sea uno de los directores de cine más prestigiosos del momento, y no se puede decir que no se lo haya merecido; aunque, como suele pasar, cuente con casi tantos detractores como incondicionales. El realizador estadounidense en su nueva obra (la primera tras el triste fallecimiento de su hasta ahora actor fetiche Philip Seymour Hoffman) nos traslada a los agitados y caóticos Estados Unidos durante le década de los setenta del siglo pasado. Donde se mezclan el desenfreno, la sexualidad abierta y el uso y abuso de todo tipo de sustancias; con el puritanismo y el conservadurismo más extremo, sin que la unión tenga que ser por fuerza violenta.

Con “Puro Vicio” Paul Thomas Anderson finaliza, tras “Pozos de Ambición” y “The Master”, su “Trilogía Americana”, donde examina con su peculiar mirada la historia (nada complaciente) de su propio país. Y en este caso, lo hace a través de la mirada de Doc Sportello, interpretado de manera magistral por Joaquín Phoenix, un sucio y maloliente detective privado que trata de solucionar una trama que no para de complicarse según va avanzando el largo metraje (otra marca de la casa), pero eso sí, sin dejar de estar bajo los efectos de las drogas ni un solo momento. Y esto, es algo que no ha sido captada únicamente por la gran interpretación de Phoenix, sino por la propia forma de narrar la obra: errática y confusa, como si se estuviera bajo los efectos de la marihuana.

Curioso cóctel que combina el sabor del cine noir clásico (y de todos los tiempos) con cierto aire de comedia psicodélica flotando en el aire. Podría recordar a la obra de culto de los hermanos Cohen “El Gran Lebowski”, a lo que ayuda cierta similitud entre su personaje principal y el que inmortalizó a Jeff Bridges, pero la estructura, el tono y la forma en la que se relatan las dos historias difiere completamente la una de la otra. También podría emparentarla (aunque, más lejanamente) con obras como “Miedo y asco en Las Vegas” de Terry Gilliam. Premeditadamente confusa, puede perder al espectador en su maraña de tramas por donde desfilan cantidad de nombres y personajes; pero merece la pena tirar del hilo hasta el final de sus dos horas y media de excéntrico metraje.

Las películas de tanta duración como esta corren el riesgo de contar con altibajos, y puede que ésta sea la obra de Paul Thomas Anderson en la que más se noten, pero no excesivamente. Pero, también hay que tener en cuenta, que al igual de la confusa trama de conspiraciones delictivas, la narración aparentemente torpe y errática está recreada para empatizar con nuestro detective y consumidor de drogas a tiempo completo; sólo depende del espectador el entrar en su juego o no. Por tanto, debido a su arriesgada propuesta, esta obra está condenada a entrar en la lista de películas que te encantan o las odias, pero que nunca jamás te dejaran indiferentes.
14 de abril de 2014
12 de 14 usuarios han encontrado esta crítica útil
“Un hombre no se rige por los cielos, un hombre se rige por su voluntad. Te pregunto, ¿eres un hombre?”

La idea de llevar esta historia bíblica hasta la gran pantalla rondaba en la cabeza de Aronofsky desde que éste rodaba Pi, fe en el caos. Financiada por él, amigos y familiares, parecía que se tendría que conformar con trasladarla solo al mundo del cómic pero el grandísimo éxito que supuso Cisne Negro le brindó la oportunidad de firmar su particular visión de la historia del diluvio universal. Pero aun así, el trabajo no fue fácil ya que tuvo que combatir con Paramount para que fuera su montaje el que llegara a las salas de cine de todo el mundo excepto a los países en los que ha sido prohibida. La película es una versión poco fiel del relato original, lo cual no sería un problema si no fuera porque está basada en un texto considerado sagrado por las tres principales religiones monoteístas del mundo. Pero realmente el visionado de esta obra no tiene por qué ofender al creyente de ninguna religión, a no ser que tenga la cabeza cerrada con candado.


Polémicas aparte, adentrándonos ya en materia puramente cinematográfica, tenemos ante nosotros una película técnicamente impecable. Hay varias escenas en las que Aronofsky hace gala de su talento tras las cámaras, especialmente en la narración de Noé a sus hijos sobre la creación del mundo (en la que por cierto, mezcla la teoría de la evolución con el mito de la creación saliendo muy bien parado). La ambientación está lograda en todo momento y los efectos especiales, sobre todo en los instantes claves como el diluvio, son impecables. Seguramente el punto más flojo es el guión, errático en algunos pasajes y sin saber aprovechar algunos otros. En ningún momento se hace largo pese a sus dos horas y veinte minutos de metraje, pero sí resulta bastante irregular. Hay varios detalles en la trama plausibles, principalmente el hecho de que no se conforme con retratar a Noé y a su familia como un grupo de santos sin una sola sombra y al resto de los seres humanos como al pecado hecho carne. Mientras su familia es mostrada como insegura,con dudas respecto a su misión y como llevarla al cabo, Noé es retratado, aparte del hombre justo y honrado del que habla la Biblia, como un hombre testarudo y seguro de su misión llegando hasta el fanatismo. En cambio, a los “villanos” no se les presenta como a seres que hacen el mal por hacerlo, sino como unos pobres infelices que luchan desesperadamente por sobrevivir. Otra posible interpretación de la historia sería una comparación con la sociedad actual, en la cual el diluvio representaría la tremenda crisis económica.


En el reparto destaca enormemente la fantástica interpretación de un Russel Crowe capaz de mostrar todo el progreso del personaje, desde la incredulidad del principio a la implacable firmeza que consigue una vez comienza a llover. Jennifer Connelly, que repite con Aronofsky tras Requiem por un Sueño (la mejor obra del director), en la mayor parte de la trama está poco más que de adorno pero cuando es el turno del momento más trágico, cumple perfectamente con su cometido. Emma Watson está correcta pero vuelve a mostrar actitudes suficientes para convertirse en una estrella. El papel de Anthony Hopkins como Matusalén es prácticamente anecdótico sin embargo siempre alegra verlo participar en alguna película. Ray Winstone interpreta sin problemas el segundo papel más interesante de la película: el del villano el Rey Tubal. Puede que otro actor lo hubiera interpretado con mayor soltura, pero su personaje conforma uno de los aspectos más estimulantes del filme . Lejos de mostrárnoslo como un simple villano que quiere hacer el mal, en todo instante justifica sus actos, llegando al extremo de parecer más coherente sus argumentos que los del propio Noé. Y por si esto fuera poco, nos deja varias frases antológicas donde destacaría la que encabeza esta crítica.

Estamos, por tanto, ante una película con más virtudes que defectos. Seguramente sea uno de los mejores blockbusters del año y aún así las escenas de acción no son el fuerte del filme. El asalto al arca bebe de las épicas batallas del Señor de los Anillos pero resueltas con menor brío. Y ya que sale a colación la trilogía de Peter Jackson, Los Vigilantes recuerdan a los Ents, los hombres-árbol de Las dos Torres, sin embargo estos detalles se compensan debido a los grandes matices de los personajes. Aronofsky vuelve a demostrar aquí su talento para meterse en la cabeza de sus personajes y hacerles descender a sus propios infiernos.

Si el espectador busca una epopeya bíblica al estilo Ben-Hur, La historia más grande jamás contada o Los diez mandamientos, desde luego, ésta no es su película. Si espera ver una adaptación literal y fiel de la narración bíblica, se escandalizará ante el menor cambio pero si no es así, tiene delante una película que mezcla perfectamente la épica y grandiosidad de toda epopeya y el drama más íntimo y agobiante.


Lo mejor: Que no se quede en la simpleza del relato y profundice lo máximo posible, dotando a la historia y al personaje de Noé de una mayor complejidad.

Lo peor: Un guión irregular. Tarda en arrancar con un arranque demasiado pausado, frío y quizás excesivamente reiterativo con los flashbacks del pecado original.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
http://www.nosoyuncritico.com/
2 de junio de 2015
13 de 17 usuarios han encontrado esta crítica útil
Estamos acostumbrados a ver diversas producciones de ficción (especialmente series de televisión, y cine en considerable menor cantidad) en la que la trama se desarrolla entre los muros de un hospital, pero en la mayoría de los casos, éste sirve para poco más de un marco donde se desarrollan romances enrevesados y rocambolescos dignos de una telenovela, o integrantes tramas policíacas que parecen sacadas de un thriller de serie b; en lugar de retratar de forma mínimamente fidedigna el día a día dentro de una de estas instituciones. Pero, Thomas Lilti, médico pasado a director de cine, nos muestra un relato mucho más humano, y menos idealizado de la vida cotidiana dentro de un hospital; pero esto no quiere decir que el médico de turno nunca se comporte de forma heroica, si no el hecho de renunciar a tratarlo con grandilocuencia.

La trama central de la obra, y en donde se aprecian la mayoría de los puntos de fuertes de la misma, se encuentra en la relación entre dos médicos residentes, muy distintos entre sí; pero, a lo mejor, menos de lo que parece a simple vista. Por un lado tenemos a Benjamín (Vincent Lacoste), que se metió a médico por inercia, porque al serlo su padre a él le parecía lo más natural seguir sus pasos. Que su primera experiencia dentro de un hospital sea, precisamente, en el que su progenitor dirige, no será un hecho meramente anecdótico. Por otro lado, tenemos a Abdel (Reda Kateb), un médico argelino, cuyo dedicación plena y sacrificio, junto a la fidelidad ciega en sus principios y en lo que cree justo le costara más de una enemistad.

La narración irá avanzando según la evolución de ambos médicos, tanto internamente, como entre ellos, con sus pacientes o el resto de sus compañeros de profesión. Y aquí es donde la obra obtiene fuertes connotaciones de crítica social, especialmente contra la privatización de la salud, donde está se convierte en una mercancía más que se compra y se vende con el único objetivo de generar suculentos beneficios; si ello se hace con la reducción de materiales médicos o de personal, con las consecuencias que esto pueda traer, es completamente irrelevante. Donde los pacientes se ven como clientes, y al mismo tiempo como un gasto; el cual recibe el tratamiento, no según sus necesidades para curarles o ahorrarles sufrimiento, sino cual será el más rentable para el hospital.

Visualmente la obra no aporta nada realmente novedoso ni destacable, aunque el tono realista de la misma aporta fuerza a la apuesta realizada de contar la historia de forma realista y humana. La relevancia y vigencia de los temas tratados hace de su visión algo casi obligatorio; no tanto por sus cualidades puramente cinematográficas, que las tiene. Si no como muestra de los peligros de la despiadada y descontrolada privatización de algo tan fundamental como la sanidad. Aunque el final, pueda pecar de ingenuo, los compases antecesores del mismo muestra de forma acertada como el sistema se defiende ante los ataques recibidos; y todo aquel que se resista solo puede ser aplastado... ¿o no?
5 de mayo de 2014
11 de 13 usuarios han encontrado esta crítica útil
No cabe duda de que hay innumerables formas de contar una misma historia. Una jueza solitaria que dedica todas sus energías al trabajo y que guarda un profundo desprecio hacia los hombres desde su más tierna infancia. En una noche de desenfreno (algo completamente impropio de ella) queda embarazada de un hombre encarcelado por intento de robo y mutilación a un pobre anciano. Un tema escabroso pero ésto no es un drama sino una de esas comedias ligeras que tanto encanta al otro lado de los Pirineos.

La originalidad de la trama es uno de los puntos más fuertes de la obra aunque es cierto que algunos pasajes no están bien trazados y en los últimos compases la historia se desinfla. No estamos, por tanto, ante una de las comedías más chispeantes que se recuerden. Algunos gags están bien construidos, sin embargo otros llegan a lo estúpido.

En el reparto de actores merece la pena destacar el gran papel de Sandrine Kiberlain como la estricta jueza; consiguiendo dotar a su personaje de humanidad, evitando así resultar odiosa, lo que hubiera sido fácil con un personaje así. Logra incluso que el público pueda identificarse con ella. Con su trabajo consiguió el César a la mejor actriz. Premio más que merecido. Sin duda alguna, su interpretación es uno de los pilares fundamentales de la obra. Dando la réplica se encuentra Albert Dupontel (también director y guionista del film), como un analfabeto e histriónico delincuente de poca monta dispuesto a hacer todo lo posible para demostrar su inocencia. Los actores secundarios cumplen su función pero ninguno es realmente destacable. En cambio, hay que recalcar los sucesivos cameos que se suceden a través de la trama, enfatizando el de cierto actor galo oscarizado.

Gran número de comedias no sobresalen precisamente por una elaborada puesta en escena. Un claro y reciente ejemplo es la casi televisiva Ocho apellidos vascos. En cambio, en lugar de ser uno de los lastres, el apartado visual es una de las grandes bazas de 9 meses de condena. La fotografía y la ambientación evocan constantemente al cine de Jean-Pierre Jeunet pero menos recargado. Dupontel también nos ofrece varios planos secuencias realmente interesantes, destacando el que da comienzo al film. Partiendo de una fiesta de la que Fellini estaría orgulloso, la recorre de cabo a rabo para, a través de un viaje de un globo, terminar presentándonos a la protagonista dentro de su pequeña y solitaria oficina, aislada del mundo y de sus festejos. Desgraciadamente, al igual que sucede con la trama, este apartado también sufre un notable bajón al final de la historia.

No es ninguna obra maestra ni siquiera la mejor comedía salida del país galo en los últimos años pero es una obra amena y divertida. Puede que no dure mucho en la memoria pero consigue entretener al espectador en sus 85 minutos de duración. Tal vez a muchos les choquen las escenas más gore de la historia que contrastan notablemente con el resto de la obra. Precisamente es esto lo que da fuerzas a la escena, convirtiéndola sin duda en la parte más cómica de toda la trama.

Lo mejor: La puesta en escena y la interpretación protagonista.

Lo peor: en la recta final pierde fuelle.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
http://nosoyuncritico.com/destacados/2014/05/9-meses-de-condena-la-jueza-el-ladron-y-una-noche-de-pasion/
28 de mayo de 2015
10 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
En la mayoría de películas de terror se opta por crear un ser (humano o inhumano) cuanto más horripilante mejor, dejando en su presencia (normalmente, acompañada con rasgos psicóticos relacionados con la misma) la mayor parte de las esperanzas de asustar al espectador. Pero, aquí lo que da miedo no es un monstruo o un psicópata con motosierra, ni nada por el estilo. Ni siquiera lo que persigue a la protagonista, y que da nombre a la película, tiene una forma determinada. En esta película se ahonda en uno de los orígenes del miedo más elementales, el que causa la idea de tu propia muerte, de manera violenta y en un espacio no muy alejado en el tiempo. Pero, lo peor de todo es no saber cuándo vendrá a por ti; tener que estar las 24 horas acechando, pendiente de que no aparezca. Y cuando al final lo haga, sólo poder huir. Hasta que no puedas escapar de la muerte.

Una de las premisas fundamentales más interesantes de la película es el concepto de poder traspasar la “maldición” a otra persona, al más propio estilo de los juegos infantiles, pero con las encrucijadas éticas que eso conlleva; aunque bien es cierto, que éstas no son tratadas de forma realmente profundas. No deja de ser curioso que dicha transacción se realice manteniendo una relación sexual con la persona a la que quieres pasar tan amenazadora carga; lo que podría verse como una metáfora con las enfermedades de transmisión sexual, especialmente el SIDA. Aunque, teniendo en cuenta que dicha similitud no pasa de lo anecdótico, se podría pensar que es simplemente una escusa para meter momentos subidos de tono, pero éstas son escasas y muy light, sobre todo teniendo en cuenta lo habitual del genero, especialmente en sus variantes de serie B.

Al margen de lo curioso de su planteamiento, el mayor logro de “It Follows” es que consigue crear la atmósfera adecuada durante casi todo el trabajo; a lo que la banda sonora echa una mano, especialmente, en los momentos de mayor tensión. El director y guionista, David Robert Mitchell, hace alarde de varios movimientos de cámara bastante curiosos que aportan su grano de arena para reforzar dicha atmósfera. Pero, desgraciadamente, los puntos flacos y las incongruencias del guión, especialmente en la parte final de la trama, desinfla bastante el resultado final de la obra. El mismo efecto, consiguen unos personajes planos de principio a fin.

En algunos aspectos, parece que trata de emular a las películas de terror de los ochenta e inicio de los noventa, pero sin el encanto de las mismas; quedando simplemente como una entretenida película del género más, que gracias a su curioso planteamiento y su conseguida atmósfera, puede parecer más de lo que realmente es; pero que con sus fallos y deficiencias nos devuelve a la realidad. Aunque no quedara en la memoria cinéfila de muchos espectadores, siempre es de agradecer una propuesta diferente dentro de un género tan trillado.
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