Disfrutable si entras en el juego, más si te gustan los comics, pero las actuaciones son muy cuestionables, sobre todo por culpa de unos diálogos forzados y actores que juegan a imitar clichés americanos quedando como principiantes estudiantes de arte dramático.

Javier Rey intentando mezclar a Neo con Constantine solo da la talla cuando está callado y el papel de Verónica Echegui le habría venido mejor a Miren Ibarguren. Mención especial al personaje de Ernesto Alterio, que aunque no deja de ser parecido a todas sus interpretaciones por lo menos se diferencia del resto. La voz de Brays Efe araña el cerebro.

Incluye momento de vergüenza ajena en el que el subnormal del guionista, que se merecería una denuncia falsa de una tía, escribe esto para la protagonista:

- Yo soy más que un hombre. ¡Soy una mujer!

Si esto mismo hubiera sido al revés, un tío diciendo: Yo soy más que una mujer. Soy un hombre, quemarían la productora. Viva la igualdad y tal...
Puto Netflix y puta época de mierda que nos ha tocado vivir.

Aún así es entretenida.

Nunca entenderé esa manía por cambiar cosas de un texto que funciona perfectamente.

Ahora Textor Texel es una chica. ¿Por qué? ¿Para crear un mayor impacto, para despistar más aún? Nunca lo sabremos, pero lo que sí que sabemos es que era completamente innecesario.

La tensión que consigue crear el libro en unas 50 páginas aquí no la tenemos ni por asomo gracias a unas interpretaciones mediocres, un ritmo y montaje desganados y una dirección anodinamente gris.

Al final la sensación que queda es que le hubiesen dado dinero al niño consentido de una familia de ricos para hacer la película del libro que le gustaba.

Una oportunidad perdida para haber desarrollado una gran historia que entra rápidamente en el cajón del olvido por la falta de talento que invade toda la película.

Marta Nieto doblándose a sí misma no puede dar más vergüenza ajena.

Un diálogo hueco de hora y 40 que pretende parecer profundo e intenso sin conseguirlo. Es una sucesión de charlas que no van a ninguna parte y que no hacen que empatices con los personajes para nada. Sean Penn jugando a ser un psicoanalista de mercadillo que tiene muchos kilómetros a la espalda y cree que "se las sabe todas" y la otra que no sabe ni por donde le da el aire en la cabeza.

Aunque solo son dos personajes hablando en un coche tampoco creo que funcionase como obra de teatro porque el problema es que la historia y los diálogos son aburridos, carentes de finalidad, drama, tensión o cuerpo. Sencillamente no consiguen que te importe la vida de ninguno, ni lo que dicen, ya que esos personajes no funcionan porque son simples, anodinos y aburridos, aunque la directora se crea que está haciendo un drama con los personajes más complejos de la historia.
Tiene analogías pueriles y algún momento que otro de vergüenza ajena.

Una parida que si hubiese tenido actores desconocidos no habría servido ni como película de domingo por la tarde en Antena 3 ni se le estaría dando notas más altas de un cinco, que ya me parece mucho.

He oido conversaciones más emocionantes en la sala de espera del dentista.

Entretenida macho movie en la que se cargan una patera llena de ilegales sin pestañear, vuela por los aires un barrio entero (que en la vida real iba a ser demolido) al igual que un centro comercial del que quedan los cimientos a base de tiros, explosiones y coches correteando por dentro. A las chicas se las llama zorras y putas y se las arrastra del pelo, a los malos se les disparan tres tiros en los huevos sin contemplaciones y los bazookas son más transportables que una Beretta 418.
Explosiones y persecuciones a punta pala, diálogos que marcan a fuego una época de clichés y un guión muy simple pero lleno de diversión y entretenimiento puro y duro estilo Cannon. Una peli que hoy en día nadie tendría cojones a rodar.

Impresionante la tensión que tiene esta película sin apenas acción. El director Henry King tiene un sentido del tempo y la espacialidad de los decorados encomiables. Una historia de lo más sencilla y fácil de seguir que se complica para su protagonista hasta límites infinitos casi sin salir de un bar. Ya quisieran muchas películas modernas crear la presión que crea esta en el espectador. Gregory Peck en un papel que de seguro sus coetáneos envidiaron.

Muy recomendable.