Haz click aquí para copiar la URL
Chile Chile · Santiago
You must be a loged user to know your affinity with KRIVO
Críticas 76
Críticas ordenadas por utilidad
Críticas ordenadas por utilidad
8
23 de febrero de 2014
5 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Volver a ver esta magnífica película siendo ya una adulto de mediana edad, después de haberla visto por primera vez en el final de la adolescencia, me ha aportado nuevos e interesantes matices y perspectivas. Incluso -como el cine de Visconti en general- nos introduce en las reflexiones más existenciales y eso llena de contenido a la película. Bien urdidos diálogos, una ambientación notable de época (cómo no recordar "El Gatopardo") musicalización muy en el estilo de su director y actuaciones bien logradas nos presenta este drama psisocial de época. Muy bien en sus roles Giancarlo Gianninni y las féminas, con una Laura Antonelli que demuestra que, además de ser la sensualidad hecha mujer y ser así reconocida en el cine, también podía representar correctamente papeles más contenidos alejándose completamente de la comedia. O'Neill también muy hermosa y acorde con su papel. Y los demás están a la altura de una obra viscontiniana, en la que es mejor conocer sus códigos cinematográficos, para disfrutarla plenamente.
12 de junio de 2023 4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Película bastante entretenida y muy de la cultura estadounidense. Un producto totalmente “Made in USA”, que cumple con su objetivo principal.
Traslada los códigos del western a las carreteras, aunque presenta ciertas incongruencias y varias escenas con actos inverosímiles, que podemos soslayar en aras de la diversión a toda velocidad, a toda máquina, a toda destrucción y a toda cámara lenta. Es de Peckinpah.

Entonces ¿Es un tipo de western urbano, cambiando caballos y diligencias por camiones y autos? En cierta forma sí, podríamos hacer la analogía.
Mantiene al sheriff, aunque aquí claramente corrupto y con un sentido de la “ley y la justicia” particular e interesado. Muy diferente al espíritu “impoluto o modélico” de los sheriffs del western clásico. Mantiene a los vaqueros que se saltan y agreden a quienes representan la ley y tienen su espíritu de libertad, sus propias "normas" y su forma de arreglar los problemas (los camioneros). Incluso, aparece el salvataje desde la cárcel de uno de los compinches del líder. Mantiene el saloon (el bar) y las peleas por motivos baladíes y los escenarios naturales, obviamente modernizados acorde con la trama. Aparece nuevamente México como "la tierra prometida". Mantiene el trato a las mujeres (bueno, en esto último, me refiero principalmente a Peckinpah).

La historia es muy simple y mucho se señala en las críticas (especializadas y no), que se basa en la letra de una canción country muy de moda en los ’70. Eso a estas alturas es anecdótico.
Yo veo que no tiene una trama seria ni menos contundente. Por el contrario, es una historia muy básica.
Si queremos encontrar algún motivo o justificación para la abundante acción, persecuciones de vehículos policiales y disparos múltiples, excelentes imágenes de los camiones en carretera, autos saltando y chocando por todas partes, destrucciones varias (propio de las películas y series de TV de la época), remontémonos al inicio de la película.
Vemos el pequeño grupo de camioneros que reclaman contra el bajo límite de velocidad en carreteras que se ha impuesto, lo que consideran algo obsoleto y perjudicial para sus intereses como transportistas. Y empiezan a hartarse y reclamar por las presiones y la persecución que el despótico sheriff realiza hacia ellos. Hasta ahí el nudo simple y elemental de todo.
Pero después se van uniendo más y más camiones por el solo hecho de viajar en caravana (“es más divertido” dicen) sin reivindicaciones claras, salvo el límite de velocidad en algunos casos explícitos, y posteriormente, liberar a uno de los suyos. Así hasta formar un largo convoy de casi 2 kilómetros de largo.
Es ahí cuando son descubiertos por la prensa y por los políticos de turno (en vísperas de elecciones) para utilizar el aparente “movimiento social” en beneficio propio. Y llegar al Senado como representantes de sus demandas sindicales, presentando incluso ante la Casa Blanca dichas supuestas reivindicaciones.

Nada más lejos de la realidad. Esos camioneros no tienen esa conciencia política ni de clases. Sólo quieren la libertad de tránsito a la mayor velocidad posible, para efectuar la mayor cantidad de viajes factible. El pseudo líder Duck (y su icónico pato de goma), un buen Kristofferson en su mejor papel en manos de Peckinpah), no es representante de nada. Sólo de sí mismo, pero el resto empieza a seguirlo. Ni él se asume como cabecilla; los hechos lo van empujando. Hasta su desquiciamiento total. Su aparente lugarteniente, un opaco y secundario Burt Young, que apenas habla, solo sigue a su “jefe”.
Ali Mac Graw, con un look diferente, pero siempre atractiva y sensual, que con motivos fútiles se sube a la máquina de Duck, poco aporta a la historia. Pudo haber sido un interesante contrapunto o incluso una especie de consejera para él, pero nada de eso. El director, eso sí, se solaza mostrando las esbeltas piernas de Ali, y nos regala esa magnífica escena inicial llena de sex appeal, que más parece un spot comercial de los buenos.
Un logrado papel de Ernest Borgnine, como el rudo, irascible y barrigón sheriff que acosa a los camioneros, los presiona, los humilla, exige sobornos, los va desquiciando paulatinamente, empezando por su líder. Secundarios correctos, pero nadie de ellos queda para el recuerdo.

Pareciera que Perckinpah con este producto quiso mofarse de ciertos convencionalismos estadounidenses (y cuestionarlos). Del mundo de las carreteras y los camioneros (como potencial grupo de presión), los códigos de la política, los medios de comunicación de masas y el show de la TV, hasta de los evangélicos. En cuanto a la policía, tema aparte. Los representantes de la ley se ven inoperantes y ridiculizados por los camioneros, quienes son hasta vitoreados por el público.
La película tiene un tono de broma permanente, muy acorde con la ligera y simpática música. La cinta en general, no se puede tomar muy en serio. No hay temas de fondo (pudiendo haberlos), no hay conflictos trascendentes (pudiendo haberlos). Sólo individualismo, un aire de libertad en las carreteras, un “hago lo que quiero, nadie me detiene”, y un aparente espíritu de cuerpo en estos transportistas.
Fíjense en la pelea del bar. Creo que todos los actores y extras ahí lo pasaron fenomenal. Lo inverosímil de las acciones era lo de menos. Es la diversión y los mamporros lo que importa.

La película tiene algunos estupendos planos generales, y en resumen, es todo un divertimento y una gran risotada. Esto se confirma en el cierre, con la carcajada de Bornigne, que no puede creer lo que ve (véase spoiler). Este cierre me parece un símbolo del espíritu de la película.
"Convoy" entretiene y se entiende que fue la más taquillera en la trayectoria del director californiano. Fines de la década de los ’70, al parecer anticipó cierto tipo de cine que venía. Y que llegó.

Trama y Desarrollo = 7.0
Personajes principales = 8.0
Personajes secundarios = 5.0
Música = 7.0
Fotografía y ambientación = 8.0
PROMEDIO = 7.0
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
El cierre. ¿Una tomadura de pelo al espectador? ¿Lo inverosímil rayando en el absurdo? No sé si tan así. Podemos interpretarlo como fidelidad al espíritu y atmósfera de la película. Una gran broma.
Después de la espectacular escena final en el puente, del fuego cruzado con tintes bélicos, la explosión y consiguiente destrucción del camión Mack del "pato de goma", que iba directo a la muerte, y su caída estrepitosa al agua (en cámara lenta por supuesto), sobrevivir luego de todo eso, es prácticamente imposible.
Entonces, aparece sentado en el vehículo de los evangélicos con pinta de hippies, un sonriente Kristofferson, con apenas un parche en el ojo, "renacido" al lado de la buena de Mac Graw.
20 de mayo de 2020 4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Siempre es interesante ver películas que toquen temas existencialistas (que no de autoayuda) y así salir de lo predominante en la programación del cine "pandémico" por estos días (fundamentalmente vía Netflix), donde abundan cintas de acción superfluas, historias que se venden como "basadas en hechos reales" y comedias de escaso espesor, que, aunque algunas puedan entretener, se olvidan al instante.
Por eso me dispuse a disfrutar y reflexionar con esta historia humana ambientada en una gran metrópolis brasileña. Sin embargo, mis expectativas excedieron con holgura el producto que vi. Esperaba mucho más, en realidad, de un material que disponía de los elementos como para realizar una película de muy superior calidad. En forma y fondo.
Ingredientes tales como:
a) El suicidio, tema siempre complejo, ayer y hoy.
b) La lógica depredadora de lo humano, en el comportamiento de personas y empresas en el capitalismo salvaje.
c) En relación a lo anterior, recordamos el concepto del homo economicus, sustento antropológico de nuestro sistema social y económico.
d) El agitado ritmo de vida de las metrópolis modernas, que conduce a la instrumentalización de las relaciones humanas y al individualismo exacerbado.
e) La posibilidad siempre latente de redención humana.
f) El valor de la amistad y las cosas simples, por sobre barreras socioeconómicas y culturales.
g La importancia de la familia, tema siempre vigente.

No obstante, la trama empieza bien, es prometedora, con la historia de un prestigioso psicólogo que pretende suicidarse, tirándose desde un piso 21 en el centro corporativo de Sao Paulo, con impresionantes imágenes desde la altura. Hasta ahí sube un vagabundo de aspecto pacífico para, después de una conversación cargada de sentido, conseguir disuadirlo de su propósito.
Sin embargo, lo que viene después es un guión insulso, actuaciones opacas, diálogos ahora llenos de lugares comunes y aquellas frases de autoyuda, propias de un manual del género. En circunstancias que esas conversaciones ameritaban una mayor profundización, los ingredientes estaban como lo indicamos anteriormente. Está servida la mesa para ello, pero los comensales no tienen apetito.
El personaje del psicólogo casi no lo parece, hubiera dado lo mismo su profesión o formación académica, ni se nota aquí. Nada para el recuerdo. Y el mendigo si bien aporta bastante más, tampoco demuestra una interpretación convincente, no tiene matices, todo es previsible. Lo rescatable de él, es su propia biografía, que explica cómo se transformó en este errabundo personaje, que entrega brochazos de filosofía doméstica. Y finalmente, unos secundarios de cartón, para el olvido.
En resumen, sin haber leído el libro en que se basa la película (sólo referencias de él) , la cinta me parece que ha desperdiciado estas valiosas temáticas humanistas y la crítica a la racionalidad de la sociedad capitalista y sus lógicas conductuales en personas y empresas, que esboza muy tibiamente.
La califico con un 6, más que nada por el interés de su temática de fondo, que rompe con lo habitual, y que , de alguna manera, nos hace reflexionar sobre lo que verdaderamente importa en esta vida. Pero creo que no dejará impronta alguna como producto de cine.
25 de agosto de 2020 4 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Sí, ya sé, que Carpenter se propuso realizar una película sobre vampiros que nada tuviera que ver con el apasionante tema de Drácula y su abundante y dispersa producción, que ostenta un par de títulos a estas alturas definitivos (por su excelencia) sobre el inmortal e irrepetible conde transilvano. El cineasta estadounidense pretendía alejarse absolutamente del mito de Stoker y logra su objetivo. Propone algo muy diferente sobre el tema vampírico, pero hasta ahí su mérito nada más.
Porque el autor de grandes obras del cine-terror y fantástico moderno (como Halloween y La Cosa) aquí pierde claramente el rumbo, recurriendo a argumentos muy facilistas y es demasiado evidente que busca el impacto visual y obvio a través de una violencia visceralmente explícita, que se solaza con la mutilación de cuerpos y desmembramiento de órganos y la abundante sangre consiguiente. Podía haber profundizado en una historia interesante y con enjundia. Y elementos tenía, tales como:
1) El tema de la Iglesia Católica y el sacerdote transmutado.
2) Los orígenes históricos de Valek, el vampiro líder. De todas maneras, éste se ve imponente y casi invulnerable, pero al dialogar mucho, va perdiendo a través del desarrollo de la cinta, esa terrorífica aureola de misterio inicial, y por ende, la capacidad de infundir miedo y sorpresa. Termina desvanecido.
3) La propia historia familiar del protagonista y lo ocurrido a su padre.
Pero no. Carpenter prefirió el gore.

Algunos han catalogado a esta cinta como un "spaghetti-western", es curiosa la comparación, creo que poco tiene que ver con ese género clásico, que se caracterizaba por la estética sucia, protagonistas en general solitarios y lacónicos, todo lo contrario del locuaz Jack Crow, el caza-vampiros principal, que aquí nos ocupa. Unas palabras sobre él. Aparte de no cambiarse la chaquetita de cuero negra y los lentes de sol en toda la película, James Woods -su intérprete- se ve bastante cómodo en su papel de personaje cínico, irreverente, mala leche y mal hablado y creo que da el tono que seguramente buscaba el director. Éste, además, luce y muestra generosamente a la estupenda Sheryl Lee (físicamente hablando) durante buena parte de la película, destacando una escena inicial cargada de sexualidad animal en su encuentro con el vampiro líder. Los demás secundarios, presentan una mediocre galería de personajes, para el olvido, pero dada la temática y el tinte de la película, más nivel de actuaciones no se le puede pedir. Y qué despropósito esos vampiros emergiendo de la tierra, cual zombies con colmillos...
Hay ciertas alusiones favorables a las películas clásicas sobre el tema, como la vulnerabilidad al sol de los vampiros y el poder mental del líder. Pero definitivamente no es lo mejor de la filmografía de Carpenter y creo que este producto no ha dejado trascendencia ni pauta alguna.
Si somos benevolentes, podemos decir que esta obra menor es "sólo para fans".
3 de junio de 2022 3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
La película chilena “Pacto de Fuga” puede enfocarse desde dos perspectivas:
1) Enfoque político-ideológico.
2) Enfoque puramente cinematográfico.

Aunque entrega un claro contexto histórico-político, no es una cinta política en sentido estricto. No hay elaborados discursos ideológicos ni debates entre los personajes acerca del modelo de país post-dictadura. A lo más, cruces de opinión y algunas recriminaciones por fracasos políticos previos.
No va por ese camino, sino por el de la entretención dentro del género carcelario. Y bien que así sea.
En ese sentido, la película de David Albala cumple con creces. El mismo director lo dijo: “Quiero una película de acción, suspenso, entretención”.

Contextualizaremos la época (magníficamente recreada) en que se sitúa la película, para su mejor comprensión, especialmente del espectador no chileno.
Se basa libremente en un hecho real, ocurrido en enero de 1990. La fuga de 49 presos políticos, varios de ellos esperando condenas a muerte o perpetua, de la Cárcel Pública de Santiago de Chile, en lo que constituye el mayor escape y de los más impactantes en la historia carcelaria del país.
El plan fue ejecutado por 24 prisioneros políticos que trabajaron con enorme esfuerzo y tesón, bajo condiciones agobiantes y expuestos a ser descubiertos en cualquier momento, durante año y medio de ardua labor. En el más completo hermetismo, construyeron un estrecho túnel de unos 60 metros de largo. ¿Cómo se llegó a la cifra final de 49 fugados? (spoiler).
Esta huida masiva causó un “terremoto político-institucional" en las semanas finales de la Dictadura de Augusto Pinochet.

La película es muy entretenida, buen pulso narrativo, ritmo y montaje rápido, está llena de detalles significativos y algunas imágenes metafóricas con cierto halo poético. Logra captar desde el inicio la atención del espectador y meterlo en la trama. Tiene lo habitual en cintas del género. Códigos de comunicación de los protagonistas, estrategias para no ser descubiertos, posters de mujeres semi-desnudas para cubrir espacios intervenidos, hurto de elementos necesarios, o adquisición de ellos mediante estratagemas, inspecciones-sorpresa, castigos de aislamiento, visitas de parientes, prácticas deportivas y recreativas dentro del recinto y hasta un soplón entre los reos políticos.
Todo con mucho suspenso y adrenalina, y por momentos, con un ritmo vertiginoso. Y no podía faltar el temblor, hay que ubicarse, estamos en un país sísmico y esos fenómenos telúricos son muy habituales. Y así ocurrió en la realidad.

No estamos acostumbrados a que se produzca en Chile un cine de este tipo, de espectáculo puro y duro, acción intensa, adecuada dosis de emoción y una tensión permanente. Poco o nada que envidiarle a productos similares del género. Albala se atrevió y lo consiguió, bien secundado por correctas interpretaciones, todos muy empapados de sus respectivos roles, tanto los protagonistas presidiarios, sus parejas y el apoyo externo, como gendarmes y autoridades del régimen.

¿La musicalización? Estupenda. Se ha criticado por ahí el formato de video clip de algunas escenas. Sí, pero ese recurso otorga dinámica y emoción. Y en ciertos momentos, también entrega una adecuada ralentización de las acciones, ante tanta rapidez de los hechos. Escuchamos temas musicales de Víctor Jara, Sol y Lluvia, Los Prisioneros, y otros, muy a tono con el ambiente y la simbología de la ultra izquierda. También destaca la canción central, de Ana Tijoux, especialmente compuesta para esta película.

¿Que tiene ciertas influencias de grandes películas del tema carcelario? Por supuesto y qué director no las tiene, con mayor razón si es su primera obra.
Algo de “El gran escape” (1963), muy poco de “Papillón” (1973), algo de “Fuga de Alcatraz” (1979), un poco de “Sueño de fuga” (o Cadena perpetua 1994). Algo también de “La evasión” (Le Trou, 1960). Incluso, en el cierre, con los escapados en la micro, se cruzan con un carro de la policía y bajan la cabeza, reminiscencia de “Expreso de medianoche” (1978) y su escena final.
Esta cinta bebe de varias fuentes.

¿Que es una película claustrofóbica como se ha dicho por ahí? No lo creo. El túnel, obviamente, produce dicho efecto psicológico y físico, pero como película en general, no es más claustrofóbica que varias otras del tema. Y mucho menos que "El hombre de Alcatraz" (el ornitólogo, con Burt Lancaster, 1962) o “La evasión”, esa inmensa cinta francesa de Jacques Becker, que transcurre en su totalidad en espacios interiores.
“Pacto de Fuga” muestra bastantes escenas en exteriores, las visitas, los patios, las pichangas de fútbol, pasillos con luz de día, imágenes de afuera, en iglesias, conversaciones de las redes de apoyo externo, etc.
No todo es el túnel.

¿Cuestionamientos? Cierto uso de cámara nerviosa, casi no hay pausa para la reflexión, el abuso de primeros planos, y, a veces, se entiende poco lo que dicen los personajes. Éstos no son presentados directamente en el comienzo, sólo aparecen en pantalla.

El director elige, tal vez acertadamente, no ocupar tiempo en prolegómenos y el plan de fuga comienza de inmediato. Más adelante empiezan a perfilarse mejor los protagonistas y se van comprendiendo sus problemáticas y conflictos personales. Y después de la noticia del triunfo del No en el Plebiscito, la acción se acelera y el suspenso se incrementa. Los personajes ya están mejor definidos a esas alturas del relato, vamos conociendo sus dramas familiares y también a personajes del exterior, fundamentales en el éxito del plan.
Dato para los no chilenos: Plebiscito de 1988 dio la victoria a la opción NO, a la continuidad de Pinochet en el poder y abrió la puerta a elecciones libres (en 1989).

En suma, interesante película del género, en código hollywoodense actual, que refresca el ambiente del cine chileno, poco o nada habituado a apuestas riesgosas como ésta,


Sigo en spoiler (por exceso de caracteres)
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Fue real que los 24 reos elaboraron sus propios códigos de comunicación interna para evitar ser descubiertos y construyeron un estrecho túnel de unos 60 metros de largo, valiéndose de utensilios domésticos y otras herramientas muy básicas, como destornilladores, cucharas, cuchillos, tenedores, punzones, cualquier cosa que sirviera para raspar y cavar, ollas pequeñas para la tierra, etc. Además, implementaron ingeniosos sistemas de iluminación y de ventilación mediante el uso de botellas plásticas y un motorcito, y carritos sobre rieles de madera para transportar la tierra y piedras.
Pero en la película se muestra que la ventilación se ayudó con bolsas plásticas (incluso la abogada de DDHH hace su aporte), en lugar de botellas Y los escombros se almacenan primero en bolsas de basura y después en especies de sacos confeccionados con tela de jeans. No aparece el trencito y los rieles. Esto último, sí fue influencia directa de "El gran escape", para los fugados en la vida real, como ellos lo declararon después.

No era un plan simple: debían cavar un túnel a siete metros de profundidad, desde las galerías destinadas a los presos políticos, en el centro de la cárcel, hasta el patio trasero de la Estación Mapocho, cruzando el ducto del Metro. Uno de los problemas principales fue dónde depositar la tierra y escombros del túnel. Hallaron un lugar: en el entretecho de la cárcel.
Al final, también se escaparon espontáneamente otros 25 reos políticos, quienes descubren el forado casi por casualidad, ya que el túnel lo dejaron abierto los del grupo principal, con esa intención, completando la cifra final de 49 fugados. Así ocurrió en la realidad.
Lo del lisiado en silla de ruedas informando a sus compañeros de la existencia del túnel, es ficción de la película, como también la pelea entre el soplón y uno de los reos políticos más jóvenes, quien, pese a trabajar arduamente en la construcción el túnel, finalmente se queda afuera, debido a sus heridas producidas por dicha pelea, en la cual, en todo caso, él sale vencedor.
Una última consideración: En el afiche oficial de la película se destaca a Benjamín Vicuña por sobre el resto de protagonistas, induciendo a posible confusión. Se entiende que es por motivos de marketing. En realidad, son varios los protagónicos, algunos de ellos/as, muy destacado/as en sus roles. Por ejemplo, sólida labor de Roberto Farías, que compone un personaje (Jiménez) entregado a la causa, con liderazgo y sarcástico con los gendarmes y autoridades, lo que despierta la complicidad del espectador.
Y reitero: es loable que entre viento fresco en el ambiente cinematográfico chileno, tan dado a un cine más intimista y de temáticas emergentes.
Cancelar
Limpiar
Aplicar
  • Filters & Sorts
    You can change filter options and sorts from here
    arrow
    Bienvenido al nuevo buscador de FA: permite buscar incluso con errores ortográficos
    hacer búsquedas múltiples (Ej: De Niro Pacino) y búsquedas coloquiales (Ej: Spiderman de Tom Holland)
    Se muestran resultados para
    Sin resultados para