Predecible secuela de la que podría haber sido la mejor trilogía de la historia del cine. Después de las dos primeras entregas, a cada cual mejor, tenemos ante nosotros un descafeinado cierre que supone un absoluto "deja-vu" para quienes nos sabemos de memoria los dos filmes anteriores. Un abrupto plano final fuerza el cierre de la trilogía después de un clímax que no alcanza las cotas esperadas de éste. Al igual que no las alcanza la interpretación de Al Pacino, irreconocible después de su sobresaliente actuación en la segunda entrega. Se notan los quince años que han pasado desde aquello. Sofía Coppola no merece siquiera ser mencionada y el hecho de no contar con Robert Duvall, igual de imprescindible que Pacino, es imperdonable. Andy García es increíble, en el sentido de que no hay quien se crea su papel, y no le llega ni a la suela de los zapatos a su difunto padre ficticio (Sonny). Innecesaria secuela que no debió haber sido rodada y que no justifica el interés existente por conocer el desenlace de la familia Corleone.