Hace muchos años leí un cuento: "Piloto de naves espaciales". En primera persona, una madre observaba los anhelos de su hijo, sus más íntimos sueños. Dada la precariedad económica en la que estaban, de pronto la voluntad inquebrantable de un jóven choca con sus verdaderas limitaciones. Pues Gattaca refleja algo extremadamente similar pero dentro de un ambiente futurista.

Una de las primeras cosas por aclarar es que Gattaca, aún haciendo uso de los tópicos del género de la ciencia ficción, jamás tiene en mente derrochar un solo efecto especial o predisponer la historia bajo el arbitraje de las ya conocidas sociedades-futuristas-fundamentalistas-totalitarias. Y no es que esta queja no se presente en la obra, todo lo contrario, se la resalta y critica, pero definitivamente el meollo de la cuestión persigue carriles muy distintos. Una sociedad que busca la perfección es, irrevocablemente, una sociedad que segrega, que verticaliza. Pues en tu sangre llevás tu origen y tu destino, ella sola se encargará de marcar tus posibilidades y tus frustraciones. La genética es primordial en la peli de Niccole, una suerte de fuerza abstracta que selecciona como máquina con disco rígido a los más aptos.
En contrapartida con este mundo que está lejos de ser presentado como apocalíptico pero sí lo suficientemente cargado de significaciones como para establecer una alarma, distintos personajes de carácter y naturaleza "marginal" esbozan, proyectan sueños. Construyen una verdadera mentira, con todas las letras, en pos de anhelos viejos pero siempre vigentes.
En última instancia, es la misma Gattaca, esa metrópoli que te abre las puertas pero te encierra una vez dentro, el envase perfecto para contener a este espíritu que no representa ni a una ni a dos ni a tres personas, sino al espíritu inquebrantable de toda una especie que no se cruza de brazos ante una muestra de sangre, o ante un informe bien hecho.

"De carne somos pero de sueños nos sostenemos", y Gattaca lo refleja maravillosamente.

No suelen interesarme las comedias románticas. De la gran mayoria que pasan por mis ojos apenas rescato recuerdos borrosos. Será que estamos ante un género que se vale de su sencillez a la hora de transmitir una emoción auténtica y legítima. Pues acabo de terminar de ver Hechizo del corazón y ese ocho no está allí por nada.

Antes que nada: a levantarse y aplaudir a uno de los montajes mejor manejados dentro del género. Es tanta su pericia, su conciencia y su objetivo que logra desnivelar, en el buen sentido, a la obra dentro de diversos registros, lo cual hace que ésta no caiga en el tedio común.
La comedia se funde con el drama, se asienta desde las repeticiones. Estas mismas son las responsables, una vez producida la pérdida, de otorgarle a la peli ese aire que roza lo desenfadado y avanza en paralelo con el drama más trágico. De esta forma, todo el tiempo estamos presenciando una comedia de chistes fáciles pero muy efectivos, comedia que no teme jugársela y caer en más de una ocasión dentro de ciertos valores emotivo/nostálgicos.
Insisto e insisto con el montaje: regula las secuencias de VIDA y de MUERTE que atraviesan la peli. Éstas o bien se entrecruzan o bien se intercalan. Abundan los montajes paralelos, principalmente con fines cómicos pero no hay abuso de ellos.
Por último: el guión. Si tuviéramos que sintetizarlo sería el siguiente: la esposa del prota muere y su corazón es donado a una mujer que lo necesitaba ese mismo día. El viudo y la mujer operada del corazón habrán de encontrarse...
No conozco a Hunt, pero sí conozco los guiones de las comedias románticas. Es necesario aclarar que la trama podría haberse prestado para un legión de historias cursis, baratas y anacrónicas. Sin embargo, Hechizo del corazón la pilotea. Me levanto y aplaudo.

La señal es una mini serie alemana dividida en cuatro episodios. A su vez, presenta una estructura narrativa muy notoria en cuanto a sus intenciones.

Los dos primeros episodios están netamente enfocados en exprimir al máximo un drama familiar. El misterio vuelca los datos a cuenta gotas y el tono general de la serie se hace presente de principio a fin de la misma. Es una obra de energía baja, triste, melancólica, cuasi "depre". Ésto a su vez se traslada al ritmo general del montaje: se siente pesado, apesadumbrado, como si a los personajes les costara alivianar la carga de la ausencia. Ella ya no está, y esa carencia se desarrolla en dos formatos: flash backs que funcionan como recuerdos del padre y de la hija y un montaje paralelo que retrocede en el tiempo. Aquí es donde se desarrollan las peripecias de ella dentro de la nave.

En sus dos episodios finales es donde el misterio comienza a tomar forma. La ciencia ficción se abre paso de forma correcta, sin despeinarse demasiado (la prioridad siempre parece ser el drama familiar). Lo que sucede dentro de la nave adquiere una validez narrativa que armoniza con lo que ellos van descubriendo en el presente, aunque la manera en la que el padre asocia los datos por momentos se siente...demasiado intuitiva. El espectador debe dar licencias "de fe": todo sea por el amor con el que se comunicaban entre ellos.

Ya, el resto a spoilers.

¿Hace cuánto que el cine existe como tal? No millones, desde luego, pero es que aquí parece que las ideas se han fosilizado, dejando ver en la superficie este guión tan sencillamente delirante que roza lo grotesco. Resulta difícil reparar en otra peli con elementos tan forzados como esta ultra fallida Parque Jurásico.

De por sí, la cantidad de errores y repeticiones con respecto a las entregas anteriores podrían conformar un nuevo guión: Grant no quería ir a la isla, como en la primera, hasta que aparecen los billetes, como en la primera. Los diálogos estan como garabateados, me imagino a los guionistas con un babero colocado y emitiendo sílabas frente al espejo...que diálogos de primera inferior, por dios. Las escenas de acción resultan o bien artificiales, digitalizadas al extremo con abundancia de espacios nocturnos para disimular las limitaciones en los efectos especiales (y eso que el presupuesto de esta peli es de....93 millones!!!!!!!!!), o bien rozando lo inverosímil al punto de caer en lo absurdo, sin buscarlo necesariamente.
Los personajes son como fichas devaluadas: salvo Grant y el pibe que-se-las-sabe-todas anclado en la isla, los demás son muñequitos de torta. O sirven para morir en las garras de los dinosaurios o para molestar con gritos y movimientos histéricos.

No logro quedarme con nada, es una pena: adoro los dinosaurios. Por eso espero la cuarta, a ver si este barrilete remonta desde bien abajo y ofrece su último gran vuelo.

En una primera instancia, lo mínimo que esperaba de Womb tras leer la sinopsis era una historia de amor alucinada con un toque curioso de ciencia ficción amalgamado. Un verdadero sacrificio por amor: los primeros veinte minutos aspiran a eso. Una peli triste, con un azul cielo/mar que lo impregna todo, un sabor a pérdida constante en cada plano, un intimismo furioso. Trás esa primera impresión aparece, de pronto, un distanciamiento extraño, sino como entender las decisiones de ella: ¿Por amor, o por posesión pura y dura? La película falla en su empatía hacia el espectador porque los objetivos varían conforme la obra avanza, antes eran los sentimientos, ahora todo se decanta hacia una teoría sobre la clonación y sus efectos completamente intelectualizada, frizada, congelada en tiempo y espacio. Desde luego, al variar los objetivos varían los resultados, uno mejor que el anterior y sobre el final de vuelta los sentimientos, sólo que esta vez conjugados con el problema de la identidad y el factor ético de fondo. Demasiado rollo en una hora cuarenta, cuando bien se podría haber sintetizado todo en una o dos problemáticas y así, sí, salir de entre la espada y la pared.

Para ir al grano: o bien te la juegas con un drama intimista o bien sacas a relucir todas las teorías "al-estilo-Isac Asimov" que se te ocurran sobre la clonación y sus dilemas éticos. Al haber conjugado los planteos dentro de una sola cinta el resultado terminó por ser demasiado heterogéneo, frío, helado.