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España España · Zaragoza
Críticas de cassavetes
Críticas 496
Críticas ordenadas por utilidad
7
1 de febrero de 2010
9 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
Salvad al tigre es Jack Lemmon. Salvad al tigre, sin que la hubiera protagonizado ese ACTOR como es Jack Lemmon, hubiera pasado sin pena ni gloria por la filmografía de los años 70. Es una buena historia, y es un buen guión. Los secundarios son los secundarios competentes y olvidados de las películas de la década de los 70, pero Salvad al tigre es Jack Lemmon. Es Jack Lemmon y sus patillas. Es Jack Lemmon afeitándose mientras habla con su mujer. Es Jack Lemmon creyéndotelo al frente de una fábrica de telas y tejidos (!?). Es Jack Lemmon y los cuarenta y tantos años. Es Jack Lemmon mintiéndole a la dieciochoañera al decirle que tiene 33. Es Jack Lemmon recordando jugadores antiguos de beisbol. Es la voz española que doblaba a Jack Lemmon. Es Jack Lemmon en crisis. Es Jack Lemmon en silencio. Es Jack Lemmon y el cine. Es Jack Lemmon y los años 70.
cassavetes
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8
20 de febrero de 2018
8 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
No es una película agradable The Florida Project. Lo cual no quiere decir que sea una película desagradable. Es necesaria, es potente. El cine independiente es el dado a mostrar las crueles (des)virtudes de la América outsider, de la América alternativa, de la América que sólo aparecerá en los Oscars con películas cómo ésta. Para entender The Florida Project hay que entender el boato, hay que entender la primera plana de la tontería mediática, hay que entender por qué un actor semi-olvidado (y totalmente desaprovechado ya) como Willem Dafoe es la máxima estrella de esta película, la única estrella. El único actor reconocible. Los demás, todo lo que tendrían en cualquier película de Hollywood sería una frase o dos. Pero aparte, dejamos para darles de comer a los seis años.

Niños recién sacados de la calle, que habrán pasado un casting evidentemente pero que bien podrían ser unos aprendices de qinqui a la edad prematura en la América invisible de hoy. Unos niños filmados en ese plan documental de la clandestinidad, pero en un permanente estado de prodigio. No parece que haya dirección ni puesta en escena sino que el director, Sean Baker, parece que haya puesto la cámara para que nos dejemos llevar por la visión del mundo desde los ojos de un niño, ese tópico tan cinematografico, pero que en esta ocasión ofrece un resultado más que estimulante. Niños que construyen su propia realidad, porque el presente no lo captan del todo, más allá de que es un lugar hecho para dar rienda suelta a sus travesuras (las que, por otra parte y en mayor o menor medida, todos hemos perpetrado en alguna ocasión de nuestra más tierna infancia). Y ese futuro que es algo que para ellos es ciencia ficción y que ni les preocupa, es para los ojos del espectador, los ojos corruptos propios de otras edades, francamente preocupante. Hay, pues, otras estrellas en la cinta, esos niños que, como verdaderas estrellas cubren un cielo de un verano gélido de sentimiento, a excepción de una excelente escena en la que se asoma un arco iris “uninvited”.

Con qué nos quedamos además de The Florida Project. Pues con un final como pocos (spoiler), con un Willem Dafoe minimalista, convincente y premiable, con una realidad poco agradable pero que está ahí a la vuelta de la esquina o, mejor, a la vuelta de una fantasía, de la magia de un Disneyland acartonado y poco veraz, de un mundo tan cercano para la vida de sus protagonistas (ellos viven en Orlando, tierra del Disney mágico) como lejano y fútil.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
cassavetes
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5
26 de septiembre de 2011
8 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
No me convencen demasiado las adaptaciones que para el cine se han hecho de la obra de Cortázar o su figura. Excepción, el documental Cortázar, de Tristán Bauer o la denostadísima Blow Up de Antonioni. La última decepción, sin ser una decepción total, ha sido El perseguidor, la versión cinematográfica que dirigió en 1965 el director Osías Wilenski de la genial obra del gran Julio. La acción se traslada a Argentina, Johnny no es Johnny, sino Juan, a pesar de que en la película sus amigos le llaman Johnny. La película se llama igual que el cuento largo de Cortázar pero no llega ni muchísimos menos a la altura del original. Si empezamos por las formas, hasta puede calificarse un poco de pobreza visual.

El argumento sigue a grandes rasgos a Cortázar, es fiel al espíritu, de hecho. Claro, si nos olvidamos de que en lugar de un negro es Juan, y en lugar de un Nueva York es Buenos Aires la nuit. Ambiente bohemio en el que se mueve nuestro Juan, universo de sexo y drogas mitigado por las épocas de los 60 y censoras y un poquito plasta el ritmo. No destaca ningún personaje, porque en la película lo que le pasa a Juan no es ni de lejos lo que llega a interesarme el Johnny de papel. Si se me apura, algo tópico, como en otras tantas ocasiones, la visión del mundo del jazz. Ya se sabe, Juan (Johnny) es un saxofonista que cuesta abajo flirtea con drogas, noches, sexos y peligros adyacentes. Si el libro parece una sempiterna y subyugadora voz en off, en la pantalla la cosa corre peligro de convertirse en pestiño.

La música de Rubén Barbieri y el saxo de su hermano Gato Barbieri, que es quien suena en la banda sonora de fondo y cuando parece que toca su saxo el protagonista, tampoco es para echar cohetes. Saxo al servicio del cine, poco que ver con el estilo Barbieri a lo Coltrane. Con lo cual, casi cabe decir escuchen a Barbieri en disco y lean El perseguidor. Ya lo dijo el viejo chiste de las ovejas: me gustó más el libro.
cassavetes
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8
23 de noviembre de 2009
8 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
Fenomenal película, bastante desconocida por cierto, que viene a ser un antecedente vista hoy de la aclamada The Wrestler, aka El luchador. Hay similitudes en el argumento entre estas dos películas, lo que le pasa a Mickey Rourke en 2008 recuerda en algunos momentos a lo que le pasa a Anthony Quinn en Réquiem por un campeón: el personaje denostado, acabado, trastornado, sonado por el mundo de las peleas (boxeo o lucha libre, y ahí va un spoiler) que intenta rehacer su vida, conseguir un trabajo estable, olvidar lo que ya no tiene remedio.

Fuera de similitudes, la trama te atrapa, Jackie Gleason, el manager entrampado, que encadenó dos papeles soberbios en ésta y en El buscavidas, está inmenso. Mickey Rooney, incluso, está sorprendente en su papel de entrenador de Quinn, un Rooney maduro y demacrado si tenemos en cuenta el recuerdo que nos viene de sus papeles infantiles, musicales y juveniles. Hay una dirección sobria y eficaz de Ralph Nelson, el guión te lleva a las mejores visiones que del mundo del boxeo se han rodado (sub-género que siempre da mucho juego, con ese B/N, no olvidemos Toro salvaje).

Y Anthony Quinn, al que me dejo para el final, para decir que, junto a su Zampanó de La Strada, compone uno de las mejores interpretaciones de su carrera. Bobalicón, honrado ("nunca en sus más de 110 combates me dejé sobornar"), inocente, brutote. Si en otras ocasiones Anthony Quinn es un actor propenso a la sobreactuación o al exceso, aquí no, aquí, y hay riesgos por el personaje y la temática, tiene una actuación controlada, emotiva y tierna.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
cassavetes
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8
20 de diciembre de 2005
16 de 25 usuarios han encontrado esta crítica útil
Cualquier plano de esta película vale más que bastantes películas enteras de las que se estrenan en los tiempos actuales. Bahman Ghobadi resulta ser otro más de esos poderosísimos creadores de imágenes que tan a menudo nos llegan del Oriente Medio.
cassavetes
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