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5.4
1,922
8
8 de agosto de 2024
8 de agosto de 2024
Sé el primero en valorar esta crítica
CALVARIO, 2004. Bélgica.
Una película bastante perturbadora y detestable. Cada que veo este tipo de films me pregunto hasta dónde puede llegar la maldad humana. En qué momento se pierde nuestra calidad de seres humanos. Nunca lo sabremos.
Existe un detonante para este tipo de acciones pero es increíble y horrendo cuando las vemos reflejadas en pantalla.
Un mediocre cantante llamado Marc Stevens se dedica a hacer shows de estilo teatral para mantenerse en la vida, interpretado magistralmente por el actor francés Laurent Lucas.
Su camioneta van presenta un daño mecánico en pleno bosque, un lugareño le prestar ayuda y lo acoge en su casa aislada del pueblo.
Los problemas para nuestro protagonista inician cuando es confundido por otra persona y ese es el detonante. Ahí empieza su calvario.
Dirigido y escrito por el belga Fabrice Du Welz quien realizó este primer largometraje a la edad de 25 años haciéndola lucir como una brillante pesadilla de horror. Es indiscutible el talento dramático que se vive en cada una de las escenas y el talento visual es otro elemento evidente para que esta película alcance los niveles máximos de emoción en el espectador. Emociones de auténtico terror que no logras explicar, sin definición alguna.
La fotografía es exquisita en esos paisajes belgas con ambiente sombrío, de horror y de duda gracias a la iluminación; generando verdadero terror psicológico y logrando dominar las reacciones y los estados mentales para perturbar y asustar a la audiencia.
Los detalles son imprescindibles y reales en este film, que junto con la actuación brillante de Laurent Lucas, transmiten los sentimientos más desgarradores e indescriptibles; no tanto como una película provocativa o violenta sino en situaciones que afectan a la sensibilidad del ser humano: la incapacidad de amar, de vivir o simplemente, de ser.
No esperen ver una película lineal o con cierta coherencia, al contrario, son destellos bizarros de crueldad humana provocados por lo que pasa en la mente de cada uno de los personajes. Esos lugareños que se encuentran perdidos entre sombras de sus peores fantasías. Verán escenas obscenas y repugnantes, de sufrimiento desbordado y martirio, de amor enfermizo y potencialmente dañino, de ansiedad y lacra social.
Nuestro protagonista vivió un calvario muy distinto al del Padre James Lavelle (Calvario, 2014. Irlanda). El Padre James tuvo una gran fuerza de amor propio y voluntad, una mezcla de dolor cotidiano, fe, desesperanza, humor, inocencia, amargura y perdón. Pero para Marc Stevens, la experiencia al vivir su calvario fue más que agobiante: se sintió realmente abandonado, cual Jesucristo en la cruz.
Una película bastante perturbadora y detestable. Cada que veo este tipo de films me pregunto hasta dónde puede llegar la maldad humana. En qué momento se pierde nuestra calidad de seres humanos. Nunca lo sabremos.
Existe un detonante para este tipo de acciones pero es increíble y horrendo cuando las vemos reflejadas en pantalla.
Un mediocre cantante llamado Marc Stevens se dedica a hacer shows de estilo teatral para mantenerse en la vida, interpretado magistralmente por el actor francés Laurent Lucas.
Su camioneta van presenta un daño mecánico en pleno bosque, un lugareño le prestar ayuda y lo acoge en su casa aislada del pueblo.
Los problemas para nuestro protagonista inician cuando es confundido por otra persona y ese es el detonante. Ahí empieza su calvario.
Dirigido y escrito por el belga Fabrice Du Welz quien realizó este primer largometraje a la edad de 25 años haciéndola lucir como una brillante pesadilla de horror. Es indiscutible el talento dramático que se vive en cada una de las escenas y el talento visual es otro elemento evidente para que esta película alcance los niveles máximos de emoción en el espectador. Emociones de auténtico terror que no logras explicar, sin definición alguna.
La fotografía es exquisita en esos paisajes belgas con ambiente sombrío, de horror y de duda gracias a la iluminación; generando verdadero terror psicológico y logrando dominar las reacciones y los estados mentales para perturbar y asustar a la audiencia.
Los detalles son imprescindibles y reales en este film, que junto con la actuación brillante de Laurent Lucas, transmiten los sentimientos más desgarradores e indescriptibles; no tanto como una película provocativa o violenta sino en situaciones que afectan a la sensibilidad del ser humano: la incapacidad de amar, de vivir o simplemente, de ser.
No esperen ver una película lineal o con cierta coherencia, al contrario, son destellos bizarros de crueldad humana provocados por lo que pasa en la mente de cada uno de los personajes. Esos lugareños que se encuentran perdidos entre sombras de sus peores fantasías. Verán escenas obscenas y repugnantes, de sufrimiento desbordado y martirio, de amor enfermizo y potencialmente dañino, de ansiedad y lacra social.
Nuestro protagonista vivió un calvario muy distinto al del Padre James Lavelle (Calvario, 2014. Irlanda). El Padre James tuvo una gran fuerza de amor propio y voluntad, una mezcla de dolor cotidiano, fe, desesperanza, humor, inocencia, amargura y perdón. Pero para Marc Stevens, la experiencia al vivir su calvario fue más que agobiante: se sintió realmente abandonado, cual Jesucristo en la cruz.

7.3
631
9
8 de agosto de 2024
8 de agosto de 2024
Sé el primero en valorar esta crítica
Suzanne Simonin, la Religieuse de Diderot
La Religiosa, 1966. Francia
Del director frances Jacques Rivette, muestra una película basada en la novela de Denis Diderot.
Suzanne Simonin es internada en contra de su voluntad en un convento donde es convencida para tomar los votos. Cuando fallece su protectora, la nueva madre superiora establece un conjunto de reglas bastante estrictas las cuales no son soportadas por Suzanne. La declararan endemoniada.
Las actuaciones son increíblemente bellas, Suzanne Simonin es interpretada majestuosamente por Anna Karina, uno de los rostros más emblemáticos de la Nouvelle Vague, o Nueva Ola Francesa.
Un rostro inocente pero valiente, convencido de lo que desea pero con muchas dudas del mundo material, con ilusiones que desea vivir sin miedo. La interpretación corporal es básicamente un elemento esencial, ya que poco podemos decir del vestuario, puesto que todo se desarrolla en un ambiente eclesial. Aunque la última parte nos ofrece una verdadera sorpresa en este punto y logramos disfrutar de una fiesta de burdel con vestuario de lujo.
Suzanne se ha convertido en un títere de las circunstancias y de las creencias religiosas de los demás y ahí es donde la historia se deja ver como una ficción; pero una ficción muy bien contada y atrapante logrando captar la atención sobre el tema de la s3xua1id4d (sin escenas explicitas).
Una película francesa bastante elegante en su fotografía, mostrando una abadía llena de misticismo, pulcritud, soledad y temor; la forma de llevar la vida familiar de las mujeres en el siglo XVIII, una vida llena de resignación y de pesados rituales y normas establecidas por un sistema religioso que está por encima de cualquier interés personal.
Un ambiente sonoro donde se escucha las campanas y el viento anunciando la desgracia, o los latidos del corazón avisando la falta de comprensión en indecisión.
Tiene muy buen ritmo este film, apreciable, hermosa y sin sobresaltos; inmerso está el espectador en sus diálogos inteligentes, limpios y de calidad; parlamentos reflexivos, altaneros, crueles y desmedidos. Equilibra muy bien el entretenimiento con la seriedad.
“… la Religiosa, una experiencia muy diferente, singularmente perturbadora y poderosa, muy distinta a todo lo que había antes. Jacques Rivette era un artista fascinante, misterioso, envolvente y poético. Sí, sus películas eran largas y difusas, pero coloreadas y matizadas por una urgencia sensual…”
La Religiosa, 1966. Francia
Del director frances Jacques Rivette, muestra una película basada en la novela de Denis Diderot.
Suzanne Simonin es internada en contra de su voluntad en un convento donde es convencida para tomar los votos. Cuando fallece su protectora, la nueva madre superiora establece un conjunto de reglas bastante estrictas las cuales no son soportadas por Suzanne. La declararan endemoniada.
Las actuaciones son increíblemente bellas, Suzanne Simonin es interpretada majestuosamente por Anna Karina, uno de los rostros más emblemáticos de la Nouvelle Vague, o Nueva Ola Francesa.
Un rostro inocente pero valiente, convencido de lo que desea pero con muchas dudas del mundo material, con ilusiones que desea vivir sin miedo. La interpretación corporal es básicamente un elemento esencial, ya que poco podemos decir del vestuario, puesto que todo se desarrolla en un ambiente eclesial. Aunque la última parte nos ofrece una verdadera sorpresa en este punto y logramos disfrutar de una fiesta de burdel con vestuario de lujo.
Suzanne se ha convertido en un títere de las circunstancias y de las creencias religiosas de los demás y ahí es donde la historia se deja ver como una ficción; pero una ficción muy bien contada y atrapante logrando captar la atención sobre el tema de la s3xua1id4d (sin escenas explicitas).
Una película francesa bastante elegante en su fotografía, mostrando una abadía llena de misticismo, pulcritud, soledad y temor; la forma de llevar la vida familiar de las mujeres en el siglo XVIII, una vida llena de resignación y de pesados rituales y normas establecidas por un sistema religioso que está por encima de cualquier interés personal.
Un ambiente sonoro donde se escucha las campanas y el viento anunciando la desgracia, o los latidos del corazón avisando la falta de comprensión en indecisión.
Tiene muy buen ritmo este film, apreciable, hermosa y sin sobresaltos; inmerso está el espectador en sus diálogos inteligentes, limpios y de calidad; parlamentos reflexivos, altaneros, crueles y desmedidos. Equilibra muy bien el entretenimiento con la seriedad.
“… la Religiosa, una experiencia muy diferente, singularmente perturbadora y poderosa, muy distinta a todo lo que había antes. Jacques Rivette era un artista fascinante, misterioso, envolvente y poético. Sí, sus películas eran largas y difusas, pero coloreadas y matizadas por una urgencia sensual…”
7
25 de julio de 2024
25 de julio de 2024
Sé el primero en valorar esta crítica
Eva Green es una de mis actrices predilectas. Yo supongo que es por el encanto que produce con la mirada. Queda uno hipnotizado. Inmediatamente después, su talento.
Por esa razón es que seleccioné “D'après une histoire vraie” (“Basado en hechos reales”, 2017) un film francés del director Roman Polansky.
Ya había visto el tráiler con anterioridad y captó mi atención al mismo tiempo que el nombre del director, teniendo como antecedente “Misery”, 1990 del director Rob Reiner.
Me ha ganado el deseo de curiosear por ella y no me he equivocado puesto que la he disfrutado mucho. Son de esas películas donde sales del cine y empiezas a comentar los eventos, las pistas, a reflexionar sobre el final y todas las posibles interpretaciones de lo que sucedió y de lo que pudo ser; pero sobre todo, te sigue dejando envuelto en ese ambiente de misterio.
La vida de la escritora Delphine (Emmanuelle Seigner) esta hecha un caos al tratar de escribir su nueva novela pero una fanática llamada Elle (Eva Green) de carácter superficial y manipulador se cruza en su vida para llevarla al límite y vivir momentos de gran impacto emocional.
Hasta dónde puede llegar la conciencia humana para lograr su cometido, como escribir un nuevo libro basándose en la verdad y no en la ficción, en personajes reales y no en aquellos que han sido inventados por nuestras emociones a quien un escritor da vida sin su pleno consentimiento.
Para lograr este ambiente de intensidad psicológica la música se lleva las palmas. Sin ella sería difícil concebir una amenaza o una insatisfacción. Este elemento es sin duda, uno de los factores que te mantiene al filo del asiento.
Las actuaciones de ambas mujeres, en mi opinión, carecen un poco de química, pareciera que cada quien filmó sus escenas por separado y al final la edición hiciera su parte. Considero que debieron llegar al final con mayor complicidad, tomando en cuenta que aquí se detalla la psicología, el pensamiento de los personajes y sus enigmas. Es más la violencia emocional y no se enfatiza en la violencia física, como lo hacen en Misery.
La atmósfera cinematográfica está bien cuidada, logra una oportuna comunicación interactiva con el espectador haciendo sentir ese aire de intriga, caos, depresión y conflictos interiores que tienen los personajes, incluso su propia aceptación personal y profesional.
Por esa razón es que seleccioné “D'après une histoire vraie” (“Basado en hechos reales”, 2017) un film francés del director Roman Polansky.
Ya había visto el tráiler con anterioridad y captó mi atención al mismo tiempo que el nombre del director, teniendo como antecedente “Misery”, 1990 del director Rob Reiner.
Me ha ganado el deseo de curiosear por ella y no me he equivocado puesto que la he disfrutado mucho. Son de esas películas donde sales del cine y empiezas a comentar los eventos, las pistas, a reflexionar sobre el final y todas las posibles interpretaciones de lo que sucedió y de lo que pudo ser; pero sobre todo, te sigue dejando envuelto en ese ambiente de misterio.
La vida de la escritora Delphine (Emmanuelle Seigner) esta hecha un caos al tratar de escribir su nueva novela pero una fanática llamada Elle (Eva Green) de carácter superficial y manipulador se cruza en su vida para llevarla al límite y vivir momentos de gran impacto emocional.
Hasta dónde puede llegar la conciencia humana para lograr su cometido, como escribir un nuevo libro basándose en la verdad y no en la ficción, en personajes reales y no en aquellos que han sido inventados por nuestras emociones a quien un escritor da vida sin su pleno consentimiento.
Para lograr este ambiente de intensidad psicológica la música se lleva las palmas. Sin ella sería difícil concebir una amenaza o una insatisfacción. Este elemento es sin duda, uno de los factores que te mantiene al filo del asiento.
Las actuaciones de ambas mujeres, en mi opinión, carecen un poco de química, pareciera que cada quien filmó sus escenas por separado y al final la edición hiciera su parte. Considero que debieron llegar al final con mayor complicidad, tomando en cuenta que aquí se detalla la psicología, el pensamiento de los personajes y sus enigmas. Es más la violencia emocional y no se enfatiza en la violencia física, como lo hacen en Misery.
La atmósfera cinematográfica está bien cuidada, logra una oportuna comunicación interactiva con el espectador haciendo sentir ese aire de intriga, caos, depresión y conflictos interiores que tienen los personajes, incluso su propia aceptación personal y profesional.
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