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Críticas de mpt
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Críticas 21
Críticas ordenadas por utilidad
6
4 de octubre de 2023
4 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Había muchas expectativas ante el nuevo trabajo del británico Gareth Edwards, lamentablemente quizás demasiadas.

El director de la interesante Monsters (2010), de la correcta nueva versión de Godzilla (2014) y de la probablemente mejor película del universo Star Wars desde El retorno del Jedi (Richard Marquand, 1983), se atreve a presentarnos una historia futurista centrada en una guerra entre los humanos, básicamente de occidente, y la inteligencia artificial, defendida por Asia/oriente.

Tiene un buen arranque, unos primeros 30 minutos que no dan pausa al espectador, una fotografía e imágenes impactantes, unos efectos especiales sobresalientes como nos tienen acostumbrados las producciones de Edwards y una más que correcta banda sonora del maestro Hans Zimmer.

El problema recae en cuando la película tiene que avanzar hacia alguna parte. Es en ese momento cuando todo empieza a sonar ya visto muchas veces en otroas películas. Incluso su pretendido giro de guion se intuye demasiado pronto.

Un tema tan candente actualmente, la IA, daba para algo más que una película de guerra.
Incluso sin querer ser una reflexión o crítica, como ya han hecho obras maestras como 2001: Odisea en el espacio (Kubrick, 1968), Blade Runner (Scott, 1982), AI Inteligencia Artificial (Spielberg, 2001) o Ex Machine (2014, Garland), la historia y los personajes nunca despegan y nunca dejan de ser una sucesión de explosiones y persecuciones a doquier.
Por momentos uno parece estar viendo una historia de Avatar (Cameron, 2009, 2022), para lo bueno que es su espectacularidad, pero sobre todo para lo malo, su poca profundidad de argumento y personajes muy poco desarrollados.

En definitiva, una pequeña decepción de película que nunca aburre, que aprovecha los recursos con mucha destreza, pero que no profundiza y deja sensación de ya visto.
mpt
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8
19 de enero de 2018
4 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Un estreno de Spielberg es todo un acontecimiento cinematográfico. Estamos ante el director más influyente de los últimos cincuenta años y al que no le faltan géneros por tocar con títulos como Tiburón, Encuentros en la tercera fase, ET, Indiana Jones, La Lista de Schindler, Jurassic Park, Salvar al soldado Ryan, Munich o Lincoln.

En esta ocasión el director estadounidense cuenta con dos titanes de la interpretación, Tom Hanks, Meryl Streep. Los dos nos regalan un dúo interpretativo de altura. Sus escenas de conversación y debate son puro de magnetismo. Los acompañan un reparto de secundarios magnífico encabezado por Bruce Greenwood (El dulce porvenir, Trece días), Bob Odenkirk (Nadie, Fargo TV) o Sarah Paulson (12 años de esclavitud, Carol), todos ellos a la altura de lo que se requiere en una producción de tal calibre.

Y la película no defrauda. Ante todo, hay que tener un mínimo interés en el tema, en caso contrario va a costar más entrar en la trama y el mensaje que quiere transmitir la película.

Spielberg, maestro de la narración una vez nos atrapa no nos suelta hasta el final. Gracias a un montaje agil, control del ritmo y emoción, sus travellings entre despachos, sus puntos de enfoque o la música de John Williams, la tensión de la trama no decae aun sabiendo su desenlace.

Todo encaja a la perfección en otra obra superior de un maestro del séptimo arte.
mpt
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6
20 de octubre de 2023
3 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
El pasado 4 de julio llegaba a los cines estadounidenses Sound of freedom, y lo hacía convirtiéndose en toda una revelación a taquilla recaudando en sus primeras semanas más dinero que Indiana Jones o Misión Imposible, con un presupuesto muy por debajo de las mencionadas, 25 millones de dólares.

Envuelta en la polémica por estar financiada por asociaciones próximas a la extrema derecha americana, la película cuenta la historia real del agente Tim Ballard que se infiltró en grupos de explotación sexual infantil para rescatar a cuantos más niños pudiese.

En la dirección encontramos a Alejandro Montevedre, que en Little Boy (2015) ya demostró su predilección con los niños relatando la vivencia de un niño cuyo padre era enviado al frente japonés durante la II Guerra Mundial. Una película un tanto irregular, llena de simbolismo religioso y demasiado sentimentaloide.

En esta ocasión Montevedre nos vuelve a entregar una película de ritmo irregular, unos 30 minutos excelentes, pero que van perdiendo ritmo y fuelle a medida que avanza la trama. Además, algunos de sus diálogos de connotación bastante conservadora y cargada de simbolismo religioso no ayudan al espectador a empatizar del todo con el protagonista.

A su favor decir que la película nos regala ciertos momentos de tensión como la escena en la isla donde se debe construir una mega instalación para albergar encuentros entre niños y adultos o ya en su parte final de rescate en la selva.

El protagonista es interpretado de forma correcta por Jim Caviezel, conocido por su papel de Jesucristo en la magnífica La Pasión de Crista (Mel Gibson, 2004) pero que también hemos visto en títulos sobresalientes como La delgada línea roja (Terrence Malick, 1998) u obras más comerciales como La venganza del conde de Montecristo (Kevin Reynolds, 2002) o Déjà Vu (Tony Scott, 2006).

En definitiva, Sound of freedom es un buen thriller de una temática muy sensible como es la pedofilia que nunca deja de entretenr y que nos regala momentos de tensión y unos 30 primeros minutos excelentes. Lástima que queda un tanto mermada por discursos y diálogos cargantes de simbolismo marcas del director.
mpt
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8
19 de febrero de 2024
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Vuelve Bayona. El director catalán presenta su nuevo proyecto después de dar el salto a Hollywood rodando la segunda parte de la trilogía Jurassic World o rodando el capítulo piloto de la ambiciosa serie de El señor de los anillos para Amazon.

No era una empresa fácil llevar a cabo un proyecto como La sociedad de la nieve. En primer lugar por su complejidad logística para ser filmada, y en segundo lugar porque como gran parte del público recuerda, ya existe Viven (Marshall 1992) una más que correcta versión de la tragedia acontecida en los Andes en 1972.

Bayona saca aquí toda su pericia técnica para deslumbrarnos con una fotografía impecable, excelente. El uso del color blanco de la nieve y de la montaña en sí, proporciona al espectador una mezcla de opresión pero a la vez de soledad absoluta en medio de la nada. El hecho de que Bayona utilice en muchos casos el recurso cámara en mano proporciona a la película la sensación de veracidad y de ser uno más en la montaña.

En los apartados sonoros, de efectos especiales, la película también se alza con fuerza. Las secuencias del accidente del avión o del alud que sufren nuestros protagonistas consiguen helar la sangre al espectador y hacernos sentir que realmente estamos allí sufriendo con ellos.

El maquillaje, obra de los ganadores al Oscar por El laberinto del fauno (Del Toro, 2006) David Martí y Montse Ribé, es excelente consiguiendo un realismo total en la degradación de los cuerpos.

A destacar también su reparto, lleno de actores uruguayos no conocidos por el gran público que ayudan aún más a dar sensación de realismo a la película.

Michael Giacchino, ganador del Oscar a mejor banda sonora por la película de animación Up (Doctor & Peterson, 2010), es el encargado de poner música y nos regala una partitura contenida, casi minimalista, a pesar de los momentos finales de la película en que todo va in crescendo. Un punto importante, ya que si de algo se le puede acusar al director es de un exceso de dramatismo en sus anteriores películas.

A destacar en la parte narrativa el riesgo que toma su director, con un giro de guion, por así llamarlo, en la narración que deja poso al espectador. Al final, La sociedad de la nieve es una película que habla tanto de supervivientes como de héroes, y en muchas ocasiones los héroes se quedan por el camino.

En definitiva, el director de El orfanato (2007), Lo imposible (2012) o Un monstruo viene a verme (2016) nos regala su mejor película hasta la fecha. Un logro imponente, una película sensible y triste, pero en ningún momento lacrimógena. Una historia impactante que a pesar de todo lo visto y leído aún sigue impresionando.
mpt
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8
7 de febrero de 2024
5 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
A estas alturas de la vida es muy complicado innovar o sorprender en el cine referente al Holocausto. La última innovación, o por lo menos, novedad técnica para contar los horrores del régimen nazi fue El hijo de Saúl (Nemes, 2015) que se alzó con el Oscar, Globo de Oro y BAFTA a mejor película de habla no inglesa. Además de muchos otros reconocimientos en Cannes y varias nominaciones en otros certamen.

Si miramos a los últimos 30 años, hemos podido disfrutar de la obra cumbre del Holocausto, La lista de Schindler (Spielberg, 1993) y de otras joyas como La vida es bella (Benigni, 1997), La zona gris (Nelson, 2001) o El pianista (Polanski, 2004).

Este año llega Jonathan Glazer (Reencarnación, Under the skin) que nos aporta una nueva película sobre los horrores de los campos de exterminio, La zona de interés. Una libre adaptación de la obra original de Martin Amis, de mismo nombre, y que gira a entorno la vida del comandande de Auschwitz y su família al lado del campo de concentración de Auschwitz.

Glazer lo aposta casi todo a un fuera de campo de más de hora y media dejando a la imaginación del espectador todo aquello que puede estar sucediendo en dicho campo, en este caso Auschwitz.
Para ello recurre a una edición de sonido brillante. Durante todo el film nos acompaña el sonido de los gritos, los disparos indicando la pérdida de una vida humana, ladrillos de perros, la electricidad de sus vallas o el sonido permanente de las chimeneas de los crematorios. El director logra que en sus primeros minutos todos estos sonidos nos resulten incómodos, para al cabo de unos minutos pasar a formar parte del ambiente sin despertar sorpresa o repulsión. Además, hay que añadir que prácticamente no se utiliza banda sonora, todo es sonido ambiente. Todo un logro técnico.

En el apartado de guion, sorprenden algunas conversaciones durísimas y que son una muestra de hasta qué punto puede llegar la banalidad del mal. Conversaciones entre nuestra protagonista y sus amigos a cerca de la ropa o utensilios de todas las víctimas del campo, o del frío que hace en la zona aun estando dentro de una casa con estufa, y alguna anécdota relacionada con los trenes. Conversaciones que duelen al espectador.

En las pocas escenas que podríamos decir que Galzer muestra, impacta. Podemos hablar de tres escenas concretas, las dos con los hijos del matrimoni Höss. Dientes, cenizas y primeros besos de un primer amor adolescente forman parte de ellas

En el campo de la interpretación, solo un nombre Sandra Hüller, vista este año en la notable Anatomía de una caída (Justin Triet). Hüller se come la pantalla y nos regala una actuación sublime, magnífica en todos su registro dramáticos. Una mujer convencida y entregada a la causa nazi y que no va a dejar a nada ni a nadie quitarle sus grandes comodidades aunque a su lado se esté cometiendo uno de los peores crímenes de la historia de la humanidad.

En conclusión, Jonathan Glazer nos regala un film duro e impactante. Una nueva obra de gran calibre de este gran 2023.
mpt
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