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Críticas 44
Críticas ordenadas por utilidad
Críticas ordenadas por utilidad
8
19 de enero de 2020
12 de 13 usuarios han encontrado esta crítica útil
En 1894 el caso Dreyfus, en el que un oficial francés de origen judío fue acusado de alta traición, dividió a la sociedad francesa y ocupó las portadas de los diarios durante varios meses. Sin embargo lo que en un principio parecía un caso bastante claro, se fue oscureciendo progresivamente a lo largo de los años en los que el capitán Alfred Dreyfus estuvo encerrado y aislado en prisión. 125 años después, el caso vuelve a estar de actualidad con "El oficial y el espía" ("J'acusse", 2019), película dirigida por Roman Polanski y en la que el director polaco intenta establecer una analogía entre el caso Dreyfus y su propio juicio por violación, el cual comenzó hace más de cuarenta años.

Tras el juicio y condena de Dreyfus (Louis Garrel), el coronel Georges Picquart (Jean Dujardin), uno de los testigos de la acusación contra Dreyfus, es asignado a la división de contrainteligencia. Allí descubrirá no sólo que sigue habiendo alguien dentro del ejército francés pasando información a los alemanes, si no que las pruebas que se presentaron contra Dreyfus eran muy débiles. Todo ello le lleva a iniciar una cruzada personal que haga que declaren inocente al oficial condenado y juzguen al oficial al que él considera culpable de todo lo acaecido. No obstante, desde el primer momento se encontrará con trabas para llevar a cabo dicha tarea, sobre todo desde los generales que condenaron al capitán judío.

El guión, creado por el propio Polanski a partir del libro "An officer and a Spy" escrito por Thomas Harris, es un prodigio de síntesis narrativa, de tal forma que muestra los hechos acaecidos de forma que puedan llegar de forma clara al cerebro del espectador, sin resultar en ningún momento una narración vulgar o simplista. Sólo unos pocos flashbacks interrumpen una narración lineal, necesaria para poder lidiar con el importante número de personajes que pueblan la historia.

Pero si por algo destaca "El oficial y el espía" es por una puesta en escena trabajada hasta la extenuación. No hay plano o secuencia que no esté diseñada a la perfección, a lo cual ayudan unos excelentes decorados. Todo ello lleva al espectador a encontrarse en el París de finales del Siglo XIX, una época tan convulsa y difícil como la que se vive en el actualidad.

Así mismo la dirección de Polanski es, una vez más, excelente. La película tiene un ritmo envidiable, sin tener apenas escenas de acción, gracias a unos diálogos inteligentes y al talento del director a la hora de introducir al espectador no sólo en la historia, si no también en las motivaciones personales de cada uno de sus integrantes. Además, la película presenta escenas de gran belleza visual, a pesar de que la gran mayoría de las mismas transcurren en los interiores de estancias vagamente iluminadas.

Por otro lado la actuación del protagonista casi único del film, Jean Dujardin es muy destacable y sin duda es su mejor trabajo hasta la fecha. El actor francés clava su representación de un personaje íntegro hasta la médula y con una vida personal caracterizada por la libertad, la cual pone claramente en peligro al llevar a cabo su defensa de Dreyfus y enfrentarse a la opinión de sus superiores. El resto de intérpretes realiza su papel con solvencia, destacando a Emanuelle Seigner como la amante casada de Georges Piquart y al siempre maravilloso Mathieu Amalric, el cual da vida al experto grafólogo cuya declaración fue clave en el juicio contra Dreyfus.

En definitiva, se trata de una película muy recomendable, no sólo a nivel histórico, si no también a nivel cinematográfico y que, una vez más, recomiendo ver en su idioma original para poder disfrutar al máximo de sus múltiples virtudes. Lo que no acabo de entender es que la Academia de Artes Cinematográficas la haya olvidado por completo en las nominaciones a los Oscars de este año. Bueno, en realidad sí que lo entiendo, pero no comparto las razones no exhibidas, pero sí asumidas para dicha decisión. Aunque eso es otra historia que no me compete a mi analizar ni juzgar, yo solamente me dedico a glosar las virtudes o defectos de las obras cinematográficas y no la vida personal de sus creadores.

Gabriel Menéndez Piñera
https://historiasdelceluloide.elcomercio.es
28 de enero de 2022
10 de 12 usuarios han encontrado esta crítica útil
Superar una tragedia familiar es una de las cosas más difíciles y dolorosas que pueden sucederle a alguien en su vida. Pasan los años, el dolor no remite y las preguntas vuelven una y otra vez a tu cabeza, la cual busca una respuesta que no encuentra y que quizás no exista. Este es el punto de partida de "Mass", excelente ópera prima de Fran Kranz, la cual gravita en torno a cuatro personajes reunidos en una habitación.

Jay (Jason Isaacs) y su mujer Gail (Martha Plimpton) acceden a concertar una reunión con Linda (Ann Dowd) y Richard (Reed Birney). Ambas parejas perdieron a sus hijos seis años atrás en un asesinato múltiple ocurrido en el instituto en el que ambos estudiaban. A medida que pasan los minutos, la reticencia inicial va dando paso a un torrente de emociones, recuerdos y reproches.

Hay mucho que destacar positivamente en esta película que, pese a discurrir casi en su totalidad en un único escenario, tiene un ritmo constante. Para conseguirlo, el director utiliza dos estilos visuales muy definidos. Comienza con una puesta en escena muy clásica, aderezada con un montaje muy vivaz para, a partir de determinado momento crítico, usar un efecto cámara en mano acompañando a planos más extensos.

Sin embargo la base del film es el excelente guion, escrito por el propio director Fran Kranz, el cual contiene algunos diálogos que rozan la perfección, manteniéndose en un nivel altísimo durante todo el metraje. Esto ha ayudado mucho a los cuatro intérpretes principales, los cuales realizan una labor impresionante a la hora de dar vida a lo escrito en el papel. Un trabajo coral, en el que se nota que ha habido mucho apoyo entre los cuatro a la hora de dar vida a sus personajes.

"Mass" es una película dura por el rema que trata, pero perfectamente digerible por todo tipo de espectadores, gracias a la calidad de todos sus ingredientes. No olviden los pañuelos.
26 de marzo de 2019
10 de 13 usuarios han encontrado esta crítica útil
Hay películas cuya primera escena ya te indica la calidad de la misma, obras cinematográficas que te atrapan desde el primer momento y ya no te sueltan hasta pasadas horas de su final. Esto sucede con "La carta" ("The letter", 1940), excelente drama, dirigido por William Wyler y protagonizado por una Bette Davis en estado de gracia.

En dicha primera escena, la cual está rodada desde una grúa que se mueve lentamente a metro y medio de altura, se puede observar que estamos en una plantación de caucho en plena noche, se ven los árboles desprendiendo dicha sustancia, así como las chozas donde duermen los trabajadores nativos. De repente, se oye un disparo y la cámara se traslada a la entrada del edificio principal, de la que vemos salir a un hombre herido, tambaleándose. Tras él aparece Bette Davis, la cual continúa disparando a ese hombre hasta vaciar el cargador.

El guión, escrito por Howard Koch y el propio director Wyler, está basado en un relato corto del reputado escritor de novelas y obras teatrales, Somerset Maughan, el cual ya había sido representado en el teatro y tenía otra adaptación cinematográfica del mismo título realizada en 1929 por Jean de Limur para la Paramount.

Se podría pensar que esta película es otro más de los muchos melodramas de la Warner, un vehículo de lucimiento para la diva Bette Davis, pero en esta ocasión el excelente trabajo de la actriz se ve superado por una labor aún superior de William Wyler. Este, junto a su director de fotografía Tony Gaudio, consigue crear una auténtica obra maestra cinematográfica en la que los largos planos secuencia y el uso de las luces y sombras mantienen en tensión al espectador de forma constante durante su visionado.

Pero vamos por partes, Bette Davis realiza en esta película una de sus mejores actuaciones delante de una cámara de cine, componiendo un personaje complejo, alguien con dos caras una de las cuales se ve obligada a reprimir constantemente. Para ello, el personaje de Leslie se refugia en la tarea de tejer un chal, con ello consigue liberar su mente de todos los fantasmas que la atormentan. Sin embargo cuando la prenda ya está terminada es el momento en que esa doble personalidad salga a la luz.

No es Davis el único miembro destacable del reparto ya que Herbert Marshall en su papel de marido abnegado y absolutamente enamorado de su mujer, realiza una labor destacadísima, de tal forma que las escenas entre ambos intérpretes son un prodigio de credibilidad y buen gusto.

Respecto a la labor de dirección de Wyler, es excelente se mire por donde se mire. Su elaborada puesta en escena en las secuencias de interiores, junto con los suaves y constantes movimientos de cámara, consiguen crear un ritmo vivo y de tensión creciente. Algo que es más notable aún, teniendo en cuenta que la mayor parte de la trama se desarrolla en escenarios de interior.¨Unicamente se nos muestran breves insertos de escenas exteriores, que refuerzan el contraste entre unas y otras.

La fotografía de Tony Gaudio, heredera del expresionismo alemán de entreguerras, está realizada en tonos bajos con mucho contraste de luces y sombras, lo que refuerza el tono negro y misterioso de este supuesto melodrama. En muchas ocasiones utiliza el pretexto de la luz lunar, en las escenas nocturnas, para iluminar al personaje de Leslie en función de su estado emocional.

La película tuvo un gran éxito cuando se estrenó, llegando a convertirse en uno de los films más taquilleros de los años 40. Así mismo obtuvo 7 nominaciones a los premios Oscar, entre ellas Película, director, actriz y actor secundario. Sin embargo no obtuvo ningún premio a los que aspiraba, siendo "Rebeca" (Alfred Hitchcock"), la ganadora ese año del Oscar a la mejor película en una edición en la que los premios estuvieron muy repartidos.

Gabriel Menéndez Piñera
Https: historiasdelceluloide.elcomercio.es
1 de octubre de 2019
20 de 34 usuarios han encontrado esta crítica útil
¿Hay alguna posibilidad de que antes que el hombre termine con el planeta Tierra se reconcilien las dos Españas?. No lo se, ojalá que así sea, lo que sí estoy seguro es que un primer paso puede ser el visionado general de "Mientras dure la guerra" (2019) la última película del director Alejandro Amenábar. En ella, aparte de mostrarnos los últimos meses de vida del genial escritor vasco Miguel de Unamuno, podemos constatar que las diferencias de opinión y de pensamiento entre las dos mitades de la población española siempre estarán ahí, inmutables a través de los siglos. Pero también se nos muestra que la tolerancia de pensamiento y el diálogo es la única vía de avanzar positivamente hacia un entendimiento que evite repetir lo ocurrido hace ya 80 años.

La acción transcurre en Salamanca en 1936, donde Miguel de Unamuno (Karra Elejalde), rector de la Universidad de Salamanca, es repudiado por el gobierno de la república y destituido de su cargo, al apoyar el levantamiento del General Franco. Dicho apoyo viene provocado por la necesidad de restablecer el orden que, según parece, la República había perdido en muchos aspectos. Sin embargo el escritor se irá dando cuenta que el golpe de estado no busca restablecer el orden, si no generar una guerra santa que "limpie" al país de ciudadanos que no piensen y actúen como Franco y sus generales.

Lo primero que hay que decir es que "Mientras dure la guerra" reparte estopa a diestro y siniestro, ya que no se salva nadie de la crítica (más que nada constructiva). Ni un bando, ni otro, ni el propio Unamuno se quedan fuera de tiro de los dardos escritos por Alejandro Amenábar y Alejandro Hernández en un guión que, aparte de reflejar lo ocurrido en esos primeros meses de Guerra Civil, busca la forma de mostrar que podemos estar en desacuerdo y seguir conviviendo, incluso ser buenos amigos. Hay que decir que este no es primer film español sobre la guerra civil que intenta llegar al acuerdo entre los dos bandos. Ya por el año 1962 Antonio Isasi Isasmendi dirigía "Tierra de todos", en la que un franquista y un republicano tienen que compartir techo durante la guerra. Poco a poco el diálogo forzado entre ambos llevará al conocimiento y respeto mutuo.

El hecho de tomar como puntos de vistas principales las figuras de Unamuno y Franco y que ambos salgan muy bien parados (sin dejar de ser criticados en algunos aspectos), conlleva un contraste muy oportuno a la hora de no dejarse llevar por los prejuicios personales que cada uno tenga en su mente o en su corazón. La labor de los dos actores que los interpretan es sobresaliente, en especial don Karra Elejalde, el cual borda un papel tan complejo como agradecido. También es muy destacable el trabajo de Santi Prego como Franco, al que logra dotar de una verosimilitud que asusta. Algo más caricaturesco es el personaje del general Millán Astray, al que Eduard Fernández le otorga un cinismo y una sorna más que sobresalientes.

Todos conocemos el talento de Amenabar como director y en esta ocasión vuelve a dar muestra de ello a través de un film con un ritmo envidiable, a pesar de ser una película basada mayoritariamente en los diálogos. El director consigue crear alguna escena de muchísima tensión, que eleva el interés del espectador medio entre tanta información que se nos muestra. Además la puesta en escena, una de sus especialidades, vuelve a destacar nuevamente, con momentos de altísimo nivel cinematográfico.

Si algo se le puede echar en cara al film es algún que otro mensaje que se reitera demasiado, así como el uso excesivo de la música (compuesta por el propio Amenábar) para recalcar la importancia de determinados momentos, lo cual no hacía ninguna falta.

Se trata de una película que hay que ver sin fanatismos, en la que se puede aprender mucho sobre ambos bandos contendientes y sus seguidores. Además tiene la calidad cinematográfica suficiente como para que se pueda dejar a un lado la lectura social y política y centrarse únicamente es sus valores técnicos y artísticos, los cuales tiene a raudales.

Gabriel Menéndez Piñera
Https://historiasdelceluloide.elcomercio.es
12 de abril de 2021
11 de 18 usuarios han encontrado esta crítica útil
¿Se puede mezclar realidad y ficción en una película de tal forma que, llegado un momento, no sepas ya si estás viendo una fábula o el más duro de los documentales?. ¿Se puede realizar además con una técnica narrativa y visual al nivel de cualquiera de los mejores directores de la historia?. ¿Puede también dicha película involucrar al espectador y emocionarlo con todas y cada una de sus maravillosas escenas?. La respuesta a estás tres preguntas es afirmativa y se corresponde con una película rodada el pasado año 2020. Me refiero a "Nomadland" (Chloé Zhao), en la que la directora china llega a una cima, en su corta carrera, que veo difícil pueda llegar a superar algún día, aunque ojalá me equivoque.

Fern (Frances McDormand) ha perdido en pocos años a su marido y su trabajo. Debido a ello y a la total falta de expectativas laborales en la zona en la que vive, decide llevar una vida nómada a bordo de su autocaravana, trabajando de forma temporal en diferentes empleos a lo largo de toda la zona Medio Oeste de Estados Unidos. Durante su camino irá conociendo otros nómadas que la acompañarán en este viaje a la libertad, la cual sin embargo tiene un precio, que a veces puede resultar demasiado alto.

La película parte del libro "Nomadland: Surviving América in the Twenty-First century" escrito por Jessica Bruder y en el que se describen a estos nuevos nómadas, los cuales al igual que los primigenios indios americanos, montan campamentos temporales en las zonas en las que hay oferta de trabajo extra en fechas determinadas. A partir de esa base Chloé Zhao, autora del guión, nos narra la historia de Fern, en la forma vital de Frances McDormand, la cual comparte su labor actoral con auténticos nómadas tornados en intérpretes para la ocasión.

No se exactamente como describir la labor de Chloé Zhao como directora en "Nomadland" y la razón es que no conozco adjetivos lo suficientemente superlativos que hagan justicia a un trabajo que se podría considerar como perfecto. Todo, absolutamente todo está a un nivel excelso, empezando por una narrativa densa, profunda, que se toma su tiempo, con el objeto de introducir al espectador en un mundo al que es totalmente ajeno. Siguiendo por un uso de la cámara sencillamente colosal, el cual alterna primerísimos planos de los protagonistas, con panorámicas exteriores de una enorme belleza. Así mismo, el movimiento de la cámara es siempre suave, acompañando a la protagonista como una sombra silenciosa y consiguiendo escenas sobrecogedoras que llegan a emocionar de pura belleza técnica. Pero es que además, Chloé Zhao consigue algo reservado sólo a los más grandes, consigue meter al espectador en la autocaravana, de tal forma que la pantalla de cine desaparece y de repente te encuentras en medio del desierto, contemplando una puesta de sol inenarrable, tomando una cerveza que Fern te ofrece desinteresadamente, mientras te mira con media sonrisa y tú, sin saber exactamente por qué, rompes a llorar de emoción.

Es hora de hablar de Fern, es decir de Frances McDormand y de un trabajo como actriz que rompe todos los esquemas habidos y por haber. Sin apenas gestos y pocos diálogos, la genial intérprete consigue un personaje que va a permanecer en la memoria del espectador durante muchos años, por su sencilla complejidad, sus contradicciones y por reflejar de forma magistral la caída del sueño americano de finales del siglo XX, así como la vuelta a las raíces de dicho sueño, las de los pioneros que atravesaban el país en sus carromatos, en busca de una vida mejor. No quiero olvidarme de Dave, su compañero de fatigas en gran parte del film, interpretado por David Strathairn, uno de los actores más infravalorados de las últimas décadas. David consigue mantener el tipo en todo momento, frente a su compañera de reparto y nos regala un personaje bueno y dulce, pero con mucha personalidad.

Al igual que hiciera en su anterior película "The rider" (2017), Chloé Zhao utiliza como actores a los protagonistas reales de la historia que nos quiere contar. Si en 2017, eran los cowboys de rodeo los que se ponían frente a la cámara, en esta ocasión son verdaderos nómadas a los que la directora saca muy buenas interpretaciones, en otro aspecto de su descomunal talento, el cual me tiene hablando sólo por las noches.

En definitiva, "Nomadland" es una de las mejores experiencias que he tenido en una sala de cine, un torrente de emoción y talento, en el que además se nos cuenta una historia que merece la pena conocer. Sinceramente, desde John Ford no había visto a nadie controlar la posición de la cámara en exteriores al nivel de como Chloé Zhao lo consigue en esta película. No puedo si no recomendar a todo el mundo que deje a un lado, aunque sea por un día, todas esas obligaciones que nos hemos construido para llenar nuestra vida y se introduzca durante dos horas en una autocaravana que circula a lo largo de territorio norteamericano.

Gabriel Menéndez Piñera
Historiasdelceluloide.elcomercio.es
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