Julianne (Julia Roberts) se entera de que su mejor amigo, Michael (Dermot Mulroney), al que no ve desde hace un tiempo, se va a casar con una joven adinerada llamada Kim (Cameron Díaz). Es entonces cuando Julianne se da cuenta de que sigue enamorada de Michael y se propone acabar con la relación que su amigo mantiene con Kim con la esperanza de que se quede con ella.

"La boda de mi mejor amigo" sorprende por lo poco convencional que resulta una cinta que en principio se presenta como una comedia romántica norteamericana sin más. Las reacciones de los protagonistas son bastante realistas, las artimañas que maneja Julianne son comprensibles teniendo en cuenta que sigue enamorada de su querido amigo Michael y, en definitiva, el largometraje de Hogan gusta por la honradez con la que el director maneja las relaciones que se establecen dentro del trío amoroso protagonista. Además, muchas de sus escenas resultan divertidísimas a la vez que otras son de un romanticismo sincero, creíble, envolvente.

Lo mejor de esta película, además de las magníficas interpretaciones de Roberts, Díaz y Mulroney, es que el espectador tiene la sensación de que la historia de amor que nos cuenta es relativamente realista, no es una comedia romántica más cargada de romance empalagoso. Recomendable si lo que desea es pasar un buen rato y emocionarse un poco.

Una familia norteamericana se muda a una casa a las afueras de Madrid. Pronto descubrirán que la casa guarda un oscuro secreto...y que no están solos.

Jaume Balagueró ofrece una muestra más de cómo se puede crear una buena película de terror sin escenas de violencia ni sangre explícitas. Un gran juego de luces y unas impactantes figuras moviéndose entre las sombras son suficientes para mantener al espectador en vilo durante toda la película, además de un poco asustado. La historia que el director nos va contando en relación con la casa y sus peculiares habitantes no está nada mal, es tan oscura y macabra como la terrorífica ambientación que recrea Balagueró para el largometraje. Una pena que la película se haga algo lenta al principio y que el final sea un tanto previsible.

Un misterioso anfitrión reúne a cuatro matemáticos con la finalidad de resolver el mayor enigma jamás planteado. Sin embargo, muy pronto descubren que la habitación en la que se encuentran va menguando conforme va pasando el tiempo y la única forma de enlentecer el proceso es mediante la resolución de los acertijos que son enviados a una PDA.

Da gusto ver películas que te hacen pensar (aunque sea durante una hora y media) y que no utilizan ni una sola gota de sangre para mantener la tensión a lo largo de la cinta. La interpretación del cuarteto de actores protagonista es magnífica y las relaciones que vamos descubriendo entre ellos son sorprendentes. La sensación de agobio que provoca la constante estrechez de la habitación en la que se encuentran los protagonistas es interesante, así como los detalles que muestran los directores con respecto a la escasa inteligencia pragmática que puede disponer un científico acostumbrado a resolver sobre el papel. Eso sí, algún que otro acertijo puede resultar difícil de seguir a la hora de su resolución, aunque esto no deja de ser un simple detalle (los directores se encargan de redirigir con bastante soltura el guión hacia la historia principal de forma que el espectador no caiga en el aburrimiento).

El cine necesitaba de una apuesta por los asesinatos en serie, después de una década repleta de terror para adolescentes vacío de argumento y cargado de grito fácil. Por el contrario, Jigsaw es un psicópata que desea poner a prueba tus ganas de vivir, hasta dónde el ser humano puede llegar por salvar su vida. Da que pensar la idea de que la mayor parte de sus víctimas acaban muriendo por no ser capaces de aprovechar la oportunidad de salvarse. La dirección de un novato como James Wan es sorprendente, puesto que es capaz de que el desarrollo no decaiga en ningún momento. El final es simplemente estupendo, te deja con la boca abierta. No es de extrañar que la franquicia se haya alargado más de lo conveniente...

Una mujer (Elizabeth Banks) es acusada de homicidio y condenada a cadena perpetua. Después de 3 años agotando todas las vías legales con las que justificar la inocencia de su esposa, su marido (Russell Crowe) comienza a trazar un plan de fuga con el que sacar a su mujer de la cárcel. Con este sencillo planteamiento, "Los próximos tres días" consigue tocarnos la fibra en más de una ocasión y hacernos plantear la facilidad que tiene la justicia para juzgar a las personas como culpables antes de haber agotado todas las posibilidades. El director (Paul Haggis) también hace especial hincapié en lo cruel y absurda que puede llegar a ser la normativa carcelaria (p.ej. prohibición del bis a bis o de visitas al hospital en determinados estados) hacia, no sólo aquellas personas condenadas por determinados delitos, sino también hacia sus familias. El papel de Russell Crowe es magnífico, convincente, capaz de transmitir frialdad y crudeza o todo lo contrario, emotividad y ternura, en función de las exigencias del guión; además, consigue llevar todo el peso de la cinta con bastante soltura. La última media hora de la película es trepidante, tensa, propio del buen cine americano.