Es una de las mejores interpretaciones que nos haya dejado Tom Cruise. Si le sumamos un Ken Watanabe siempre correcto y un gran villano actuado por Tony Goldwyn el resultado es más que convincente. Además, entre los secundarios nos encontramos con nombres como Masato Harada y Timothy Spall que aportan con creces su grano de arena.

Hans Zimmer, por su parte, regala una de las más conmovedoras y emocionantes bandas sonoras del último tiempo, con un marcado carácter épico en las batallas libradas y las escenas en las que Algren reflexiona y se pone a prueba a sí mismo, como aquella emblemática en que aún en recuperación, es golpeado brutalmente por el samurái Ujio mientras aprende a usar la katana, y ante lo cual se levanta una y otra vez, demostrando su carácter y temple.

Para los amantes del cine bélico y de las películas tipo Braveheart, será una auténtica delicia. La lucha de unos pocos por y para la libertad. Todo ello condimentado con una buena escenografía, apta ambientación y vestuario y una banda sonora épica. Casi no tiene pérdida.

Llevo esperando con ansia la cuarta (y quién sabe si última) temporada de Black Mirror, contando los días que faltaban para que Netflix publicara en su plataforma todos los episodios de la misma. Sabía que por-mucho calcetín y mucha bufanda que se entregase por estas fechas, el verdadero regalo navideño iba a ser esta tanda de seis capítulos. No mentiría si reconociese que tengo depositadas muchísimas esperanzas en la serie y que, amen de TWD, es la única creación con denominación de origen por la que me emociono cual niño de seis años.

Pues bien, con todo el dolor y pesar de mi corazón, he de reconocer que oficialmente la cuarta temporada es la del declive de la marca. Tras haberme visto el primer capitulo, el cual según los implacables y avezados críticos vislumbraban como soplo de aire fresco con aroma a renovación, y catalogado literalmente de "Tributo excelso a Star Trek" por IMDB; me apesadumbra tener que decir que de excelso nada, y que lo de tributo se queda en camino.

El filme comienza imitando a la perfección aquello que atisba ser una de esas películas ochenteras con naves espaciales y extraterrestes pululando unido a esas actuaciones de tinte surrealista tan características del siglo pasado. Sin embargo, esto es Black Mirror y ya de primeras te hueles que no todo va a ser la fantasía que inicialmente se deja entrever.

La historia, sin intención de desvelar nada, gira en torno a una distopía que aúna La Guerra de las Galaxias, realidad virtual y un tirano que paga todas sus frustraciones internas en casa como ingredientes. Es una buena premisa, que de haber sido aprovechada en su totalidad habría sentado precedente en la industria. Por desgracia, la cinta se desarrolla sin más y de la manera más previsible (santo y seña de lo que no es Black Mirror). Actuaciones buenas, sin llegar ninguno a la brillantez y en el que destacan Jesse Plemons y Osy Ikhil. Cristin Milioti a mi juicio pone la nota discordante en un papel que le exigía algo más.

Hay partes que se hacen algo pesadas y que denotan que están ahí principalmente para alargar (spoiler)

Confieso que no soy un asiduo fanático de este tipo de ficción, pero sí que creo que a los más aférrimos seguidores de la saga les dejará con cierto reflujo estomacal y cierta sensación de insuficiencia para una de las que sin duda, se consagrará (si no lo está ya ) como quintaesencia fílmica de nuestro tiempo.

Veremos si la cosa mejora.

Quizás no sea la mejor de todas ni la más entretenida, pero sí es mi película favorita de todos los tiempos. Veamos por qué:

La historia narra un mundo distópico donde el hombre ha creado un virus, que en principio se creía que curaría el cáncer, que ha matado a gran parte de la humanidad e infectado a otra gran parte de la humanidad; solamente se han salvado un 1% de personas que son inmunes. Entre ellas, y atrapado en una Nueva York totalmente despoblada, tenemos a nuestro protagonista Robert Neville. Neville es un científico militar que se quedó en la zona cero y vive en esta ciudad salvaje solo con su perro, e investigando una posible cura que devuelva a los infectados a su estado humano.

La historia esta bien y transcurre sin pausa teniendo un buen ritmo de principio a fin, y con una trama muy sencilla donde apenas se explica nada exceptuando algunos recuerdos y conversaciones, además cuenta con muy buenas escenas de tensión y acción.

Lo mejor es Will Smith. Y es que el 80% de la película es él solo con un perro. Eso tiene mérito, consigue mantener la tensión y entretener estando prácticamente solo. También la ambientación desoladora me ha gustado. Además probablemente estemos frente a los mejores efectos especiales de la primera década del siglo XXI.

El desenlace te pone la piel de gallina con una dosis de épica desmedida. A los amantes del cine "heroico" y distópico les encantará

La película por antonomasia del cine español. Una película mala, de actuaciones pésimas, con una deplorable historia y banda sonora aún peor, que da que pensar sin duda acerca de en qué se están invirtiendo nuestros impuestos destinados a Cultura.

Por culpa de películas como esta, la fama del cine de nuestro país será siempre la que es y en parte esto sí que nos afecta a todos.

La película se resume en drogas, sexo y fiesta, entremezclados de la manera más kafkiana y vergonzante.

Recemos por que vengan tiempos mejores, 2009 no fue un buen año para el drama español...

Como seguidor poco asiduo al cine latinoamericano, he de reconocer que el filme me sorprendió gratamente. Cada una de las historias es mejor que la anterior ( y que conste que la primera ya es sublime) y a cada cual te hace más replantearte en mayor cantidad acerca de cómo está estructurada la sociedad.

La sociedad nos ha enseñado a denostar aquello que se sale de la línea, sin enseñarnos, no obstante, a evaluar y empatizar con las situaciones que nos llevan a desmarcarnos.

Como dijo Ortega, yo soy yo y mi circunstancia, y es que a veces se nos olvida que el deber y la ética no siempre van ligados a la legalidad. La cortesía, la calma y la paciencia tienen un límite que cuando es sobrepasado saca a relucir nuestro verdadero yo, nuestro ser más puro e irracional.

La historia de los dos conductores es de lo mejorcito que ha hecho el cine. Y la actuación de Ricardo Darín, espectacular ( y ya van...)