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Críticas de FernandoArderius
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Críticas 17
Críticas ordenadas por utilidad
2
30 de marzo de 2020
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The change-Up es una película más, otra más del montón para ser vista en Navidades, una típica comedia estadounidense predecible que te hace reír un par de veces y poco más. Puedes intentar olvidar que la idea principal de la película no tiene sentido, pero aunque pases por alto que dos amigos se cambian el cuerpo uno a otro mediante el encantamiento de una fuente mágica, no hay por donde cogerla.

Lo que en principio es un ritmo rápido y que atrae, con grandes destellos de genialidad en los diálogos (su gran baza publicitaria es que está escrita por los guionistas de Resacón en las Vegas) va decayendo por el chiste fácil, la lentitud en el desarrollo, la obscenidad y la explicitud en alguna escena subida de tono. Desde el inicio se muestra cual es la situación: dos amigos de toda la vida no están satisfechos con sus vidas; Mitch (Ryan Reynolds) es el típico guaperas irresponsable y Dave (Jason Bateman) es el padre de familia oficinista aburrido. Después de mucho tiempo sin verse se ponen al día y se lamentan de su suerte, deseando la vida del otro para buscar lo que no tienen.

Creo que uno se desengancha de la historia al poco rato de empezar por su previsibilidad, y tienes que hacer un verdadero esfuerzo para no irte de la sala. Las actuaciones no están mal pero realmente son personajes y situaciones superficiales, creados por una industria cinematográfica que parece no tener ideas que sorprendan o sean novedosas.

El mejor punto: Te hace reír de vez en cuando.

El peor punto: El argumento. Muy previsible, obsceno, simple, se busca la risa y la lágrima fácil.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
FernandoArderius
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3
7 de mayo de 2017
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Real Steel es una película que ya has visto antes de verla, y no es una afirmación muy descabellada cuando a los 10 minutos ya te imaginas todo lo que va a pasar. Parece que la industria de cine estadounidense tiene muchas veces buenas ideas en lo referente a lo técnico y luego las desaprovecha con historias que empiezan mal, se dan una serie de altibajos y al final todos acaban comiendo perdices.

Y la que vino a ser llamada como una de las películas estrella de las navidades de 2011 en España (el fin de semana de su estreno en Estados Unidos fue primera en recaudación) no es una excepción. El director Shawn Levy (La pantera Rosa, Noche en el Museo) nos lleva a un fututo cercano para narrarnos la vida de una vieja gloria del boxeo humano –ya extinto- y su relación con un hijo que ha sido desconocido para él hasta los 11 años. Cuando su madre muere el personaje de Hugh Jackman (X-Men, Scoop) se ve obligado a cuidar de él, pero alguien con tantas deudas y que malvive del boxeo robot no puede ser una buena apuesta. De hecho por su temeridad se quedan sin luchadores que puedan pelear y tienen que empezar de cero, desde las peleas clandestinas hasta poder llegar a la cima.

Entonces en un vertedero el niño se encuentra un robot de sparring que no está diseñado para luchar, le hace mágicamente unos arreglos para que entienda voz y copie movimientos y ¡tachán!, ya tenemos película. Pero como no, no puede faltar la chica, en este caso una Evangeline Lilly (Perdidos, En tierra hostil) casi desaparecida en la trama que se limita a darle un par de besos al protagonista y ser la amiga del crío.

Y a fin de cuentas así son todos los personajes, vacíos, no es que actúen mal del todo pero se quedan en la superficie; se pretende que te emocionen pero es imposible que te lo creas. Tampoco puedes pedirle mucho más a esta película que se centra en el aspecto visual. Eso es lo único salvable del film, los efectos especiales. Ver a moles de acero controladas por personas en un ring al más puro estilo de Muhammad Ali o Sugar Ray es algo espectacular, pero decir que el argumento es pasable sería demasiado generoso.

De hecho es hasta ridículo ver al niño (Dakota Goyo) –que por lo demás hace un gran papel- con un corte de pelo a lo Justin Bieber bailar junto al robot Atom con movimientos calcados a aquel antes de cada combate. Después es el turno del padre, que manejando al robot con su voz y movimientos se puede resarcir de la oportunidad que perdió en su juventud.

A no ser que te guste utilizar tu tiempo para disfrutar de buenos efectos y pobrísimos argumentos -totalmente respetable-, creo que es mejor que no veas esta película.

El mejor punto: Los efectos especiales, lo único que te mantiene sentado en la butaca.

El peor punto: El argumento. No hay por donde cogerlo: previsible, simple, no creíble y un largo etcétera. Las interpretaciones también dejan bastante que desear.
FernandoArderius
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6
29 de abril de 2020
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Tras una buena acogida en la 64º edición del festival de Cannes, llegó a nuestros cines El castor, film dirigido por la también actriz Jodie Foster (El silencio de los corderos, La habitación del pánico) y protagonizado por Mel Gibson (Braveheart, Señales).

Walter Black está en el peor momento de su vida; sufre una gran depresión y por mucho que lo intente no puede salir a flote. Lo ha intentado todo: psicólogos, pastillas, libros de autoayuda… pero se pasa el día durmiendo y no hay nadie que le levante de la cama. Va cayendo en picado y arrastra a su familia con él, por lo que Meredith, su mujer (Jodie Foster) no tiene más remedio que echarle de casa.

Es entonces cuando toca fondo y harto ya de su mísera vida el protagonista intenta suicidarse, pero una marioneta de un castor aparecerá para salvarle la vida. Todo lo que ha probado anteriormente no ha funcionado, así que Walter decide llevar aquello malo de su persona a su nuevo amigo El Castor, que nunca se separa de él.

Con la ayuda del roedor, empieza a llevar casi la misma vida de antes, a la gente le dice que es un tratamiento psicológico y su familia vuelve a aceptarle, menos su hijo mayor Porter (Anton Yelchin). Es un chico difícil que se dedica a vender trabajos a sus compañeros, y su mayor temor es tener los mismos defectos que su padre. Con su vuelta se queda muy confuso y es justo en ese momento cuando empieza a entablar relación con una animadora (Jennifer Lawrence), de la que se irá enamorando casi sin darse cuenta.

Mientras tanto la empresa de juguetes que su padre dirige está en su mejor momento y Walter empieza a hacerse famoso, pero su familia vuelve a resquebrajarse otra vez, ya que lo que en principio parece una terapia milagrosa se convierte en locura, ya que Black acaba no distinguiendo entre la realidad y la ficción, por lo que tendrá que hacer algo al respecto si quiere ser feliz, el mismo de antes.

En uno de los peores momentos de la carrera de Gibson, Jodie Foster ha decidido darle una oportunidad, y el actor cumple con creces; crea un personaje con muchos matices, que avanza progresivamente hacia la locura y que necesitará de su familia para encontrarse a sí mismo. Esta es la consigna de la película, salir del pozo, no sumirte en el dolor, mirar hacia adelante y tener siempre los pies en el suelo en los momentos difíciles con el apoyo de los que te quieren.

The Beaver es la tercera película de Foster, en la que se relega a un segundo plano y muestra la capacidad de Gibson y de las jóvenes promesas Anton Yeltchin y Jennifer Lawrence, que hacen un gran papel en una historia secundaria que se entrelaza a la perfección con la principal. En conclusión, es una película agridulce, que en principio te hace pensar que será una más, pero se va haciendo muy profunda; te habla de las ganas de vivir y acaba dejando con un buen sabor de boca.

El mejor punto: La interpretación de Mel Gibson. Acostumbrados a papeles de acción, da gusto verle hacer un personaje tan profundo y convincente.

El peor punto: Es un poco previsible, aunque cierto es que hay un par de sorpresas por el camino.
FernandoArderius
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El impostor
Documental
Reino Unido2012
7.1
7,584
Documental
6
30 de marzo de 2020
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Cada vez más el género documental está presente en la actualidad, y su progresiva ascensión dentro del séptimo arte es una prueba de ello. Ya sea sobre música (Anvil – El sueño de una banda de rock, Sacha Gervasi, 2008), mundo animal (Océanos, Jacques Perrin y Jacques Cluzaud, 2009), economía (Inside job, Charles Ferguson, 2011) o acerca de la propia industria (Woody Allen: El documental, Robert B. Weide, 2011) es innegable la solidez y riqueza de este tipo de cine, que se encuentra en constante evolución.

En los últimos años han ido surgiendo documentales con una gran dosis de misterio, suspense y ambigüedad donde las barreras entre ficción y realidad no están claramente delimitidas y se deja a espectador la libertad para qué creer o no creer. Esta corriente nos ha dejado títulos como Catfish (Henry Joost y Ariel Schulman, 2010) o Exit Through the Gift Shop (Bansky, 2010), documental con el que El impostor ha sido comparado en numerosas ocasiones.

El director Bart Layton ha entrado con buen pie en el cine. Tras una exitosa carrera con documentales para televisión, llegando a ser finalista en premios como al mejor documental de la Royal Television Society o al mejor documental de los Grierson Awards, el inglés ha pegado el salto a la gran pantalla con una cinta basada en hechos verídicos -por increíbles que puedan parecer- que consiguió el Premio del Público en Sundance y el Gran Premio del Jurado de Miami en el año 2012.

Nicholas Barclay tenía 13 años cuando desapareció en San Antonio, Texas. Un 13 de junio de 1994 se fue a jugar a baloncesto con amigos pero no volvió a casa, y no se supo nada de su paradero hasta que fue encontrado en España el 7 de octubre de 1997, pero en realidad no era él.

Su identidad fue suplantada por Frédéric Bourdin, también conocido como “El camaleón”, un famoso impostor francés de origen argelino que -según él- llegó a hacerse pasar al menos por 500 personas inexistentes, perteneciendo como mínimo tres a adolescentes reales desaparecidos.

Al parecer, 10 años de diferencia, pelo moreno en vez de rubio, ojos marrones en lugar de azules y un inglés con acento francés no fueron impedimento para que “El camaleón” consiguiera engañar tanto a autoridades españolas como americanas y conseguir pasaporte para viajar a Estados Unidos y convivir casi cinco meses con los Barclay, que finalmente descubrieron el engaño gracias a un investigador privado que sospechó de Bourdin mientras trabajaba con un equipo de televisión que grabó a la familia.

Una asombrosa historia transformada en documental, pero no en un documental propiamente dicho. El director utiliza las entrevistas al propio Frédéric, -que va narrando sus recuerdos de engaño y suplantación de la identidad del chico Barclay- y a los demás implicados como familiares o el propio investigador y las mezcla con gran maestría con material real de archivo y dramatizaciones de lo que los personajes van contando al espectador, que según van pasando los minutos no sabe a qué atenerse.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
FernandoArderius
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6
30 de marzo de 2020
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Salvo contadas excepciones como el famoso documental viral Kony 2012 (Jason Russel, 2012), el horror de los niños soldado no es un tema recurrente en los medios de comunicación, ni por supuesto en el cine.

Por suerte existen cineastas como el canadiense Kim Nguyen que se atreven a contar historias crudas y desgarradoras, pero por desgracia también invisibles y olvidadas. Este es el caso de Rebelde (War witch), nominada como mejor película de habla no inglesa en los premios Óscar 2013 (Canadá) y que además ha recibido en el festival de Tribeca el premio a mejor película y mejor actriz por la actuación de Rachel Mwanza, que también consiguió el Oso de Plata del Festival Internacional de Cine de Berlín en su 62 edición.

Nacida en 1997 en la República Democrática del Congo, Rachel fue abandonada por sus padres hace siete años y vivía a caballo entre la casa de su abuela y las calles de Kinshasa hasta que el director junto con los productores Pierre Even y Marie-Claude Poulin la vio en un documental y decidió hacerle el casting para interpretar a Komona, una decisión acertadísima que la alejó de la miseria y que sorprendentemente nos ha dejado una magnífica interpretación.
En una pequeña aldea de algún lugar de África subsahariana, Komona, una niña de 12 años vive tranquilamente con sus padres hasta que es secuestrada por el ejército rebelde y obligada a luchar como niña soldado. Pero no es una niña soldado cualquiera; puede ver a los muertos y estos le ayudan a escapar de la muerte una y otra vez hasta que la bautizan como “bruja de la guerra” y se convierte en fetiche de los rebeldes.

Aún así, nada impedirá que el horror y la violencia se crucen en su camino continuamente, aunque la compañía de su amigo y enamorado Mago (Serge Kanyinda), un chico albino de 15 años también hechicero, será su gran apoyo en la lucha por la supervivencia en un país en plena guerra.

Toda esta historia es narrada en primera persona por la protagonista, que le cuenta al bebé que lleva en su interior todo aquello que sucedió antes de quedarse embarazada sin tapujos, con mucho amor pero sin faltar ni un momento a la verdad, por muy desagradable que sea.

Desagradable y fantástica a la vez, porque Kim Nguyen –que además de director es guionista- nos transporta a un mundo desgraciadamente real, pero a medias, donde el misticismo le da un toque de originalidad a una historia triste pero bonita, aunque en algunos momentos puede llegar a cansar por reiterativa, con un ritmo en ocasiones demasiado lento.

Sin embargo, es innegable la belleza que se consigue con los paisajes y la música de África, pero sobre todo con la química del personaje de Rachel Mwanza y la relación con su compañero de fatigas, que hará todo lo posible para casarse con ella.

En definitiva, Rebelde es una de esas historias que casi nunca te cuentan, pero una vez que la conoces te emocionará y estremecerá a partes iguales como tampoco casi nunca lo han hecho.
FernandoArderius
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