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5.0
23
5
12 de agosto de 2019
12 de agosto de 2019
5 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Esta obra, en líneas generales, es positiva para la ciudadanía. Las espectadoras y los espectadores pueden visionarla sin temor, al tratarse de una historia que combate el blancocentrismo. No obstante, sería conveniente corregir algunos aspectos que se exponen a continuación.
El título y nombre del protagonista alude a mecánicas dictatoriales ('Boss') y racistas ('Nigger'). Debe sustituirse por un término respetuoso e inclusivo: 'Afroamericano Empoderado'.
El western es un género cinematográfico fascista, en el que destacan figuras nazis y franquistas como John Ford. Por lo tanto, la historia debe trasladarse a un espacio seguro: una comunidad asamblearia y ecológica de algún país nórdico de Europa.
Durante toda la película se montan caballos. Esto supone una vil actitud especista que debe arreglarse introduciendo un medio de transporte no explotador: la bicicleta.
El personaje principal es de género masculino. Un claro rasgo patriarcal, que debe subsanarse mediante una ley de cuotas que haga que la protagonista sea mujer: Pam Grier. Como compañera puede contratarse a Oprah Winfrey, para que los cuerpos reales tengan representación.
La presencia de afroamericanos y mexicanos no resulta suficiente, puesto que no aparece gente de los pueblos originarios americanos. Tampoco asiáticos, árabes, gitanos o australoides. Alarmante racismo que debe remendarse con la inclusión de actores y actrices de todos los colores y culturas existentes.
Todas las relaciones que salen en pantalla son heterosexuales. Un sonrojante atentado contra la diversidad sexual, que deberá ser resuelto a través de la incorporación de personas LGTBI+. En esta misma línea, es necesario señalar que todos los personajes son hombres o mujeres. Transgéneros y personas no binarias deberán tener el mismo peso en la trama que los dos géneros tradicionales y opresores.
Tras estas correcciones, el filme mejoraría notablemente, y la ciudadanía lo podría visionar con un mayor respeto a los valores del siglo XXI y la Declaración Universal de los Derechos Humanos.
El título y nombre del protagonista alude a mecánicas dictatoriales ('Boss') y racistas ('Nigger'). Debe sustituirse por un término respetuoso e inclusivo: 'Afroamericano Empoderado'.
El western es un género cinematográfico fascista, en el que destacan figuras nazis y franquistas como John Ford. Por lo tanto, la historia debe trasladarse a un espacio seguro: una comunidad asamblearia y ecológica de algún país nórdico de Europa.
Durante toda la película se montan caballos. Esto supone una vil actitud especista que debe arreglarse introduciendo un medio de transporte no explotador: la bicicleta.
El personaje principal es de género masculino. Un claro rasgo patriarcal, que debe subsanarse mediante una ley de cuotas que haga que la protagonista sea mujer: Pam Grier. Como compañera puede contratarse a Oprah Winfrey, para que los cuerpos reales tengan representación.
La presencia de afroamericanos y mexicanos no resulta suficiente, puesto que no aparece gente de los pueblos originarios americanos. Tampoco asiáticos, árabes, gitanos o australoides. Alarmante racismo que debe remendarse con la inclusión de actores y actrices de todos los colores y culturas existentes.
Todas las relaciones que salen en pantalla son heterosexuales. Un sonrojante atentado contra la diversidad sexual, que deberá ser resuelto a través de la incorporación de personas LGTBI+. En esta misma línea, es necesario señalar que todos los personajes son hombres o mujeres. Transgéneros y personas no binarias deberán tener el mismo peso en la trama que los dos géneros tradicionales y opresores.
Tras estas correcciones, el filme mejoraría notablemente, y la ciudadanía lo podría visionar con un mayor respeto a los valores del siglo XXI y la Declaración Universal de los Derechos Humanos.
9 de abril de 2022
9 de abril de 2022
4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Durante mi estancia en Buenos Aires, lo que más forastero me hacía sentir era mi acento ceceante. Según una chica que conocí, yo pronunciaba "como el GPS". Me instaba a soltar palabras mientras ella le decía a su hijo de cuatro años: "escuchá, mi amor, escuchá: ¡es gashego!" Por eso me ha tocado un poco los cojones que en esta película salga Paco Rabal seseando.
Bueno. La verdad es que me gustaba la atención de la chica y su hijo. Y tengo un gran aprecio por los argentinos. Con ellos me pasa como con el propio Rabal: hagan lo que hagan, les banco.
Bancar 'Intimidad de los parques' ya es otra cosa. Vaya pastiche de escenas. No la salva ni estar rodada en otro país maravilloso como Perú, ni basarse en cuentos del maestro Cortázar. Buena parte del metraje consiste en Dora Baret frotándose contra las piedras de Machu Picchu mientras truenan los violines de la banda sonora. Los comportamientos teatrales y el montaje saltarín rebelde sesentero tampoco ayudan.
Me quedo con el paseo nouvellevaguiano por Cuzco y el estilo de Rabal fumando y bebiendo whisky. Lo demás lo sacrificaba y me restregaba con su sangre.
Bueno. La verdad es que me gustaba la atención de la chica y su hijo. Y tengo un gran aprecio por los argentinos. Con ellos me pasa como con el propio Rabal: hagan lo que hagan, les banco.
Bancar 'Intimidad de los parques' ya es otra cosa. Vaya pastiche de escenas. No la salva ni estar rodada en otro país maravilloso como Perú, ni basarse en cuentos del maestro Cortázar. Buena parte del metraje consiste en Dora Baret frotándose contra las piedras de Machu Picchu mientras truenan los violines de la banda sonora. Los comportamientos teatrales y el montaje saltarín rebelde sesentero tampoco ayudan.
Me quedo con el paseo nouvellevaguiano por Cuzco y el estilo de Rabal fumando y bebiendo whisky. Lo demás lo sacrificaba y me restregaba con su sangre.
10 de abril de 2022
10 de abril de 2022
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
'La cornada', obra teatral de Alfonso Sastre, es el germen de esta película de personajes aplastados por sus traumas y la cruel lógica mercantil.
Juan Antonio Bardem, uno de los mejores directores de todos los tiempos, se rodea de pesos pesados como el veterano director de fotografía Alfredo Fraile o la montadora Margarita de Ochoa, poseedora de una filmografía impresionante.
Paco Rabal, uno de los mejores actores de todos los tiempos, comparte plantel con intérpretes de la talla de Nuria Espert o Julia Martínez Caba. Pero el que se roba el show es Enrique Diosdado con su papelón de empresario que explota toreros y controla la prensa.
Bardem camufla con naturalidad su pensamiento marxista en sitios como un diálogo entre un torero inseguro (Germán Cobos) y un trabajador de matadero (Manuel Zarzo). Amén de componer con la elegancia y precisión habituales.
Rabal derrama su carisma sobre la cicatriz de un torero arruinado. Intercambiando su compañía de animal mitológico herido por copas y cigarros. Humillado ante los aficionados, su amante y él mismo. Soñando con una redención al otro lado del océano.
América como huida hacia adelante, una vez más. Como si Caracas, México o Lima fueran capaces de matar unos demonios que llevamos dentro. Los traumas se arrastran por nuestras cavidades, tan inasibles como peces en aguas oscuras.
Para superar el pánico, hay que sumirse en cierto estado de abandono. Un paradójico no aferrarse a la vida para así conservarla.
Arrojo y al trauma.
" (…)
Ya luchan la paloma y el leopardo
a las cinco de la tarde.
Y un muslo con un asta desolada
a las cinco de la tarde.
(…) "
'Llanto por Ignacio Sánchez Mejías'
Federico García Lorca
Juan Antonio Bardem, uno de los mejores directores de todos los tiempos, se rodea de pesos pesados como el veterano director de fotografía Alfredo Fraile o la montadora Margarita de Ochoa, poseedora de una filmografía impresionante.
Paco Rabal, uno de los mejores actores de todos los tiempos, comparte plantel con intérpretes de la talla de Nuria Espert o Julia Martínez Caba. Pero el que se roba el show es Enrique Diosdado con su papelón de empresario que explota toreros y controla la prensa.
Bardem camufla con naturalidad su pensamiento marxista en sitios como un diálogo entre un torero inseguro (Germán Cobos) y un trabajador de matadero (Manuel Zarzo). Amén de componer con la elegancia y precisión habituales.
Rabal derrama su carisma sobre la cicatriz de un torero arruinado. Intercambiando su compañía de animal mitológico herido por copas y cigarros. Humillado ante los aficionados, su amante y él mismo. Soñando con una redención al otro lado del océano.
América como huida hacia adelante, una vez más. Como si Caracas, México o Lima fueran capaces de matar unos demonios que llevamos dentro. Los traumas se arrastran por nuestras cavidades, tan inasibles como peces en aguas oscuras.
Para superar el pánico, hay que sumirse en cierto estado de abandono. Un paradójico no aferrarse a la vida para así conservarla.
Arrojo y al trauma.
" (…)
Ya luchan la paloma y el leopardo
a las cinco de la tarde.
Y un muslo con un asta desolada
a las cinco de la tarde.
(…) "
'Llanto por Ignacio Sánchez Mejías'
Federico García Lorca

5.7
56
6
2 de diciembre de 2021
2 de diciembre de 2021
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Tenía leídas tres novelas escritas por Alberto Vázquez-Figueroa: 'Tuareg', 'Sicario' y 'Bora Bora'. Todas me gustaron. Tenía vistas tres películas dirigidas por Monte Hellman: 'El tiroteo', 'Gallos de pelea' y 'Carretera asfaltada en dos direcciones'. Todas me gustaron. Era tiempo de abordar la fusión de ambos: 'Iguana'.
Antes del visionado, leí que el argumento se basaba en el irlandés Patrick Watkins, supuesto primer residente de las Galápagos. Supuesto porque ya siglos antes, hordas de piratas se refugiaban allí, en el archipiélago descubierto por Fray Tomás de Berlanga cuando acudía al Perú para reunirse con Pizarro y Almagro.
Una vez instalado en la butaca, los créditos iniciales me mostraron gran cantidad de españoles, como Gil Parrondo en la dirección de arte o Josep Maria Civit en la de fotografía.
El protagonista no paraba de recordarme a alguien. Claro: era Ed Hurley de 'Twin Peaks'. La isla también me sonaba. Con razón, pues era Lanzarote.
Seguí con interés la decisión del deforme Iguana tras sufrir el enésimo maltrato: "rechazar todos los dioses ajenos y declarar la guerra a la humanidad".
Vi cómo Iguana se autoproclamaba rey y esclavizaba a todo el que pillaba, fuera un viejo enemigo o un desconocido. Algunos detalles me chirriaron, como que plantase una bandera que revelaba su posición a los barcos, cuando gran parte de su poder consistía en que se desconociera su existencia.
Contemplé un duelo entre dos hombres retrotraídos a una violencia prehistórica mientras las olas les golpeaban.
Me deleité con el elegante final.
Antes del visionado, leí que el argumento se basaba en el irlandés Patrick Watkins, supuesto primer residente de las Galápagos. Supuesto porque ya siglos antes, hordas de piratas se refugiaban allí, en el archipiélago descubierto por Fray Tomás de Berlanga cuando acudía al Perú para reunirse con Pizarro y Almagro.
Una vez instalado en la butaca, los créditos iniciales me mostraron gran cantidad de españoles, como Gil Parrondo en la dirección de arte o Josep Maria Civit en la de fotografía.
El protagonista no paraba de recordarme a alguien. Claro: era Ed Hurley de 'Twin Peaks'. La isla también me sonaba. Con razón, pues era Lanzarote.
Seguí con interés la decisión del deforme Iguana tras sufrir el enésimo maltrato: "rechazar todos los dioses ajenos y declarar la guerra a la humanidad".
Vi cómo Iguana se autoproclamaba rey y esclavizaba a todo el que pillaba, fuera un viejo enemigo o un desconocido. Algunos detalles me chirriaron, como que plantase una bandera que revelaba su posición a los barcos, cuando gran parte de su poder consistía en que se desconociera su existencia.
Contemplé un duelo entre dos hombres retrotraídos a una violencia prehistórica mientras las olas les golpeaban.
Me deleité con el elegante final.
4 de abril de 2020
4 de abril de 2020
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Primer largometraje de la primera mujer de Perú dedicada a la realización cinematográfica: Nora de Izcue.
El amor surge en Iquitos entre el sociólogo limeño Miguel y la prostituta local Nexy. Ésta se ve acosada por unos seres malignos, por lo que ambos acuden al curandero Melitón. Durante la lucha chamánica, los valores académicos, urbanos y adinerados que encarnan Miguel y sus compañeros chocan contra los mágicos, montaraces y pobres que profesan las gentes loretanas.
La interpretación de Miguel realizada por Johnny Palacios es floja, Silvia Chávez como Nexy resulta mucho más natural. Una irregular voz en off rellena de forma tosca los huecos de guión. Algunos de los recuerdos y alucinaciones de Nexy son atractivos visualmente, pero otros se hacen irrisorios (madre mía esas criaturas dando manotazos al agua). El apartado musical tiene dos bellos momentos: los pianos de Luis Aguilar fusionados con el ruido de la jungla y la canción 'Si te contara' de Fernando Álvarez sonando en el baile.
Mi acercamiento a la película se debe a una experiencia personal en otra región de la Amazonía peruana: Madre de Dios. Allí conviví con un chamán que casi triplicaba en edad a Melitón. Y aunque mi viejo maestro era mucho más directo y sencillo que el del filme, he reconocido multitud de elementos ceremoniales comunes, como el dietar, el purgar, el agitar la rama, el humo de tabaco o los ícaros.
Nunca olvidaré a las personas selváticas y su bonito acento. Permanecerán conmigo junto a los sonidos nocturnos, la majestuosa lupuna y el ancho río (a mí me daba más miedo el pez canero que los yacurunas). Pero 'El viento del ayahuasca' me ha devuelto allí de forma más intensa de lo que me permite la memoria.
El amor surge en Iquitos entre el sociólogo limeño Miguel y la prostituta local Nexy. Ésta se ve acosada por unos seres malignos, por lo que ambos acuden al curandero Melitón. Durante la lucha chamánica, los valores académicos, urbanos y adinerados que encarnan Miguel y sus compañeros chocan contra los mágicos, montaraces y pobres que profesan las gentes loretanas.
La interpretación de Miguel realizada por Johnny Palacios es floja, Silvia Chávez como Nexy resulta mucho más natural. Una irregular voz en off rellena de forma tosca los huecos de guión. Algunos de los recuerdos y alucinaciones de Nexy son atractivos visualmente, pero otros se hacen irrisorios (madre mía esas criaturas dando manotazos al agua). El apartado musical tiene dos bellos momentos: los pianos de Luis Aguilar fusionados con el ruido de la jungla y la canción 'Si te contara' de Fernando Álvarez sonando en el baile.
Mi acercamiento a la película se debe a una experiencia personal en otra región de la Amazonía peruana: Madre de Dios. Allí conviví con un chamán que casi triplicaba en edad a Melitón. Y aunque mi viejo maestro era mucho más directo y sencillo que el del filme, he reconocido multitud de elementos ceremoniales comunes, como el dietar, el purgar, el agitar la rama, el humo de tabaco o los ícaros.
Nunca olvidaré a las personas selváticas y su bonito acento. Permanecerán conmigo junto a los sonidos nocturnos, la majestuosa lupuna y el ancho río (a mí me daba más miedo el pez canero que los yacurunas). Pero 'El viento del ayahuasca' me ha devuelto allí de forma más intensa de lo que me permite la memoria.
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