Esperada producción norteamericana del exitoso director surcoreano Park Chan-wook, un thriller muy psicológico que suaviza sus formas con una violencia sutil pero que mantiene la poética de sus imágenes, con transiciones entre escenas muy bellas. La calidad artística se nota aunque quizá en detrimento de la profundidad argumental pero que mantiene con acierto el misterio de un secreto que se desvelará. Esta es la historia de una chica que cumple dieciocho años, una ‘Miércoles’ (la hija gótica de la familia Adams) sociópata, aislada e introvertida que busca su sitio en su universo marginal tras haber perdido a su padre en un accidente.Tras la misteriosa aparición de su tío se establece una relación disfuncional con su madre, que no parece lamentar demasiado la muerte de su marido. La película brilla en detalles pero es suave, no impacta como lo hizo uno de los mayores éxitos de Park Chan-wook, su trilogía de la venganza, y muy concretamente su afamada Oldboy (2003), razón de la universalización de su cine y particularmente de su desembarco en EEUU. Resulta notable la interpretación de los tres personajes principales, que aunque parcos en palabras transmiten tensión con sus actitudes y miradas. Nicole Kidman como siempre excelente, ni la pasada de rosca de sus operaciones quirúrgicas le restan naturalidad (hay que observar los primerísimos planos cuando está acostada en los que se aprecia claramente una cicatriz en su nariz), la fascinación que despierta esta actriz seguirá dándole grandes papeles a pesar de que en la Meca del cine escaseen las propuestas para mujeres que van cumpliendo edad.

Comedia musical basada en las experiencias de un reportero adolescente que es contratado por la reconocida revista Rolling Stones para viajar enganchado a una banda de rock y descubrir el mundo de la música desde dentro. Muy recomendable por entretenida, cuenta a la vez su enamoramiento de una groupie muy profesional, que siente pasión por la banda hasta el punto de que mantiene una relación con su líder más carismático y conoce hasta las letras de sus canciones más malas. El grupo en cuestión se llama Stillwater en la película pero cuentan que sus peripecias y desencuentros están basados en las del mítico grupo Led Zeppelin.

Nos encontramos a mediados de los setenta y los gurús musicales predicen que el auténtico Rock ha muerto y que las bandas que proliferan en el mundillo se han vendido al marketing del mercado. Queriendo llegar a unas audiencias más amplias y menos exigentes la banda en cuestión empieza a resquebrajarse, a tener una crisis de liderazgo entre algunos de sus miembros y a olvidar lo que significa la verdadera pasión de sus mejores fans y, en particular, la de su mejor groupie. La historia de amor de una bella admiradora y animadora del grupo que se mantiene en un segundo plano frente a la novia oficial de su amante y que no cambia de chaqueta en su maleable mundo de admiradoras de la fama y el éxito que conlleva la música y su fantástica adhesión entre millones de jóvenes. El nombre de la película hace referencia a la gira tradicional, a lomos de un autobús, que será la definitiva, iniciática para el reportero adolescente y trascendental para la banda y para su mejor admiradora.

La película tiene una marcado tono de comedia adolescente, sin profundidades, pero transmite buen rollo y calidad por eso se puede considerar que da la talla. El argumento está bien construido y los fragmentos musicales son buenos y realmente nos introduce en una aventura musical que podría ser el sueño de cualquier adolescente. Si alguna vez habéis tenido dichas fantasías se disfruta más y si una tarde no tienes ganas de pensar es totalmente recomendable.

Tras ver 'Searching for sugarman' recuerdo la magia que supuso para mí la música, el loco anhelo juvenil que tuve al soñar con ser una estrella de la canción aun sin tener talento para ello (quién no ha caído en ese poderoso influjo de la época moderna de lo que se consideraba la cima del éxito en décadas de influencia de la cultura musical) En mi ignorancia vital no sabía, o no quería saber, cuántos verdaderos talentos no pudieron pasar del anonimato, cómo fue la música vehículo de expresión de la poesía, la protesta social y la resistencia antisistema pero a la misma vez de adherencia fanática al mismo a través de la cultura del éxito y del consumo. Con los años aprendí muchas cosas. Muchas vidas no se habrían perdido en la nada o en la destrucción si se hubieran abstraído de esta irresistible fuerza arrolladora de este sueño mágico creado por productores de la industria musical , medios de comunicación, lobbies y poderosos grupos de presión. Muchos mitos musicales fueron consumidos por esa inercia, por las drogas o por sus egos, devorados por el propio sistema antes de que consiguieran una auténtica revolución. Las historias son bien conocidas pero hubo otros que llevaron su inspiración a su vida cotidiana tras haver intentado sin fruto que sus voces fuesen catalizadoras de una disidencia ejemplar con su particular talento.

Poco más se debería desvelar de este documental tan bien construído del director sueco Malik Bendjelloul sobre este misterioso cantautor llamado Rodríguez para no estropear la emotiva sorpresa que encierra este aclamado trabajo (premio del público en el Festival de Sundance y posteriormente Óscar al mejor documental). El descubrimiento de tan singular personaje se presenta a través de una investigación de dos musicólogos de Sudáfrica que, extrañados por desconocer la circunstancias del origen y ocaso de un cantautor (que había sido revelador para la resistencia cultural anti-apartheid) emprenden un camino que les llevará a descubrir la vida de un personaje muy particular que había pasado desapercibido no sólo en la muy influyente industria musical de EEUU sino también para cualquier clase de escenario cultural o cualquier grupo de audiencia alternativa. El talento, la inspiración, la poesía, el sentido social de Rodríguez había pasado desapercibido y nadie sabía por qué. Lo que se comentaba que había sido su trágico final añadía más morbo al asunto.

Poco más se debe contar, como digo, del film, simplemente asegurar que la historia sorprende, emociona y que no defraudará a quien se acerque a él desde la inmensa curiosidad que siempre ha provocado la música y su poder de influencia. Y es gratificante encontrar un ejemplo en quien ha buscado la fuerza de ánimo para llevar una vida corriente, tras haber dado voz a la libre expresión a ideas y sentimientos que generalmente son frustradas por ser auténticas en este mundo tan caótico de superficiales voces almibaradas y de las luces brillantes del mundo del espectáculo. Muy recomendable.

Nacimiento y decadencia de una relación, dos bloques en la narración en esta pequeña pero brillante gran película que nos relata como a veces no es suficiente que se quiera salvar una relación si la pasión y la comunicación se ha evaporado con el paso del tiempo. Interpretaciones muy acertadas de Ryan Gosling y Michelle Williams, personajes que atraviesan la definitiva crisis mediante tiras y aflojas que harán reflexionar a muchas parejas y a muchos solteros sobre la naturaleza de la estabilidad sentimental y sobre el amor mismo en pareja.

Comienza la película en el ocaso sentimental pero mediante flashbacks va trazando un contrapunto en los días lejanos en los que brotaron sus sentimientos. Muchos se preguntarán quien lleva el peso de esta degeneración, si ella es un alma caída en la neurosis o él en la complacencia y la posesión. Es un gran logro del director y guionista Derek Cianfrance que nos lleva a la reflexión, que a la vez nos provocará sonrisas dulces, anhelo de romanticismo a través de una luz tibia pero, según se desarrolla un escenario de decadencia en el compromiso, también de amargura y resignación cuando todo se desmorona en una atmósfera asfixiante. Y el gran dilema es si de verdad, cuando la rutina hace su gris y temida aparición, el amor sale por la ventana.

Esta película que ya había encandilado a muchos antes de su distribución en España, pues dos años se ha retrasado su estreno mientras agradaba a los que la habían podido ver en Internet, ha resucitado con energía gracias al boca a boca. Y ahora que ve oficialmente la luz agradará y preocupará a muchos pero su intensidad no les dejará indiferentes. Ciertamente como dice esa entrañable canción el amor es una rosa con dolorosas espinas. Muy recomendable.

Un matrimonio y sus tres hijos adolescentes viven en una idílica casa con jardín y piscina pero totalmente aislados del mundo exterior, en un ambiente en el que se desarrolla un drama que adquiere tintes absurdos debido al férreo y enfermizo control parental. El argumento repulsivo al final cala y te encuentras al día siguiente reflexionando sobre la película. El aislamiento, la educación autodidacta, el exceso de protección para apartar a los hijos de las malas influencias del mundo, una familia sin televisión pero que se entretiene mediante juegos en la casa con recompensa para fomentar la competencia, una educación sentimental dirigida a la sumisión en el que juega un papel importante también el sexo otorgado por una mente perversa. Todo gira alrededor de la figura del padre que a muchos recordarán los ramarazos fascistas de parte de una generación de españoles. El padre es aquí un monstruo que devorará a su esposa y a sus propios hijos.

Sería una película floja y aburrida si no terminara calando el drama psicológico que encierra, si no produjera tanta repulsión, tanta sensación de asfixia, de incredulidad ante tanta crueldad, sino transmitiera tanto coraje ante la falta de reacción frente a un sistema familiar totalitario. Pero es que en realidad en muchos casos de la historia reciente y no tan reciente los oprimidos se deslizan en la apatía, en esa absoluta sumisión ocasionada por el control total del sistema, ya fuese político, social, cultural, familiar. Canino da mucho que pensar, es lenta pero se ve sin pausa, remueve los intestinos pero despierta interés. En realidad no hace mella en la conciencia tanta perversión porque alguna familiaridad tenemos al haber oído historias del mismo corte. Parece un tratado sobre el fascimo pero de corte familiar aunque támbién nos vendrá a la memoria algunas páginas de sucesos de la vida cotidiana. Por lo que aquí el aislamiento social, aunque es fundamental, no parece ser determinante pues una mente enfermiza, si no hay cuidado, puede tomar el control de unas cuantas vidas con o sin contacto con el mundo exterior. En resumen, interesante película en la que hay que tener agallas para ver y dilucidar cuánto de extraño o conocido puedes encontrar en este delirante entorno familiar.