Lo que empieza siendo una buena serie de detectives de la cadena ITV (creadora de hitos de la televisión como Poirot, Endeavour o Downton Abbey), con buena ambientación de época, buenos actores y buenas intrigas, salta por los aires al empezar su cuarta temporada. Pero vale la pena verla porque es un buen producto hecho con gusto que se sigue con interés.

Cicely es un pueblo remoto construido sobre el respeto, la comprensión, la compasión... Valores esenciales en una sociedad madura. Aquí aprendemos que de las situaciones más inesperadas de la vida (como ser un joven médico de Queens destinado a un rincón perdido de Alaska) podemos sacar las experiencias y aprendizajes más memorables.

Esta no es una simple comedia, es una ventana abierta a la vida, una serie original que es capaz de mezclar situaciones cómicas únicas con reflexiones sobre el destino, la vida y la muerte como esta: "Cuando se nos despoja de nuestras posesiones terrenales, de nuestra fama, familia y amigos, nos enfrentamos solos a la muerte, pero es esa soledad en la muerte nuestro lazo común en la vida."

A una buena primera temporada le sigue una segunda más luminosa y una tercera brillante que nos engancha hasta su final. Sus personajes invitan a encariñarse con ellos, porque sus rarezas cotidianas se parecen a las nuestras, a pesar de estar lejos de nosotros en el tiempo y el espacio. Una serie que ha envejecido muy bien y puede disfrutarse más de 30 años después como si fuera nueva. No hay excusa para no verla.

Estamos ante una de las mejores series canadienses de los últimos tiempos, que está pasando casi desapercibida a pesar de que relata un verdadero escándalo: la colaboración de la administración canadiense en el robo de niños y niñas indígenas, desde los años 50 hasta los 80. Más allá de la calidad y sensibilidad del producto, cabe mencionar que ha sido escrita, dirigida y protagonizada por personas de los pueblos originarios de Canadá (algunos de ellos y sus familiares fueron niños robados). Los supervivientes del mayor genocidio americano están alzando la voz con producciones como "Little Bird". Gracias, Filmin, por seguir apostando por contenidos de calidad como este.

Hay series que son todo un éxito en su país y en España apenas se conocen. Gracias a Filmin, podemos disfrutar de esta comedia británica ideal para los amantes del humor negro y del misterio. A pesar de ser bastante irregular en la calidad de sus episodios, guarda algunas sorpresas muy agradables (e intrigantes). Con ecos de "The twilight zone", algunos de estos breves capítulos son brillantes, otros absurdos, unos pocos no son aptos para todas las sensibilidades, pero en todos ellos sus dos protagonistas (y guionistas) demuestran dominio de la escena y capacidad para sumergirnos en sus particulares mundos terroríficos.

Especialmente redondos por su guión y montaje son "The 12 Days of Christine" y "Once removed", con otros recomendables como "Bernie Clifton's Dressing Room" o "Misdirection". Ya se prepara una novena temporada que sus fans esperamos disfrutar tanto como las anteriores.

De pequeño pensaba que los políticos eran los hombres y mujeres más preparados de la sociedad. Con el tiempo observé que eran personas como yo (o mucho más mediocres) que habían encontrado en ello una forma de supervivencia. Esta divertida e interesante serie muestra a algunos de ellos en su estado más ridículo. Destapa el día a día de unos despachos ministeriales donde pasan más tiempo preocupados por el qué dirá la prensa (y en cómo engañarla si es necesario) que en aplicar políticas útiles para la ciudadanía.
A pesar del interés del contenido, la serie tiene varios defectos formales (el constante movimiento de la cámara es uno de ellos).