El soplo de aire fresco que necesitaba el histriónico conglomerado de superhéroes en forma de magistral recreación de la podredumbre e hipocresía ocultas tras bambalinas en el crudo día a día de unos falsos héroes de acción y los tejemanejes de la corrupta industria que los controla.

A destacar la valentía con la que los creadores enfocan la ficción al acometer sin ningún tipo de pudor los conflictos más candentes de la sociedad actual desde la mofa y la ironía sabiamente dirigidas, sin caer en el innecesario tabú de la desnudez ni en el abuso de la racialización gratuita, la inclusión con calzador de colectivos como el feminismo o la fanática defensa de los movimientos sociales más moralistas, estando estos desgraciadamente tan a la orden del día en el panorama audiovisual. ¡Chapeau! Comportamiento muy de alabar hoy en día.

Punto y aparte para la creación de un elenco de personajes tan variopintos y perfectamente construidos con personalidades tan bien definidas, así como unas extraordinarias interpretaciones por parte de todo el casting, sin discernir entre actores principales y secundarios, ensalzando la odiosa y psicótica interpretación de Antony Starr en el papel de Patriota, quién devora la pantalla a cada tensa aparición, una delirante y tronchante Colby Minifie como Ashley Barrett o las enigmáticas pero afables apariciones de un esquizofrénico Negro Oscuro, por destacar solo algunas de ellas.

Esta serie es el cóctel perfecto: bizarra, mordaz, explícita, políticamente incorrecta y tremendamente divertida.

Sin duda alguna, una de las mejores series actualmente en parrilla.

Tal vez sea aventurado puntuar la tan esperada serie de “Obi-Wan Kenobi” tras únicamente el visionado de los dos primeros episodios, pero osaré decir que rápidamente uno se da cuenta de que por desgracia no estamos ante otro acierto de la saga como supuso en su día “The Mandalorian”.

Tras los primeros instantes de metraje, se da a entender que el público objetivo de esta ficción no es considerado lo suficientemente adulto y maduro como para poder prescindir de las escenas iniciales pertenecientes a la archiconocida “Star Wars. Episodio I: La amenaza fantasma” a modo de recordatorio.

No obstante; tras estos más que prescindibles primeros minutos, se aprecia el gran acierto en elementos que demanda cualquier producto bajo el millonario sello “Star Wars”, tales como una gran ambientación, una fotografía majestuosa, un vestuario muy conseguido y una banda sonora magnífica (ad eternum John Williams), entre otros.

En cuánto al hilo argumental; aunque infantil, carente de originalidad y sin ninguna floritura por el momento, se podría decir que es correcto, pero que conforme va avanzando empieza a desfallecer, no por el peso del argumento en sí mismo, sino por los defectos de los que adolece, pudiendo provocar la desconexión del espectador en algunos puntos de la narrativa.

En primer lugar, tenemos una superable escenificación de un Obi-Wan en decadencia; ya que aunque a nivel mental vemos un atisbo de la caída en desgracia de éste, se antoja insuficiente; y por otro lado, a nivel físico es de suma importancia exigir más esfuerzos para simbolizar fielmente un personaje exiliado durante años, subsistiendo con evidentes dificultades en una austera y maltrecha cueva-casa en mitad del páramo que conforma el desierto de Tatooine, realizando arduos trabajos mal remunerados bajo condiciones climatológicas tan hostiles.

Por otra parte, la introducción como antagonistas del escuadrón de caza de Jedis conformado por los Inquisidores es muy poco creíble, ya que obviando el hecho de ser portadores de los característicos sables láser Sith y vestir todos con atuendos al más puro estilo Darth Vader, difieren totalmente de la deshumanización y los rasgos tan característicos de cualquier afiliado a la Orden Sith, siendo en cambio representados cuál pandilla callejera de chulitos de bar.

Los personajes del Gran Inquisidor y la Tercera Hermana no podrían estar peor construidos, infundiendo de todo menos temor. El primero, lejos de poseer los temibles atributos esperados para un general bajo la orden directa de los Sith, tolera todo tipo de desobediencias y faltas de respeto por parte de su subordinada, pecando de ser una figura innecesariamente magnánima, teniendo en cuenta los crueles castigos que acostumbran a aplicarse en los Sith, entre los miembros inferiores de la cadena de mando por sendos actos. La segunda no inspira otro sentimiento más que desconcierto; ya que siendo presentada como una individua despiadada y absorbida por el poder del lado oscuro, contrasta con el hecho de no exhibir ningún ápice del común deterioro y/o cambio físico facial debido a la dominación del mismo y con cómo intenta evitar la confrontación de una manera tan pueril con el “célebre” Haja Stree en el callejón, derivando en la brutal incoherencia que supone la definición de este personaje.

Para finalizar, las diversas escenas de persecución que tenemos el dudoso honor de presenciar no pueden ser más bochornosas, habiendo aparte algunos fallos de puesta en escena imperdonables, los cuáles son un claro síntoma de la sorprendente falta de cariño y esmero que ha recibido esta obra.

Parafraseando al bueno de Han Solo: “Tengo un mal presentimiento sobre esto”.

Magnífica recreación del Yermo con potencial más que suficiente para replicar los éxitos cosechados en el campo de los videojuegos y trasladarlos al formato seriéfilo, cimentando una fuerte base con posibilidades infinitas para la extensión del mundo creado en forma de segunda temporada y/o subproductos de la licencia para la pequeña pantalla.

Fiel a sus orígenes y plagado de sutiles pero inteligentes guiños a la franquicia que los conocedores de la saga identificarán ipso facto; mantiene acertadamente para el desarrollo de la historia el punto irónico y el sentido del humor tan característicos del compendio Fallout, los cuáles complementan brillantemente al caos y crudeza que reinan en el Yermo, incluyendo además muchos de los temas musicales originales (bestial el “I Don’t Want to Set the World on Fire” de The Ink Spots), respetando en conjunto tanto el estilo como el tono de la narrativa y ambientación originales.

Argumentalmente la serie no trata de adaptar alguna de las historias ya narradas en sendos videojuegos; sino que por el contrario, decide explotar inteligentemente una nueva línea argumental alejada de los hechos acontecidos en los mismos, contribuyendo con información relevante al lore de la historia no aportada hasta el momento.

Por otro lado; las actuaciones del elenco actoral son notables salvo la interpretación de nuestro necrófago favorito por parte de Walton Goggins, quién sin ser protagonista se come la pantalla en cada aparición. ¡Magistral!

No obstante; como contraparte negativa, el producto goza de mucha mejora respecto el CGI y los efectos visuales, y no estaría mal un poco de reducción del slow motion; pero estando por suerte a años luz del abuso de este recurso al que nos tiene acostumbrados Guy Ritchie en otras obras.

Aún así; a pesar de estos pequeños inconvenientes, Fallout es un producto fresco, atrevido y muy disfrutable tanto para los fans más puristas de la saga (entre los cuáles me incluyo), como para los que vienen de nuevas a este fantástico universo.

Insufrible serie con un guion nefasto, cuyo ritmo de acción es interminable, plagado de diálogos absurdos, detestables y totalmente fuera de lugar, personajes totalmente prescindibles y mal explotados con tomas de decisión incoherentes rozando el ridículo, repetición de locaciones y situaciones hasta la saciedad, lamentables actuaciones de unos actores, que más que actores profesionales parecen niños de 4º de primaria intentando actuar para la función del colegio tras la atenta mirada de sus progenitores, que a buen seguro tendrían más futuro en el mundo de la actuación que semejantes incompetentes que conforman el elenco del reparto en este bodrio inaguantable de serie sin igual.

Cabe destacar la actuación de la actriz que interpreta a Madison Clark (la madre de la familia protagonista). JAMÁS en mi vida me había encontrado con tanta mediocridad y falta total de interés en interpretar un papel como el de esta “actriz” (y digo “actriz” porque me parece un insulto a la inteligencia el mero hecho de considerar esta mujer como tal). De verdad, no exagero cuando digo que esta señora pone la misma cara para cualquier situación (al más puro estilo Chuck Norris), ya sea en el entierro de su padre, celebrando el haber ganado el euro millón, gozando de un monumental orgasmo o cortando el césped del jardín de su casa. Siempre con esa estúpida expresión en la cara, mostrando un claro y total desprecio por el trabajo que desempeña y por el cual le pagan.

PD: debo añadir que soy un fan del género zombie, he gozado muchísimo con algunas de las primeras temporadas de la serie madre de todo este compendio (The Walking Dead) y llevo ambas series al día, realizando esta crítica tras haber terminado el episodio 16 de la tercera temporada, pero tras el visionado de FTWD hasta este punto debo añadir que no pienso malgastar ni un segundo más en ver tal descalabro de producto y cualquiera que desee empezar con ella, debería replanteárselo antes de ello porque ahorrará en tiempo y calidad de vida.

Desalentadora puesta en escena del anticipo de una más que probable degradación gradual de la sociedad actual, rodada con un realismo apabullante mediante 8 trepidantes episodios plano secuencia, escapando inteligentemente de los “fuegos artificiales” costumbristas asociados al género apocalíptico, en dónde a través del desarrollo de distintas situaciones independientes, se plasma a la perfección la naturaleza más despreciable y visceral del ser humano ante situaciones extremas, dónde se obtiene un tan obsceno como innegable reflejo de como el instinto de supervivencia prevalece ante cualquier comportamiento civilizado.

Sin duda alguna no dejará indiferente a nadie en este año 2.020.

PD: por mi parte voy a hacerme ya con unos cuantos manuales de supervivencia, solo por si las moscas…