No es muy común toparnos con una película cuyo tema central tiende a caer en sentimentalismos pero logra escapar de ellos, de verdad es raro, pero "La Adopción" es una de esas pocas que lo logra, y que el hecho de no ser empalagosa con los sentimientos no nos quita esos pequeños suspiros por la empatía que sentimos para con los protagonistas.
Y es que, si nos ponemos a pensar, esta película abarca grandes temas desgarradores que estoy seguro ninguno de nosotros quisiera vivir, para empezar, independientemente del dolor y frustración de no poder adoptar está la cuestión de ser extranjero en un país que poco se parece al tuyo, con el único afán de lograr un sueño que tienes tiempo atrás, pero ahora sí, no cualquier sueño, es el de tener un hijo, el de adoptar un niño, un gran sueño para la mayoría de parejas hoy en día, la gran diferencia es que unas lo logran con una buena noche de amor, otras con años y años de enfrentamiento a la burocracia, a la corrupcion, al infinito papeleo, a los viajes, a las visitas a orfanatos... o siemplemente al gran dilema moral que resulta querer adoptar pero no a cualquier niño, sino a uno sano, a uno de tu elección, y que conste que hipocresía no es.
Una cruda verdad saber que los niños no son traídos por cigüeñas cuando no se conciben naturalmente, y otra más, saber que las películas no dejan de lado sentimentalismos y exageraciones cuando deberían de hacerlo.
Pero aquí hay una y terminamos felices, por mucho que no sea perfecta, porque así como los niños sanos pueden tener una pequeña marca en la cara, las películas tienen errores, pero esas cosas pasan casi desapercibidas, así es que... Sí, la podemos adoptar.

"Ya no estoy aquí" es una de esas cada vez más comunes películas de mediano presupuesto que buscan retratar a alguna de las subculturas que hay en México y en Latinoamérica en general.

El logro de adentrarnos en todo lo que representan estos amantes de la cumbia colombiana, en la clase media-baja de Monterrey, es de un peso casi documental.

Es entonces que podemos dividir en dos la apreciación de la película, por una parte están las escenas en México y por otra las de Nueva York, siendo las primeras las que nos empapan al 100% de las tradiciones de los jóvenes y las segundas las que nos cuentan en sí la historia de añoranza y encuentro.

Monterrey se presenta como la gran ciudad con contrastes y se nos recalca esto a cada rato con los grandes planos generales que nos dejan ver los edificios grandes y modernos al fondo, como aislados de la realidad de los protagonistas. Ellos viven y gozan de la idiosincrasia de la periferia donde viven y donde bailan.

Por otro lado, Nueva York es muy bien presentada como ese hogar de los inmigrantes que llegan a buscar el sueño americano. Es de aplaudir que la ciudad esta vez pierde todo el glamour al que nos tienen acostumbrados los estadounidenses para dejar ver que los grafitis, la suciedad y el caos en el metro y las calles también forman parte de ella, que los latinos hacen de esta su casa y que el intercambio cultural le da una belleza especial. Es aquí donde Ulises se encuentra, sufre, y decide que lejos de su barrio, de su gente y de su música la vida no vale nada.

La música nos acompaña tan bien en el recorrido que al final lo único que queremos hacer es poner el mejor disco de cumbias para bailar.

Nosotros entendemos el alcance que debe tener el estudio y rescate de las lenguas indígenas de nuestro país (en este caso, México) porque solo así conservaremos el mosaico cultural que tanto nos caracteriza. Entendemos que debemos quitarnos de la mente prejuicios tontos acerca de la homosexualidad y la transgresión de experiencias sexuales. Entendemos que El Amor nos define como personas y que jamás deberíamos permitir a nuestros miedos dominar nuestros sentimientos. Entendemos que el arrepentimiento duele más que escuchar a la cordura, la religión y a la moral.

Entendemos las razones y móviles de cada personaje en esta historia.

Podemos no entender el sikril, podemos no entender los motivos del amor, podemos no entender los juegos del destino... Pero lo demás sí y, con que entendamos que no estamos aquí para ´entender´ nada sino para vivir, entonces ya vivimos.

Creo que lo primero que hay que decir es que no se puede empezar a ver esta película creyendo que es de Cantinflas, él apenas aparece unos minutos casi al final, aunque se incluye en todas las filmografías como protagonista debido a que su compañía productora fue la encarga del proyecto... En fin.
Sabiendo lo anterior podemos disfrutar de un verdadero y potente melodrama, con actuaciones excelentes, las historias atinadas y el mejor desarrollo, y lo mejor es el formato en que se presenta la trama, no se puede decir que es una película episódica como tal porque a lo largo de cada historia se encuentra la principal, la de los doctores, la de la sala de urgencias, que al final resulta ser la mejor de todas y no se siente saturada debido a que por momentos nos entretiene con todas las demás.

Con el debido entendimiento de que nunca ha sido una maravilla del séptimo arte me declaro fan de la saga original de modo que tenía grandes reservas respecto al remake que se hacía más de 30 años después de la gran Child´s Play del 88. Mis expectativas esta ocasión eran tan pocas que, para grata sorpresa, después de verla me ha hecho cambiar mi voto por nada menos que tres puntos (así es, antes de verla imaginaba le daría un 3).
Bueno, en un claro afán por hacer competencia directa a la saga de ya 7 películas que hoy en día se encuentra tan desgastada y con un futuro incierto, Orion Films de MGM da una lucha contundente con los recursos que tiene dando los mismos nombres y apellidos a los personajes principales con Andy y Karen Barclay y el detective Mike Norris pero reinventándolos totalmente y dándoles una fuerza y personalidad acordes a la nueva historia.
El gran punto de cambio y renovación de este nuevo muñeco es la motivación que tiene para cometer los crímenes, crímenes que por cierto él no visualiza como tal, la falla en el sistema del robot deja el paso abierto para que sea pervertido indirectamente por los deseos y miedos de su dueño Andy sin dar tiempo a la formación de la moral en el personaje, tal como un bebé llegado al mundo dejándose llevar por sus instintos más puros de sobrevivir pero en esta ocasión, al no ser él humano, vela por la estabilidad y la vida de quién considera es su razón de existir, su amo y amigo.
Punto aparte la emoción bien llevada que genera una tensión conforme avanza la película, se toma a sí misma no como una película meramente de terror, sino como la historia de un verdadero inocente muñeco que vela por lo que él cree está bien sin que sea consciente de lo atroz que es matar.
Esta vez Chucky verdaderamente cree que todo es un juego y, claro, ¡Es hora de jugar!