Todo amante de la historia de la España medieval debería echarle un ojo a este documental. No sólo es increíblemente didáctico, sino que también tiene unos estupendos valores de producción, buena música y un ritmo que no se hace pesado en ningún momento.

Salpicado aquí y allá de la maravillosa iconografía de Los Comentarios del Apocalipsis de Beato de Liébana, nos narra con precisión minuciosa la turbulenta época de la segunda mitad del siglo VIII, en la que se sucedieron guerras, herejías y polémicas teológicas (en las que tuvo que meter mano el propio emperador Carlomagno), así como el legado posterior del famoso monje. Insisto, este documental ha sido una gratísima sorpresa.

La narración en off corre a cargo de Antonio Esquivias, prolífico actor de doblaje al que muchos conoceremos por ser, entre otros, la voz en castellano de Frasier, o del Actor Secundario Bob en Los Simpsons

No era ilógico que un videojuego tan tremendamente popular como fue Mortal Kombat a principios de los noventa tarde o temprano recibiera una adaptación cinematográfica. Pues bien, para dejarlo claro desde el principio, Mortal Kombat no sólo es, hasta la fecha, la mejor adaptación a la gran pantalla de un videojuego, sino que es además, por derecho propio, una estupenda película de artes marciales y fantasía.

De primeras, lo que llama la atención de esta película es su gran diseño de producción en el que destacan unos resultones decorados, salpicados aquí y allá de elementos como estatuas demoniacas, pasadizos angostos, grandes cámaras ricamente ornamentadas, telarañas, riscos y montañas imposibles... la iluminación juega un papel activo en dar vida propia a estos escenarios, y hacer que no parezcan de cartón piedra. Por contra, los efectos digitales no han envejecido demasiado bien (esto se hace evidente con el personaje de Reptile, o en el plano donde se nos presenta la torre del mundo exterior). Sin embargo el hecho de que los efectos digitales estén objetivamente desfasados no evita que le den a la película un particular e irresistible encanto noventero. Es una cinta que estéticamente tiene alma, a falta de encontrar un término que lo exprese mejor.

El reparto de la película fue como capturar un rayo en una botella, tremendamente acertado La química y complicidad que se respira entre el trío protagonista (Liu Kang, Johnny Cage y Sonya Blade interpretados por Robin Shou, Linden Ashby y Bridgette Wilson, respectivamente) es genial, el Raiden de Christopher Lambert, si bien no se parece al que recordaba del videojuego, se ha convertido en poco menos que icónico, así como el despiadado y pasado de rosca Shant Sung de Cary Hiroyuki Tagawa.

Paul WS Anderson dota a la película con un ritmo vertiginoso que apenas da lugar al respiro. Tras la introducción de los personajes y su llegada a la isla, los combates se suceden sin pausa hasta el tercer acto. Puede que este desarrollo desbocado a veces juegue en su contra, y que en algunos tramos la película necesite un poco de reposo, pero hace que los noventa minutos de duración se pasen en un respiro. No le sobra absolutamente ninguna escena. Por otro lado, la cinta tiene unas estupendas coreografías de peleas (mención especial para el combate Johnny Cage Vs Scorpion) que, si bien cortas, son intensas, enérgicas y genialmente dirigidas y montadas. Merece destacarse también una grandísima banda sonora que cuenta además de con el icónico Techno Syndrome de The Inmortals, con temas de Gravity Kills, Napalm Death, Traci Lords y Orbital, entre otros.

Fenomenal.

Una nueva entrada en la filmografía como director de Mel Gibson siempre es algo a tener en cuenta. En este caso, no se trata de un producto de especial trascendencia como pudiera ser La Pasión de Cristo, o Hasta el Último hombre, ni tampoco de la originalidad y el gancho salvaje de Apocalypto. Simplemente se trata de un entretenimiento ligero que, sin embargo, sabe lo que es, sabe a lo que juega, y lo hace realmente bien.

La premisa es más bien simple; una marshall debe transportar por aire a un testigo (Topher Grace), antiguo contable de un jefe mafioso, para que testifique contra su antiguo jefe. Lo que parecía una misión rutinaria se transforma en una lucha a vida o muerte cuando entra en escena el piloto de la aeronave, interpretado por un desatado Mark Wahlberg. En realidad no quiero explayarme más en la sinopsis, pero es que el trailer ya te contaba media película.

Toda la película, con la excepción de la apertura, transcurre en el interior de la avioneta, y en tiempo real, es decir, lo que dura el viaje es lo que dura la película, con lo que el trío protagonista son los únicos personajes que veremos en pantalla. Hay que destacar que las dinámicas cambiantes entre estos personajes elevan el interés por la historia, y mantienen en constante tensión. El gran pulso narrativo de Mel Gibson queda fuera de toda duda, sigue siendo un estupendo director de cine. Paralelamente conocemos por medio de conversaciones telefónicas a otros personajes, y en base a estas llamadas se desarrolla una trama paralela en la que nada es lo que parece y no se sabe en quién confiar y en quien no.

Puede que sea una película menor en la filmografía de Mel Gibson, pero no por ello deja de ser un dignísimo entretenimiento de hora y media que no busca inventar la rueda, sólo hacer pasar un buen rato, y en ello cumple con creces.

Sorprendente debut en la dirección de Christopher Nolan. Con apenas una hora de duración, esta película presenta varias de las características que jalonarían la carrera del director en sus siguientes trabajos, a saber: Un personaje principal perdido y emocionalmente roto, un estilo sobrio, casi adusto, una narrativa no lineal, y un final impactante.

La historia de la película (un joven aspirante a escritor perdido en la vida desarrolla la inquietante adicción a seguir a personas comunes por la calle, para involucrarse, tras conocer a uno de sus objetivos, en actividades menos inocuas) es complementada por una fotografía en blanco y negro que añade desolación y frialdad al tono general de la cinta. Pese a su brevedad, la película mantiene un ritmo pausado, sin prisas, tomándose el tiempo necesario para construir su atmósfera y desarrollar a su personaje principal.

La estructura no lineal, marca distintiva de Nolan que también vemos en The Prestige, Batman Begins o la magistral Memento, alterna escenas del presente, desde donde comienza la película con el protagonista narrando su historia a un policía en una comisaría, y del pasado cercano, generando una sensación de caos calculado que culmina en un impactante final que no deja indiferente.

Merece verse.

Surgida a la sombra de la que otrora sería la exitosísima saga Fast & Furious, esta "Torque" nos presenta un planteamiento similar, sólo que con motos en vez de coches; a saber: velocidad, persecuciones, chicas guapas, macarrismo y crimen. La premisa es sencilla, pero yo personalmente no le pido a estas películas que sean Ciudadano Kane: Ford vuelve a casa después de muchos meses tras haber huido de las autoridades por un caso de tráfico de estupefacientes. Naturalmente, él es inocente, y nada más volver ya se encuentra con nuevos problemas causados por viejos enemigos. No quiero spoilear nada, así que dejemos así la historia.

Si por algo destaca esta película, es por el impresionante apartado visual. Una fotografía saturada, llena de colores vivos, acompañada de una dirección en la que predominan encuadres atípicos, desenfoques, enfoques simultáneos de tanto los elementos del primer plano como los del fondo, y planos verdaderamente espectaculares (aún tengo grabado en la retina el de la persecución SOBRE el tren). A este aparto visual le acompaña una cañera banda sonora a cargo del competente Trevor Rabin (Con Air), complementada en determinados momentos por canciones rock y nu metal, como por ejemplo "Push it" de Static X. Cualquiera que viera la MTV en la época de 2001-2003, sabrá que los videoclips estaban alcanzando unos valores de producción impensables. De hecho, el director, Joseph Kahn proviene del mundo del videoclip, habiendo dirigido decenas de ellos, muchos de ellos memorables. ¿A qué viene esto? Bueno, pues viene a que "Torque: Rodando al límite" es un videoclip de hora y media. Ni más ni menos.

Durante los dos primeros actos la película es un blockbuster sencillote, sin demasiadas sorpresas ni virtudes, con un guión simple pero entretenido. Sólo le bastaba continuar esa tónica para convertirse en una película de afable recuerdo, pero entonces llega el tercer acto y todo se va al garete. Hay unos límites de estupidez que son aceptables en una película de acción descerebrada, pero en los últimos quince minutos, esta película los sobrepasa todos, culminando esta suprema idiocia en una pesadilla CGI en la que apenas te puedes enterar de lo que está ocurriendo, y esto duele especialmente por el altísimo nivel estético que había mantenido la película durante el resto de su metraje.

En definitiva, el título de la crítica creo que no puede ser más honesto. Es una película entretenida y simpática echada a perder por unas escenas finales sonrojantes. Y precisamente por todas las virtudes que esta "Torque" había acumulado hasta esos minutos finales no puedo suspenderla del todo. Pero podía haber sido mucho mejor de lo que terminó siendo si su director hubiera sido un poco más comedido.