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7.5
8,767
10
13 de noviembre de 2024
13 de noviembre de 2024
Sé el primero en valorar esta crítica
Qué bien se comportan Harold y su mamá. Ninguna salida de tono, ninguna palabra más alta que otra… Eso a pesar de que no pueden ser más distintos y de nunca están de acuerdo en nada. Pero nunca lo dicen, ni preguntan qué opina el otro. Han sustituido la comunicación por una elegante corrección.
Harold es el rey de los “suicidios” caseros. Pero es un suicida de exquisitos modales. Con flema británica, se desangra en la bañera, se pega un tiro en la frente, provoca una explosión, le pega una patada a la silla que lo sostiene con la soga al cuello, se “amputa” una mano… Pero sin perder jamás sus maneras refinadas. La reacción de su madre también es gélida. Tampoco le impresiona la sangre artificial. Total, lo limpiará el servicio, porque ella es inmensamente rica. Y tiene que irse a una reunión social.
Cuando Harold está en desacuerdo con ella, es decir, siempre, se “suicida”. Es su forma de discrepar. Suicidios sangrientos, explosivos, desmembradores, patibularios… Y todo sin abandonar un gesto casi tan hierático como el de Buster Keaton. Sólo cambia su expresión en dos ocasiones, en una mirada cómplice y encantadora al espectador, hacia la mitad de la peli, que debería pasar al inventario de miradas de cine, y cuando va conociendo a Maude...
Harold es el rey de los “suicidios” caseros. Pero es un suicida de exquisitos modales. Con flema británica, se desangra en la bañera, se pega un tiro en la frente, provoca una explosión, le pega una patada a la silla que lo sostiene con la soga al cuello, se “amputa” una mano… Pero sin perder jamás sus maneras refinadas. La reacción de su madre también es gélida. Tampoco le impresiona la sangre artificial. Total, lo limpiará el servicio, porque ella es inmensamente rica. Y tiene que irse a una reunión social.
Cuando Harold está en desacuerdo con ella, es decir, siempre, se “suicida”. Es su forma de discrepar. Suicidios sangrientos, explosivos, desmembradores, patibularios… Y todo sin abandonar un gesto casi tan hierático como el de Buster Keaton. Sólo cambia su expresión en dos ocasiones, en una mirada cómplice y encantadora al espectador, hacia la mitad de la peli, que debería pasar al inventario de miradas de cine, y cuando va conociendo a Maude...
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Su madre quiere elegirle los trajes, los coches… y las novias. Le presenta –de una en una- tres propuestas, conseguidas en agencias de relaciones en las que ella misma le ha inscrito, contestando por él, incluso, los cuestionarios pertinentes. A todas Harold les hace huir despavoridas con alguno de sus episodios macabros, aunque sin abandonar jamás la buena educación, por supuesto. Sorprende que la madre no le busque novia en sus círculos, y le presente en cambio a chicas de clase media que dan muestras de ostensible mal gusto en el vestir, aunque eso propicia algunos de los momentos más descacharrantes. Porque todavía no lo he dicho, pero hacía tiempo que no veía una película tan divertida
Nunca vemos las reuniones sociales a las que asiste la madre, ni a sus amigos. Para qué. Se puede economizar tranquilamente metraje, porque ella es el compendio de todas las convenciones uniformes: “ya tienes edad de tener novia”, “este es el tipo de ropa que debes llevar”, “este coche es más apropiado para ti…”
Harold vive en un mundo en el que todo es de cartón-piedra, inamovible. Los sentimientos, si existen, se repudian. Que nada estorbe su estilo de vida, sus formalidades y costumbres. No hace falta comunicarse porque ya está todo decidido. Lo tenemos todo, para qué vamos a cambiar. Los que no pertenezcan a nuestro mundo que se las arreglen como puedan. Las emociones podrían echarlo todo a perder.
La reacción de Harold a ese mundo impasible es la excentricidad: tiene un coche fúnebre, va a entierros de desconocidos, a desguaces… y colecciona “suicidios”.
En uno de esos sepelios conoce a Maude, con la que comparte afición por los funerales. Un día él le propone un picnic en un desguace, a ver qué le parece. Meriendan en medio de la chatarra mientras ven cómo una enorme grúa desplaza los hierros de un lugar a otro. “Sí, tiene su encanto” , dice ella
Maude, al contrario que la madre de Harold, detesta lo encorsetado. Y quiere cambiar el mundo. Por eso se salta las convenciones y coge coches de otros, cada día uno “Sólo quiero recordarles que todo es provisional”.
Lo de menos es la supuesta historia de amor entre un jovencito y una anciana que escandaliza a las mentes retorcidas, porque eso es sólo una metáfora más. Es una historia de amistad y complicidad, de momento iniciático.
Maude se va. De nuevo un suicidio simbólico. Ella ya ha transmitido su legado a otra generación, puede morir tranquila…
Esta película ya tiene sus años, pero yo la he visto ahora. Por no sé qué razón no he podido verla antes. O algo sí que sé al respecto. Y es que, así como hay películas que reponen una y otra vez, ésta no se encuentra entre las afortunadas. Será que a alguien no le gusta. Creo que es a los amigos de la madre de Harold…
©Pax Rincón Toledano, septiembre de 2015
https://montanabluess.wordpress.com/
Nunca vemos las reuniones sociales a las que asiste la madre, ni a sus amigos. Para qué. Se puede economizar tranquilamente metraje, porque ella es el compendio de todas las convenciones uniformes: “ya tienes edad de tener novia”, “este es el tipo de ropa que debes llevar”, “este coche es más apropiado para ti…”
Harold vive en un mundo en el que todo es de cartón-piedra, inamovible. Los sentimientos, si existen, se repudian. Que nada estorbe su estilo de vida, sus formalidades y costumbres. No hace falta comunicarse porque ya está todo decidido. Lo tenemos todo, para qué vamos a cambiar. Los que no pertenezcan a nuestro mundo que se las arreglen como puedan. Las emociones podrían echarlo todo a perder.
La reacción de Harold a ese mundo impasible es la excentricidad: tiene un coche fúnebre, va a entierros de desconocidos, a desguaces… y colecciona “suicidios”.
En uno de esos sepelios conoce a Maude, con la que comparte afición por los funerales. Un día él le propone un picnic en un desguace, a ver qué le parece. Meriendan en medio de la chatarra mientras ven cómo una enorme grúa desplaza los hierros de un lugar a otro. “Sí, tiene su encanto” , dice ella
Maude, al contrario que la madre de Harold, detesta lo encorsetado. Y quiere cambiar el mundo. Por eso se salta las convenciones y coge coches de otros, cada día uno “Sólo quiero recordarles que todo es provisional”.
Lo de menos es la supuesta historia de amor entre un jovencito y una anciana que escandaliza a las mentes retorcidas, porque eso es sólo una metáfora más. Es una historia de amistad y complicidad, de momento iniciático.
Maude se va. De nuevo un suicidio simbólico. Ella ya ha transmitido su legado a otra generación, puede morir tranquila…
Esta película ya tiene sus años, pero yo la he visto ahora. Por no sé qué razón no he podido verla antes. O algo sí que sé al respecto. Y es que, así como hay películas que reponen una y otra vez, ésta no se encuentra entre las afortunadas. Será que a alguien no le gusta. Creo que es a los amigos de la madre de Harold…
©Pax Rincón Toledano, septiembre de 2015
https://montanabluess.wordpress.com/

6.0
7,029
9
6 de noviembre de 2024
6 de noviembre de 2024
Sé el primero en valorar esta crítica
Eso es lo que le dicen a ese muchacho, Robert Duvall jovencito, para entendernos, cuando va al confesonario inteligente, que es algo así como un ordenador, pero en confesonario. Los confesonarios de verdad son bonitos, en madera auténtica, no en melamina ni nada de eso, no, madera-madera, como las antigüedades. Una vez lo vi en una casa pretenciosa, de esas que vienen en las revistas. Lo habían convertido en mueble bar. Claro, al bar también van muchos a confesarse
Pero en esta peli creo que el presupuesto no les daba para antigüedades, así que hicieron un apaño. El recurso, como en la decoración del teatro del absurdo, es poner un elemento que desentrañe un poco la abstracción. En este caso la imagen de un joven melenudo y con barba, yo diría que el mismísimo Jesucristo, pero no me hagan mucho caso. Ahora, un aire se da. También añaden unos frailes como atrezzo, y un poco de Gregoriano, para ayudar a la comprensión de la analogía religiosa: Tú no pienses mucho, que para eso ya tenemos los dogmas. Sólo obedece, trabaja y compra.
Una se pregunta para qué necesitan confesor en ese sitio, si ya lo saben todo. Es como cuando de pequeñas nos decían: “Dios está en todas partes”. Pues había que confesar. Era porque Dios lo veía todo, pero no venía a contárselo a los titulares. Aquí será para que el interesado haga una catarsis, porque los coach esos, saberlo, lo saben. Vamos, de hecho, no hacen otra cosa más que espiar al personal. Valientes cotillas.
Robert-THX va porque ha pecado contra el sexto mandamiento, que allí, en su país, está muy mal visto, pero no sólo en las mujeres. En lo hombres, también. Esto fue porque George Lucas, que es muy partidario de la igualdad, fue y les espetó:
-Tomad de vuestra propia medicina, a ver qué os parece…
El confesor electrónico se muestra comprensivo. No obstante le reprocha…
–Te Has paXao, THX! Tú lo que tienes que hacer es comprar mucho y ser feliz. Comprar, comprar…
Lo dice tres veces, no crean que me lo invento. Esta fue la primera vez que tuve que ponerme a pensar seriamente viendo la película.
–Y ¿Qué van a comprar? –Pensé yo seriamente
Lo digo porque a esas alturas ya me había fijado en que allí siempre van con el mismo traje blanco, igual para todo el mundo, unisex. Es como un uniforme de hospital, no sé si de paciente o de médico, porque allí están todos malitos y tienen que tomar muchas pastillas. Y en toda la peli no se ve ningún otro modelito. Si algún estudiante de Diseño había pensado en emigrar allí a hacer carrera que se lo quite de la cabeza, porque no conseguirá empleo. Tampoco hay decoración, ni siquiera tienen sofás para ver su tele en tres dimensiones. Sólo hay unas mesas y unas sillas muy incómodas. En condones tampoco gastan porque el sexo está prohibido. Y es todo, todo, blanco. Incluso las razas. El único negro que sale es un holograma del Departamento de Fantasías, vamos que es irreal, dicho por él mismo. Esto del Departamento de Fantasías no acaba de disgustarme, tiene su aquel. Pero Johnny Weismuller jr –el hijo de Tarzán- y su compañero, que hacen de robots-vigilante, como excepción, visten de negro, y llevan la cara tapada por una careta de acero inoxidable.
Ay! Si tu padre levantara la cabeza… para una vez que sales en el cine te tapan hasta la cara, cuando él sólo llevaba un taparrabos…Y chinos no hay ni uno, o sea que tampoco tendrán bazares en los que comprar. En peluquería también ahorran mucho. Ni laca, ni mascarilla, ni gomina, ni peines, ni horquillas, ni permanentes, ni alisadores, ni rulos… Van todos rapados al cero, ellos y ellas, todos el mismo modelo ¡Toma igualdad! ¿QUÉ ES LO QUE TIENEN QUE COMPRAAAAR? (Aquí le iría bien un acento gallego, creo)
-Y… ¿Por qué van todos rapados? –Pensé seriamente por segunda vez-
Para ver si me aclaraba, elaboré una lista de opciones:
-Por solidaridad con los calvos
-Porque “Dentro de cien años, todos calvos”. Y, como es una sociedad futurista ya habían pasado los cien años
-Porque Robert Duvall le dijo a Lucas: Venga, George, nos afeitamos todos y así pasa más desapercibido lo mío
Pero no, pobre Robert, está claro que el objetivo era eliminar el último impedimento para vigilar los cerebros.
¡Fuera pelos! Que luego venís a que os pongamos los cables para haceros un “bloqueo mental” cuando os portáis mal y se enmaraña todo y después para desenredaros es un lío. Venga, venga, todos iguales, que cuanto menos bulto más claridad
Eso mismo opina uno que le tira los tejos a Robert Duvall, que entre ellos se van a entender mejor que con las chicas. Pero a Robert no le gusta, porque es muy feo. Es que las relaciones homosexuales están permitidas, pero en platónico. Claro que, para ese viaje, no hacían falta alforjas, porque eso ya lo inventaron aquí cuando lo de los amigotes…
Como consumen tantas pastillas, o drogas, siempre están en riesgo de cometer un error en las dosis, lo cual puede llevar a un desequilibrio químico perjudicial. Por eso se lo están repitiendo continuamente por megafonía. Allí, cuando estás en tu casa, es como si estuvieras en una estación, venga megafonía. Todo se lo dicen a través de máquinas, como en Movistar. Y cuando sales, también. Las “calles” son como los túneles del metro. Pero el metro no les hace mucha falta, por eso van medio vacíos. Y ahí es cuando se ve qué es lo que compran: coches. Pero no coches cualesquiera, sino como los que gasta Fernando Alonso. Además los coches pueden ser de colores, como las pastillas. O sea que a la hora de vender y de controlar si autorizan el color.
En un mundo lleno de cámaras, pantallas y paredes transparentes, nadie puede ocultar nada, ni esconderse de nadie. Todo se puede ver, continuamente. A lo mejor por eso han prohibido el sexo, porque con todo a la vista sería como vivir en una serie pornográfica. En su tele tridimensional les dejan poner a bailarinas y bailarines voluptuosos, aunque con demasiado fitness. Pero así y todo consiguen ponerles los dientes largos, ya que eso es lo que hay...
Pero en esta peli creo que el presupuesto no les daba para antigüedades, así que hicieron un apaño. El recurso, como en la decoración del teatro del absurdo, es poner un elemento que desentrañe un poco la abstracción. En este caso la imagen de un joven melenudo y con barba, yo diría que el mismísimo Jesucristo, pero no me hagan mucho caso. Ahora, un aire se da. También añaden unos frailes como atrezzo, y un poco de Gregoriano, para ayudar a la comprensión de la analogía religiosa: Tú no pienses mucho, que para eso ya tenemos los dogmas. Sólo obedece, trabaja y compra.
Una se pregunta para qué necesitan confesor en ese sitio, si ya lo saben todo. Es como cuando de pequeñas nos decían: “Dios está en todas partes”. Pues había que confesar. Era porque Dios lo veía todo, pero no venía a contárselo a los titulares. Aquí será para que el interesado haga una catarsis, porque los coach esos, saberlo, lo saben. Vamos, de hecho, no hacen otra cosa más que espiar al personal. Valientes cotillas.
Robert-THX va porque ha pecado contra el sexto mandamiento, que allí, en su país, está muy mal visto, pero no sólo en las mujeres. En lo hombres, también. Esto fue porque George Lucas, que es muy partidario de la igualdad, fue y les espetó:
-Tomad de vuestra propia medicina, a ver qué os parece…
El confesor electrónico se muestra comprensivo. No obstante le reprocha…
–Te Has paXao, THX! Tú lo que tienes que hacer es comprar mucho y ser feliz. Comprar, comprar…
Lo dice tres veces, no crean que me lo invento. Esta fue la primera vez que tuve que ponerme a pensar seriamente viendo la película.
–Y ¿Qué van a comprar? –Pensé yo seriamente
Lo digo porque a esas alturas ya me había fijado en que allí siempre van con el mismo traje blanco, igual para todo el mundo, unisex. Es como un uniforme de hospital, no sé si de paciente o de médico, porque allí están todos malitos y tienen que tomar muchas pastillas. Y en toda la peli no se ve ningún otro modelito. Si algún estudiante de Diseño había pensado en emigrar allí a hacer carrera que se lo quite de la cabeza, porque no conseguirá empleo. Tampoco hay decoración, ni siquiera tienen sofás para ver su tele en tres dimensiones. Sólo hay unas mesas y unas sillas muy incómodas. En condones tampoco gastan porque el sexo está prohibido. Y es todo, todo, blanco. Incluso las razas. El único negro que sale es un holograma del Departamento de Fantasías, vamos que es irreal, dicho por él mismo. Esto del Departamento de Fantasías no acaba de disgustarme, tiene su aquel. Pero Johnny Weismuller jr –el hijo de Tarzán- y su compañero, que hacen de robots-vigilante, como excepción, visten de negro, y llevan la cara tapada por una careta de acero inoxidable.
Ay! Si tu padre levantara la cabeza… para una vez que sales en el cine te tapan hasta la cara, cuando él sólo llevaba un taparrabos…Y chinos no hay ni uno, o sea que tampoco tendrán bazares en los que comprar. En peluquería también ahorran mucho. Ni laca, ni mascarilla, ni gomina, ni peines, ni horquillas, ni permanentes, ni alisadores, ni rulos… Van todos rapados al cero, ellos y ellas, todos el mismo modelo ¡Toma igualdad! ¿QUÉ ES LO QUE TIENEN QUE COMPRAAAAR? (Aquí le iría bien un acento gallego, creo)
-Y… ¿Por qué van todos rapados? –Pensé seriamente por segunda vez-
Para ver si me aclaraba, elaboré una lista de opciones:
-Por solidaridad con los calvos
-Porque “Dentro de cien años, todos calvos”. Y, como es una sociedad futurista ya habían pasado los cien años
-Porque Robert Duvall le dijo a Lucas: Venga, George, nos afeitamos todos y así pasa más desapercibido lo mío
Pero no, pobre Robert, está claro que el objetivo era eliminar el último impedimento para vigilar los cerebros.
¡Fuera pelos! Que luego venís a que os pongamos los cables para haceros un “bloqueo mental” cuando os portáis mal y se enmaraña todo y después para desenredaros es un lío. Venga, venga, todos iguales, que cuanto menos bulto más claridad
Eso mismo opina uno que le tira los tejos a Robert Duvall, que entre ellos se van a entender mejor que con las chicas. Pero a Robert no le gusta, porque es muy feo. Es que las relaciones homosexuales están permitidas, pero en platónico. Claro que, para ese viaje, no hacían falta alforjas, porque eso ya lo inventaron aquí cuando lo de los amigotes…
Como consumen tantas pastillas, o drogas, siempre están en riesgo de cometer un error en las dosis, lo cual puede llevar a un desequilibrio químico perjudicial. Por eso se lo están repitiendo continuamente por megafonía. Allí, cuando estás en tu casa, es como si estuvieras en una estación, venga megafonía. Todo se lo dicen a través de máquinas, como en Movistar. Y cuando sales, también. Las “calles” son como los túneles del metro. Pero el metro no les hace mucha falta, por eso van medio vacíos. Y ahí es cuando se ve qué es lo que compran: coches. Pero no coches cualesquiera, sino como los que gasta Fernando Alonso. Además los coches pueden ser de colores, como las pastillas. O sea que a la hora de vender y de controlar si autorizan el color.
En un mundo lleno de cámaras, pantallas y paredes transparentes, nadie puede ocultar nada, ni esconderse de nadie. Todo se puede ver, continuamente. A lo mejor por eso han prohibido el sexo, porque con todo a la vista sería como vivir en una serie pornográfica. En su tele tridimensional les dejan poner a bailarinas y bailarines voluptuosos, aunque con demasiado fitness. Pero así y todo consiguen ponerles los dientes largos, ya que eso es lo que hay...
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
...Porque eso es de lo poco que les dejan hacer: mirar. Es un “Lo verás, pero no lo catarás”. O “Se ve, pero no se toca”. Todos lo ven todo. Es un mundo de voyeurs.
Cuando se rebelan les llevan a un centro, una especie de manicomio. Los llevan allí y no se tienen que cambiar ni de traje, porque ya van vestidos de internos. La decoración también es como la de su casa. No hay diferencias. Tal vez porque aquello en su totalidad es un mundo de locos. ¿Qué es un manicomio, me preguntas? Manicomio eres tú
Otra cosa que no me gusta de ese pueblo es que no he visto a nadie de letras. Son todos de ciencias. Les gustan tanto que hasta para el nombre se ponen números. Pero donde esté una buena letrita… que se quite un numeraco.
Claro que todo esto que he dicho hasta aquí es como el envoltorio. Hay que hacer una abstracción para entender el mensaje: George Lucas, que hizo esta película en 1971, estaba avisando de hacia dónde iba el mundo. Hacia un modelo en el que lo que cuenta es el sistema, y el individuo está al servicio de ese sistema.
Para ello, y para prevenir disensiones, el individuo debe estar sometido a continua vigilancia, a través de la cual, todos lo pueden ver todo de los demás, y así poder denunciarlos de inmediato, si se tercia. Los espectáculos televisuales son cada vez más infantiloides. Los medios de comunicación están al mando del capital y al servicio del sistema, y su uso, o abuso, tendrá esa finalidad. La obediencia debe ser absoluta, aun contrariando a la naturaleza, por eso la prohibición del sexo incluso en parejas estables. El control mental debe quedar asegurado, aun recurriendo al empleo de drogas a todas horas. Las pastillas son control, enmascarado por –aquí sí- el color, como un símbolo de la publicidad y la propaganda.
El alma, el espíritu, la inspiración, el pensamiento, el arte, la vida… Todo está en el cerebro… siempre que no esté controlado. Es la diferencia entre vivir para uno mismo o vivir para el sistema. Entre ser un individuo o parte de un engranaje. Pero para poder escapar, primero hay que darse cuenta de dónde se está, hay que eludir el control, disimulado en la engañosa felicidad que proporcionan las pastillas de colorines, que destacan sobre la monocromía del blanco. Sé feliz, Compra, Ponte las pilas, Móntate tu película… Y, sobre todo, acostúmbrate al imperativo.
La monocromía, la igualdad en los trajes, el peinado, la decoración… simbolizan la uniformidad, la sincronía de la sociedad. En medio de esa homogeneidad, el diferente, que encarna el peligro, la disrupción o la rebelión, destacará de inmediato, lo que permitirá identificarlo y contrarrestarlo sin dilación.
Lo que pasa es que -con tanta uniformidad- está un poco descuidada la cosa del entretenimiento. Creo que una buena película no debe ser tediosa.
El final fue lo que más me gustó. Aquí la peli se pone en plan western galáctico. Y el caballo más rápido es el de Fernando Alonso, conducido por Robert Duvall. Termina con una escena que recuerda a como acaba El tercer hombre, cuando Orson Wells huía por las alcantarillas, sin conseguirlo. Es difícil escapar de las cloacas de la dependencia… del sistema.
Robert Duvall lo logra. Llega hasta arriba y no hace caso a los que le llaman, instándole a volver al mundo blanco, uniforme y drogata. Pero él ya ha percibido el anaranjado del sol y la riqueza de la música sinfónica que le pone Lalo Schifrin, con muchos instrumentos, coros y variedad de timbres
–THX 1138! Vuelve… No seas indómito… Necesitamos disidentes creativos…!
–Y una mierda! Ahí os quedáis, que ahora quiero broncearme…
©Pax Rincón Toledano, noviembre de 2015
https://montanabluess.wordpress.com/
Cuando se rebelan les llevan a un centro, una especie de manicomio. Los llevan allí y no se tienen que cambiar ni de traje, porque ya van vestidos de internos. La decoración también es como la de su casa. No hay diferencias. Tal vez porque aquello en su totalidad es un mundo de locos. ¿Qué es un manicomio, me preguntas? Manicomio eres tú
Otra cosa que no me gusta de ese pueblo es que no he visto a nadie de letras. Son todos de ciencias. Les gustan tanto que hasta para el nombre se ponen números. Pero donde esté una buena letrita… que se quite un numeraco.
Claro que todo esto que he dicho hasta aquí es como el envoltorio. Hay que hacer una abstracción para entender el mensaje: George Lucas, que hizo esta película en 1971, estaba avisando de hacia dónde iba el mundo. Hacia un modelo en el que lo que cuenta es el sistema, y el individuo está al servicio de ese sistema.
Para ello, y para prevenir disensiones, el individuo debe estar sometido a continua vigilancia, a través de la cual, todos lo pueden ver todo de los demás, y así poder denunciarlos de inmediato, si se tercia. Los espectáculos televisuales son cada vez más infantiloides. Los medios de comunicación están al mando del capital y al servicio del sistema, y su uso, o abuso, tendrá esa finalidad. La obediencia debe ser absoluta, aun contrariando a la naturaleza, por eso la prohibición del sexo incluso en parejas estables. El control mental debe quedar asegurado, aun recurriendo al empleo de drogas a todas horas. Las pastillas son control, enmascarado por –aquí sí- el color, como un símbolo de la publicidad y la propaganda.
El alma, el espíritu, la inspiración, el pensamiento, el arte, la vida… Todo está en el cerebro… siempre que no esté controlado. Es la diferencia entre vivir para uno mismo o vivir para el sistema. Entre ser un individuo o parte de un engranaje. Pero para poder escapar, primero hay que darse cuenta de dónde se está, hay que eludir el control, disimulado en la engañosa felicidad que proporcionan las pastillas de colorines, que destacan sobre la monocromía del blanco. Sé feliz, Compra, Ponte las pilas, Móntate tu película… Y, sobre todo, acostúmbrate al imperativo.
La monocromía, la igualdad en los trajes, el peinado, la decoración… simbolizan la uniformidad, la sincronía de la sociedad. En medio de esa homogeneidad, el diferente, que encarna el peligro, la disrupción o la rebelión, destacará de inmediato, lo que permitirá identificarlo y contrarrestarlo sin dilación.
Lo que pasa es que -con tanta uniformidad- está un poco descuidada la cosa del entretenimiento. Creo que una buena película no debe ser tediosa.
El final fue lo que más me gustó. Aquí la peli se pone en plan western galáctico. Y el caballo más rápido es el de Fernando Alonso, conducido por Robert Duvall. Termina con una escena que recuerda a como acaba El tercer hombre, cuando Orson Wells huía por las alcantarillas, sin conseguirlo. Es difícil escapar de las cloacas de la dependencia… del sistema.
Robert Duvall lo logra. Llega hasta arriba y no hace caso a los que le llaman, instándole a volver al mundo blanco, uniforme y drogata. Pero él ya ha percibido el anaranjado del sol y la riqueza de la música sinfónica que le pone Lalo Schifrin, con muchos instrumentos, coros y variedad de timbres
–THX 1138! Vuelve… No seas indómito… Necesitamos disidentes creativos…!
–Y una mierda! Ahí os quedáis, que ahora quiero broncearme…
©Pax Rincón Toledano, noviembre de 2015
https://montanabluess.wordpress.com/

7.3
69,559
8
11 de octubre de 2024
11 de octubre de 2024
Sé el primero en valorar esta crítica
Queridas amigas del programa de doña Malena Franki’s II de la Era de la Información. Quería hablarles hoy de un tema que está dando mucho que hablar: la facilidad para manipular a través de los Medios de Comunicación
Pues que sepan que de fácil nada. Es muy difícil. Se han dado casos de manipulación de masas a través de la televisión. Vale, lo admito. Pero no me vengan con que es fácil. Sé que algunos lo han hecho, pero se han tenido que emplear a fondo. Y hay que ser mu listo, pero que mu listo. Les voy a contar un caso de manipulación, para que vean lo requetecomplicadísimo que es.
Es el caso de la señora Perdida. En primer lugar, la señora Perdida es guapa, alta, rubia, inteligente y titulada por la Universidad de Guasintón, ni son (eso por lo menos) y tiene experiencia como periodista. Eso ya reduce las opciones de los aspirantes. Menuda criba.
Y ahora –a las que hayan superado esa selección inicial- les voy a dar la receta de cómo manipular a los medios sin casi despeinarse
PRIMERO.- Hay que romper el cristal de la mesa de centro del salón. Sé que es duro. Sé lo mucho que eso le duele a una. Sé que para la sección del alma que alberga al ama de casa que todas llevamos dentro es casi insoportable. Para un ama de casa que se precie los destrozos en la decoración pueden ser traumáticos. Pero oye, mira, el que algo quiere algo le cuesta
SEGUNDO.- Después hay que sacarse medio litro de sangre de un brazo. Yo ya me he apuntado a un cursillo para aprender tan magna tarea, porque a mí, a pesar de que he tenido muy buena educación, incluso en colegio de pago, os juro que nunca me habían preparado para eso. Pero no hay preocupación. Debe estar tirao, porque la señora Perdida lo hace mientras se lee el Hola!
TERCERO.- Me santiguo, porque esta no sé si vais a poder soportarla. ¿Pues no que va la tía y tira toda la sangre por el suelo de la cocina y la pone toda perdida? Perdida, más que perdida…
CUARTO.- Ya casi no puedo más. No sólo se conforma con poner toda la cocina hecha un cristo sino que va y, encima, para mayor sangría, lo limpia mal ¡LO LIMPIA MAAAAAAAL…! Pero ¿Qué ama de casa puede soportar eso? ¿QUIÉÉÉÉÉÉN? (Dígase con acento venezolano) Me va a dar algo, my God. Para que luego digan que manipular a los medios es fácil.
QUINTO.- Ahora, agarraos los machos -conviene tener machos a mano para agarrarlos de vez en cuando- porque esta sí que es buena. Hay que pegarse un martillazo en el pómulo, mejor el izquierdo, no sé por qué. Pero no os preocupéis porque los pómulos sanan muy bien. La señora Perdida poco después quedó estupenda, parecía que acababa de llegar de una sesión de lifting
SEXTO.- Luego, aunque vengas directamente de Llongueras, tienes que teñirte el pelo, primero de claro a oscuro. Ya sabéis que de claro a oscuro es sencillito. El cabello claro agarra muy bien lo oscuro. Ahora, eso sí, la señora Perdida, en estos momentos ya no parece la misma. Entre el porrazo en el pómulo, el teñido casero y el traje Moda Reto, parece recién salida de un campo de concentración. ¡Ay! Qué duro es manipular a los medios…
SÉPTIMO.- Después hay que hacerse amiga de una jovenzuela con las hormonas a punto y pedirle que se olvide de los chicos. Claro que eso se paga, como así le ocurrió a la señora Perdida. Resulta que la jovenzuela se da cuenta de que el teñido de cabello de su nueva vecina es una chapuza y que en esas condiciones no se va a atrever a llamar a la policía para que se la encuentren con esos pelos. Así que va, y le dice a su maromo. Oye, mira, la ocasión la pintan calva. Vamos a robarle a Perdida toda la pasta, que pa mi que esta no va a la comisaría…
Pues que sepan que de fácil nada. Es muy difícil. Se han dado casos de manipulación de masas a través de la televisión. Vale, lo admito. Pero no me vengan con que es fácil. Sé que algunos lo han hecho, pero se han tenido que emplear a fondo. Y hay que ser mu listo, pero que mu listo. Les voy a contar un caso de manipulación, para que vean lo requetecomplicadísimo que es.
Es el caso de la señora Perdida. En primer lugar, la señora Perdida es guapa, alta, rubia, inteligente y titulada por la Universidad de Guasintón, ni son (eso por lo menos) y tiene experiencia como periodista. Eso ya reduce las opciones de los aspirantes. Menuda criba.
Y ahora –a las que hayan superado esa selección inicial- les voy a dar la receta de cómo manipular a los medios sin casi despeinarse
PRIMERO.- Hay que romper el cristal de la mesa de centro del salón. Sé que es duro. Sé lo mucho que eso le duele a una. Sé que para la sección del alma que alberga al ama de casa que todas llevamos dentro es casi insoportable. Para un ama de casa que se precie los destrozos en la decoración pueden ser traumáticos. Pero oye, mira, el que algo quiere algo le cuesta
SEGUNDO.- Después hay que sacarse medio litro de sangre de un brazo. Yo ya me he apuntado a un cursillo para aprender tan magna tarea, porque a mí, a pesar de que he tenido muy buena educación, incluso en colegio de pago, os juro que nunca me habían preparado para eso. Pero no hay preocupación. Debe estar tirao, porque la señora Perdida lo hace mientras se lee el Hola!
TERCERO.- Me santiguo, porque esta no sé si vais a poder soportarla. ¿Pues no que va la tía y tira toda la sangre por el suelo de la cocina y la pone toda perdida? Perdida, más que perdida…
CUARTO.- Ya casi no puedo más. No sólo se conforma con poner toda la cocina hecha un cristo sino que va y, encima, para mayor sangría, lo limpia mal ¡LO LIMPIA MAAAAAAAL…! Pero ¿Qué ama de casa puede soportar eso? ¿QUIÉÉÉÉÉÉN? (Dígase con acento venezolano) Me va a dar algo, my God. Para que luego digan que manipular a los medios es fácil.
QUINTO.- Ahora, agarraos los machos -conviene tener machos a mano para agarrarlos de vez en cuando- porque esta sí que es buena. Hay que pegarse un martillazo en el pómulo, mejor el izquierdo, no sé por qué. Pero no os preocupéis porque los pómulos sanan muy bien. La señora Perdida poco después quedó estupenda, parecía que acababa de llegar de una sesión de lifting
SEXTO.- Luego, aunque vengas directamente de Llongueras, tienes que teñirte el pelo, primero de claro a oscuro. Ya sabéis que de claro a oscuro es sencillito. El cabello claro agarra muy bien lo oscuro. Ahora, eso sí, la señora Perdida, en estos momentos ya no parece la misma. Entre el porrazo en el pómulo, el teñido casero y el traje Moda Reto, parece recién salida de un campo de concentración. ¡Ay! Qué duro es manipular a los medios…
SÉPTIMO.- Después hay que hacerse amiga de una jovenzuela con las hormonas a punto y pedirle que se olvide de los chicos. Claro que eso se paga, como así le ocurrió a la señora Perdida. Resulta que la jovenzuela se da cuenta de que el teñido de cabello de su nueva vecina es una chapuza y que en esas condiciones no se va a atrever a llamar a la policía para que se la encuentren con esos pelos. Así que va, y le dice a su maromo. Oye, mira, la ocasión la pintan calva. Vamos a robarle a Perdida toda la pasta, que pa mi que esta no va a la comisaría…
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
OCTAVO.- Hay que tener a mano un chevalier servant con cara de pavo, rico, dadivoso, complaciente, solo, hetero y con buen empleo. Y que esté dispuesto a arriesgarlo todo siendo cómplice de una simulación de delito, la cual implica que alguien inocente esté siendo acusado de asesinato. Tal cual. Ahora, eso sí, nadie da tanto a cambio de nada. El chevalier le exige que se vuelva a teñir, pero bien, y de rubia platino, que es lo que le pone. Pero es de buen conformar y no le pide nada más. ¿NADA MÁÁÁÁÁÁÁS? Pero este se ha vuelto loco ¿Tú sabes lo que es teñirse de oscuro a claro…? Para eso, como sabéis, hay que decolorar, con el peligro de que la melena se te convierta en un cacho estropajo… Nada más, dice…
Sin embargo, todo eran temores infundados, porque como el chevalier es rico le compra un tinte muy bueno, muy bueno, última generación, que le deja rubita y mona. Y aquí no ha pasado nada.
NOVENO.- Después hay que ponerse en plan calientabraguetas, para que el pibe se emocione, cierre los ojos, y entonces aprovechar para darle un buen tajo en el cuello al buen partido, pero de esos que dejan exangüe y con la pata estirada (Es que es muy bruta) Sí, qué pena, con lo colao que estaba por ella…
Y ya… ¿Os parece poco..? Claro que no he mencionado cómo coge directamente del retrete la orina de una amiguilla preñada para fingirse en estado de buena esperanza. Lo digo así como extraoficialmente, fuera de los puntos enumerados, porque es una cochinada…
Pero os doy mi palabra de que así se manipula a los medios. Ya sé, ya sé… Pero nadie dijo que sería fácil.
Gracias a todo esto los telespectadores de USA se lo pasan pipa durante una buena temporada. La rubia consigue:
1º.- Que un hombre inocente sea acusado de asesinato y las masas estén dispuestas a lincharlo
2º.- Que una verdadera asesina pase por ser un ángel
3º.- Que un marido que estaba hasta los cataplines de la adicta a los tintes, acceda a continuar con ella -aun sabiéndolo todo- debido a las presiones mediáticas.
4º.- Que un matrimonio podrido sea visto como un matrimonio modelo
Y 5º.- Que el marido consienta todo de buen grado ya que, esa nueva imagen de matrimonio idílico les proporciona muchas satisfacciones de cara a la galería. Y pasar de supuesto asesino a marido en un matrimonio adorado seguro que le reporta muchos clientes para su bar. Hay que mirar por el negocio…
Los medios se manipulan, sí. Pero manipularlos bien, se dice, es un arte. Y la señora Perdida es una artista. Ahora, en verdad os digo: Se lo ha currao.
La peli tiene algo así como un final abierto. Eso quiere decir que los espectadores se pueden imaginar el que quieran y les dé la gana. O bien recrearse en la duda metódica:
¿Se cargará también al marido? ¿Se la cargará el marido a ella? ¿Vendrá el niño que esperan con un pan bajo el brazo…?
Hummmm… Yo elijo este:
Perdida va a buscar trabajo a las televisiones, aprovechando su extraordinario currículum como antigua periodista y reciente experta en liderar audiencias recurriendo a los más abyectos medios de manipulación. Consigue una entrevista y es citada en los despachos de la última planta, los que tienen mejores vistas. Entonces la contratan un poco, porque reconocen que sí, que les ha subido las audiencias, pero al final se dan cuenta de que la historia es demasiado estrambótica y parece un serial
Y entonces los de la cúpula, que son unos desagradecidos, sin ningún miramiento, van, y le dicen:
-Mira bonita, Roma no paga a traidores. Usted lo hace demasiado enrevesado. No necesitamos tanta complicación. Para nosotros es tan sencillo como apretar un botón. Tenga, cómprese un duro de bosque y piérdase, señora Perdida. No la necesitamos. Queda usted despedida.
Hay que ver. Qué jodido está esto del empleo. -Oh My God! estoy perdida…
©Pax Rincón Toledano, octubre de 2015
https://textosprohibidos.wordpress.com/
Sin embargo, todo eran temores infundados, porque como el chevalier es rico le compra un tinte muy bueno, muy bueno, última generación, que le deja rubita y mona. Y aquí no ha pasado nada.
NOVENO.- Después hay que ponerse en plan calientabraguetas, para que el pibe se emocione, cierre los ojos, y entonces aprovechar para darle un buen tajo en el cuello al buen partido, pero de esos que dejan exangüe y con la pata estirada (Es que es muy bruta) Sí, qué pena, con lo colao que estaba por ella…
Y ya… ¿Os parece poco..? Claro que no he mencionado cómo coge directamente del retrete la orina de una amiguilla preñada para fingirse en estado de buena esperanza. Lo digo así como extraoficialmente, fuera de los puntos enumerados, porque es una cochinada…
Pero os doy mi palabra de que así se manipula a los medios. Ya sé, ya sé… Pero nadie dijo que sería fácil.
Gracias a todo esto los telespectadores de USA se lo pasan pipa durante una buena temporada. La rubia consigue:
1º.- Que un hombre inocente sea acusado de asesinato y las masas estén dispuestas a lincharlo
2º.- Que una verdadera asesina pase por ser un ángel
3º.- Que un marido que estaba hasta los cataplines de la adicta a los tintes, acceda a continuar con ella -aun sabiéndolo todo- debido a las presiones mediáticas.
4º.- Que un matrimonio podrido sea visto como un matrimonio modelo
Y 5º.- Que el marido consienta todo de buen grado ya que, esa nueva imagen de matrimonio idílico les proporciona muchas satisfacciones de cara a la galería. Y pasar de supuesto asesino a marido en un matrimonio adorado seguro que le reporta muchos clientes para su bar. Hay que mirar por el negocio…
Los medios se manipulan, sí. Pero manipularlos bien, se dice, es un arte. Y la señora Perdida es una artista. Ahora, en verdad os digo: Se lo ha currao.
La peli tiene algo así como un final abierto. Eso quiere decir que los espectadores se pueden imaginar el que quieran y les dé la gana. O bien recrearse en la duda metódica:
¿Se cargará también al marido? ¿Se la cargará el marido a ella? ¿Vendrá el niño que esperan con un pan bajo el brazo…?
Hummmm… Yo elijo este:
Perdida va a buscar trabajo a las televisiones, aprovechando su extraordinario currículum como antigua periodista y reciente experta en liderar audiencias recurriendo a los más abyectos medios de manipulación. Consigue una entrevista y es citada en los despachos de la última planta, los que tienen mejores vistas. Entonces la contratan un poco, porque reconocen que sí, que les ha subido las audiencias, pero al final se dan cuenta de que la historia es demasiado estrambótica y parece un serial
Y entonces los de la cúpula, que son unos desagradecidos, sin ningún miramiento, van, y le dicen:
-Mira bonita, Roma no paga a traidores. Usted lo hace demasiado enrevesado. No necesitamos tanta complicación. Para nosotros es tan sencillo como apretar un botón. Tenga, cómprese un duro de bosque y piérdase, señora Perdida. No la necesitamos. Queda usted despedida.
Hay que ver. Qué jodido está esto del empleo. -Oh My God! estoy perdida…
©Pax Rincón Toledano, octubre de 2015
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9 de octubre de 2024
9 de octubre de 2024
Sé el primero en valorar esta crítica
Érase una vez un rico heredero en edad de merecer. Como se pegaba la vida padre y estaba acostumbrado a que se lo hicieran todo, le buscaron hasta la novia formal, para que continuase la saga. Entonces van y le traen una alemanita, concretamente de Austria, que en aquellos tiempos aún estaba anexionada a Alemania, como saben. Pero se casan y ni alemanita, ni francés, ni griego; el andoba ni se estremece, con lo que pone en peligro la dinastía. No sé si es que pensó que “Esta es mucha mujer pa mi”, o que “Me gusta, pero como amiga”, porque ellos se llevan bien y eso y él ni se enfada, ni se pone celoso, ni nada, era como un amigo gay, que, como se sabe, porque yo lo digo muchas veces, es el mejor amigo que puede tener una chica.
Tampoco aclara la peli si el chico se lo montaba con algún cortesano o algo, pero es que eso, con lo de tapadillo que eran entonces, no lo habrían descubierto ni los Massin, Jean y Brigitte
Lo que está claro es que no salió a su padre, que hasta se echó una concubina llamada Du Barry, que la sacó de Dios sabe dónde, porque en aquellos tiempos, todo lo que no era de Versalles era de Dios sabe donde
Eso sí, él es un pagafantas y le financia todos los mimos y caprichos a su Marie-Antoinette, como una colección de zapatos monísimos, chulis, chulis, muy en la línea Christian Lacroix, y además con un tacón muy razonable, que, para la vida que llevaba la de Austria le venían muy bien, porque ella, como una buena chica mala, iba a todas partes. De hecho, creo que, de haber existido entonces, habría calzado unas deportivas, para trotar mejor.
Más le valía haber ido un poco al instituto, a aprender un poco de historia. Claro que si me oye Sofía Coppola lo mismo me da una colleja porque ella defiende a morir a su María Antonieta, y quiere dejar muy claro en la peli que la muchacha no dijo aquello de “Pues que coman pasteles”, cuando le comentaron que el pueblo no tenía para pan.
También le ponen una asistente personal, que siempre va acompañada de un séquito de más ayudantes, para que a su señorita le pongan hasta los anillos. En aquellos tiempos, las asistentes personales de las reinas tenían que ser princesas, o marquesas, o algo. Iban allí por las mañanas, todas juntas, a llevarle el desayuno en un cojín. Y la despertaban para que desayunara entre reverencias. A la Antoinette esto no le hacía ninguna gracia, por lo que aquí sí, mira por dónde, se le despierta la vena crítica y, como si fuera de Chicago, va y dice:
–Esto es absurdo…
Por lo que la dama, Judy Davis, aclara
–Esto es Versalles…
Esta asistenta parece una media aritmética entre la caricatura, el cómic y la Commedia dell’Arte, lo cual le pega muy bien a esta peli
Total, que la austriaca se lo pasa pipa. Ella y sus amiguetes disponen de más tiempo que un jubilado, tienen sueldo de banquero y cuerpo adolescente. Así que, como no tienen que madrugar, se van a ver amanecer al lado de un riachuelo que pasaba por allí. También hacen muchos guateques, y la Coppola, para darles más marcha, les pone música de los ochenta o noventa o por ahí. Será por eso por lo que hablan como si estuvieran en una película de Woody Allen, cenando en Manhattan. Eso sí, cuando quiere volver a entrar en situación, pone algo más a lo Lully, ese intrigante francés
Tampoco aclara la peli si el chico se lo montaba con algún cortesano o algo, pero es que eso, con lo de tapadillo que eran entonces, no lo habrían descubierto ni los Massin, Jean y Brigitte
Lo que está claro es que no salió a su padre, que hasta se echó una concubina llamada Du Barry, que la sacó de Dios sabe dónde, porque en aquellos tiempos, todo lo que no era de Versalles era de Dios sabe donde
Eso sí, él es un pagafantas y le financia todos los mimos y caprichos a su Marie-Antoinette, como una colección de zapatos monísimos, chulis, chulis, muy en la línea Christian Lacroix, y además con un tacón muy razonable, que, para la vida que llevaba la de Austria le venían muy bien, porque ella, como una buena chica mala, iba a todas partes. De hecho, creo que, de haber existido entonces, habría calzado unas deportivas, para trotar mejor.
Más le valía haber ido un poco al instituto, a aprender un poco de historia. Claro que si me oye Sofía Coppola lo mismo me da una colleja porque ella defiende a morir a su María Antonieta, y quiere dejar muy claro en la peli que la muchacha no dijo aquello de “Pues que coman pasteles”, cuando le comentaron que el pueblo no tenía para pan.
También le ponen una asistente personal, que siempre va acompañada de un séquito de más ayudantes, para que a su señorita le pongan hasta los anillos. En aquellos tiempos, las asistentes personales de las reinas tenían que ser princesas, o marquesas, o algo. Iban allí por las mañanas, todas juntas, a llevarle el desayuno en un cojín. Y la despertaban para que desayunara entre reverencias. A la Antoinette esto no le hacía ninguna gracia, por lo que aquí sí, mira por dónde, se le despierta la vena crítica y, como si fuera de Chicago, va y dice:
–Esto es absurdo…
Por lo que la dama, Judy Davis, aclara
–Esto es Versalles…
Esta asistenta parece una media aritmética entre la caricatura, el cómic y la Commedia dell’Arte, lo cual le pega muy bien a esta peli
Total, que la austriaca se lo pasa pipa. Ella y sus amiguetes disponen de más tiempo que un jubilado, tienen sueldo de banquero y cuerpo adolescente. Así que, como no tienen que madrugar, se van a ver amanecer al lado de un riachuelo que pasaba por allí. También hacen muchos guateques, y la Coppola, para darles más marcha, les pone música de los ochenta o noventa o por ahí. Será por eso por lo que hablan como si estuvieran en una película de Woody Allen, cenando en Manhattan. Eso sí, cuando quiere volver a entrar en situación, pone algo más a lo Lully, ese intrigante francés
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Después la joven se busca un noviete. Con éste sí que se la ve ñaca-ñaca. Ahora, que a nadie se le pongan los dientes largos porque la escena es bastante light. Se ve que a Sofía Coppola le pasa lo que a Buñuel, que no le gustan esos excesos de algunos, que parecen casi una peli porno y se lo hacen pasar a los actores fatal
Después de algún tiempo llega por fin descendencia. El marido no se extraña ni nada, por lo que podemos suponer que han tenido algo en su propia intimidad de ellos, la cual no ha trascendido a la pantalla. A lo mejor es porque tratándose de Luis XVI es un peligro y luego van y se lo censuran, como a El Jueves. Pero ellos no tienen niños normales, tienen delfines, como en Terra Mítica
Luego hay uno que quiere mangonearlo todo, igual que en las comunidades de vecinos y en la Judicatura, como ha dejado claro el juez Elpidio. Vamos que Luis XVI va allí, a los despachos, con su peluquín, y sólo tiene que decir que sí. Es que él y su María Antonieta son unos inocentes, que nacen ahí a mesa puesta y a mesa quitá y qué van a hacer, pues aprovecharse ¿Usted qué haría? parece decir Sofía Coppola, que los defiende como si fueran sus primos o algo
Pero un día, los de Dios sabe dónde se presentan en Versalles, porque quieren comer pan y pasteles, ya que no les parece mal la sugerencia ¿Usted qué haría? La María Antonieta, al verlos llegar de visita con las palas y los rastrillos en alto y alzando la voz, sale al balcón y se inclina en una reverencia, como cuando se agachaba a coger piedrecillas en el riachuelo de los amaneceres after hours. Total, que le cuesta a ella
-Oye, si cuela, cuela
Pero no coló. Y ahí se acaba la peli porque como estaba quedando todo tan pijo, no pegaban ahí, cogiendo protagonismo, los de Dios sabe dónde…
©Pax Rincón Toledano, diciembre de 2014
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Después de algún tiempo llega por fin descendencia. El marido no se extraña ni nada, por lo que podemos suponer que han tenido algo en su propia intimidad de ellos, la cual no ha trascendido a la pantalla. A lo mejor es porque tratándose de Luis XVI es un peligro y luego van y se lo censuran, como a El Jueves. Pero ellos no tienen niños normales, tienen delfines, como en Terra Mítica
Luego hay uno que quiere mangonearlo todo, igual que en las comunidades de vecinos y en la Judicatura, como ha dejado claro el juez Elpidio. Vamos que Luis XVI va allí, a los despachos, con su peluquín, y sólo tiene que decir que sí. Es que él y su María Antonieta son unos inocentes, que nacen ahí a mesa puesta y a mesa quitá y qué van a hacer, pues aprovecharse ¿Usted qué haría? parece decir Sofía Coppola, que los defiende como si fueran sus primos o algo
Pero un día, los de Dios sabe dónde se presentan en Versalles, porque quieren comer pan y pasteles, ya que no les parece mal la sugerencia ¿Usted qué haría? La María Antonieta, al verlos llegar de visita con las palas y los rastrillos en alto y alzando la voz, sale al balcón y se inclina en una reverencia, como cuando se agachaba a coger piedrecillas en el riachuelo de los amaneceres after hours. Total, que le cuesta a ella
-Oye, si cuela, cuela
Pero no coló. Y ahí se acaba la peli porque como estaba quedando todo tan pijo, no pegaban ahí, cogiendo protagonismo, los de Dios sabe dónde…
©Pax Rincón Toledano, diciembre de 2014
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7.9
67,813
10
19 de septiembre de 2024
19 de septiembre de 2024
Sé el primero en valorar esta crítica
-Se arregla cualquier desperfecto siendo rico- dice la esposa pobre...
Pero los ricos de esta película no lo ven, son ingenuos. Porque cierta clase de astucia solo florece con la necesidad. Como en la novela picaresca.
Porque en esta película la familia rica parece menos lista que la familia pobre ¿Por qué son ricos, entonces? ¿Es que no se lo han ganado a pulso? No es una ecuación matemática, no en este director, no en esta película. Eso es en "Lo que el viento se llevó", en la que los esclavos eran tontitos comparados con Scarlett O’Hara. Los ricos de "Parásitos", podrían serlo por herencia, por educación privilegiada en universidades privadas, con masters, cursos en el extranjero y ayuda de la familia en los inicios de su empresa.
La película es una alegoría, es decir, tiene un sentido literal y otro figurado. Y no hay ni una frase, ni medio fotograma, ni un tercio de decorado, ni un cuarto de expresión de los actores y ni una sola palabra, aunque sea una sencilla conjunción, que no contribuya al discurso narrativo, a la historia, a lo que se quiere contar. Tal vez eso forme parte de las obras maestras. Una perfecta maquinaria de precisión, que, como un reloj suizo, avanza implacable por sus exactas décimas de segundo. Todo encajado. Sin un respiro, sin aliento.
Esa confrontación económica está representada en la película por dos familias, pertenecientes a dos mundos cada vez más distantes. Puede que en algunos países asiáticos se haya hecho evidente antes. O puede que a nosotros nos llegue más información de allí. O puede que en otros sitios, la inercia –en cualquier sentido- del estado de bienestar esté enmascarando -por ahora, para algunos- lo que parece una tendencia mundial.
La casa de los ricos es muy privada. Nunca pasa nadie extraño por ese jardín. Todo es bello, límpido, minimalista… Si hay algo menos agradable de ver está oculto, en el sótano, más abajo aún que la bodega, donde no bajan nunca los señores, porque puede que ni sepan que existe. Porque lo han olvidado a fuerza de ignorarlo.
La casa de los pobres es un semisótano. La ventana de su salón, una gran cristalera, desde dentro se ve ligeramente alta; pero desde la calle, esa cristalera queda a ras de suelo. El contacto con la calle de esa casa empieza en esa ventana. Más hacia abajo es más bajo que la calle. No es un sótano, pero casi. Un borrachete va a mear allí todos los días. Si abrieran la ventana el orín les caería dentro. Sólo procuran mantenerlas abiertas cuando pase un fumigador de las calles, para ahorrar en matachinches. Porque hay bichos en esa casa. Imposible mantener limpios esos cristales. Desde esa casa no se ve el cielo, se ve el suelo. Urinario ocasional, basurero y receptor de fumigación que les fumiga a ellos, como si fueran insectos, también. Desprotegidos hasta de la lluvia, que llena su casa de agua no deseada, inundándola, mientras les cortan a veces la del grifo.
–¿Qué planes tienes?– dice el hijo
–Es mejor no tener planes. El plan que jamás falla es no tener absolutamente ningún plan. Porque cuando haces planes nunca salen como esperas. Si no tienes ningún plan todo importa una mierda– contesta el padre.
Porque sus planes siempre se ven defraudados. En su casa no tienen intimidad, ni seguridad, ni higiene, ni wifi. Ni siquiera tienen planes.
Pero los miembros de esta familia pobre no son ni tontos, ni inútiles, ni feos. Son normales. Como si el director quisiera decirnos que no es necesario ser un negado para llegar a eso en un mundo cada vez más intransitable para muchos, ya.
Tienen un precario trabajo de preparar cajas para pizzas. Si hacen mal una doblez les descuentan
–¿Cómo pueden hacer eso, con lo poco que nos pagan?– Pero parece que pueden, aunque no contesten cómo.
El mundo es una trampa para esta familia de cuatro miembros. Y con trampas consiguen encontrar trabajo en la casa rica. Trampas en el mundo tramposo. Pero parece que lo hacen todo a satisfacción de los ricos.
Cuando acuden, acicalados, al nuevo trabajo, los ricos les ven bien, porque no dejan traslucir sus dificultades. Pero hay algo de lo que no logran desprenderse, algo que los delata. Es su olor
–Hay que salir de esta casa para perderlo– sentencia el padre. Esa casa, metáfora del mundo pobre, huele. Y el olor no engaña. Potencien su olfato, que algo queda. Si no ven, huelan.
Los hijos pobres son espabilados, son guapos. Parece que más que los hijos ricos. En ningún momento la película los muestra como inferiores, como si quisiera recalcar que no hay que ser inferior para llegar a su situación.
Cuando se asoman a esa casa rica, se pone, aún más, de manifiesto la gran diferencia entre ambos mundos. Pero los ricos van a hacer una fiesta y ellos tienen que participar
–Tómeselo como parte del trabajo– le dice el señor al chófer, ajeno a las dificultades de éste, que viene de su casa recién inundada hasta más arriba de su cintura. La expresión del chófer es un poema, inexplicable, como muchos poemas. Dolor, hinchazón, disgusto, cansancio… Expresividad intensa de teatro chino… No parece tener ganas de fiesta.
Las fiestas, para ellos, significan tareas extra. La madre tiene que bajar a la bodega a por unas pesadas mesas plegables y abrirlas trabajosamente en el jardín. El padre acompaña a la señora al super, obedeciendo los encargos y cargando con las viandas mientras ella habla alegremente por teléfono con sus invitados.
–No os preocupéis de nada, sólo venir a divertiros, a comer y beber
Unos encuadres de cámara desde extraños ángulos enfatizan sus esfuerzos a beneficio de la fiesta de los otros. Al igual que la lluvia, tampoco significa lo mismo la fiesta para unos y para otros.
Pero los ricos de esta película no lo ven, son ingenuos. Porque cierta clase de astucia solo florece con la necesidad. Como en la novela picaresca.
Porque en esta película la familia rica parece menos lista que la familia pobre ¿Por qué son ricos, entonces? ¿Es que no se lo han ganado a pulso? No es una ecuación matemática, no en este director, no en esta película. Eso es en "Lo que el viento se llevó", en la que los esclavos eran tontitos comparados con Scarlett O’Hara. Los ricos de "Parásitos", podrían serlo por herencia, por educación privilegiada en universidades privadas, con masters, cursos en el extranjero y ayuda de la familia en los inicios de su empresa.
La película es una alegoría, es decir, tiene un sentido literal y otro figurado. Y no hay ni una frase, ni medio fotograma, ni un tercio de decorado, ni un cuarto de expresión de los actores y ni una sola palabra, aunque sea una sencilla conjunción, que no contribuya al discurso narrativo, a la historia, a lo que se quiere contar. Tal vez eso forme parte de las obras maestras. Una perfecta maquinaria de precisión, que, como un reloj suizo, avanza implacable por sus exactas décimas de segundo. Todo encajado. Sin un respiro, sin aliento.
Esa confrontación económica está representada en la película por dos familias, pertenecientes a dos mundos cada vez más distantes. Puede que en algunos países asiáticos se haya hecho evidente antes. O puede que a nosotros nos llegue más información de allí. O puede que en otros sitios, la inercia –en cualquier sentido- del estado de bienestar esté enmascarando -por ahora, para algunos- lo que parece una tendencia mundial.
La casa de los ricos es muy privada. Nunca pasa nadie extraño por ese jardín. Todo es bello, límpido, minimalista… Si hay algo menos agradable de ver está oculto, en el sótano, más abajo aún que la bodega, donde no bajan nunca los señores, porque puede que ni sepan que existe. Porque lo han olvidado a fuerza de ignorarlo.
La casa de los pobres es un semisótano. La ventana de su salón, una gran cristalera, desde dentro se ve ligeramente alta; pero desde la calle, esa cristalera queda a ras de suelo. El contacto con la calle de esa casa empieza en esa ventana. Más hacia abajo es más bajo que la calle. No es un sótano, pero casi. Un borrachete va a mear allí todos los días. Si abrieran la ventana el orín les caería dentro. Sólo procuran mantenerlas abiertas cuando pase un fumigador de las calles, para ahorrar en matachinches. Porque hay bichos en esa casa. Imposible mantener limpios esos cristales. Desde esa casa no se ve el cielo, se ve el suelo. Urinario ocasional, basurero y receptor de fumigación que les fumiga a ellos, como si fueran insectos, también. Desprotegidos hasta de la lluvia, que llena su casa de agua no deseada, inundándola, mientras les cortan a veces la del grifo.
–¿Qué planes tienes?– dice el hijo
–Es mejor no tener planes. El plan que jamás falla es no tener absolutamente ningún plan. Porque cuando haces planes nunca salen como esperas. Si no tienes ningún plan todo importa una mierda– contesta el padre.
Porque sus planes siempre se ven defraudados. En su casa no tienen intimidad, ni seguridad, ni higiene, ni wifi. Ni siquiera tienen planes.
Pero los miembros de esta familia pobre no son ni tontos, ni inútiles, ni feos. Son normales. Como si el director quisiera decirnos que no es necesario ser un negado para llegar a eso en un mundo cada vez más intransitable para muchos, ya.
Tienen un precario trabajo de preparar cajas para pizzas. Si hacen mal una doblez les descuentan
–¿Cómo pueden hacer eso, con lo poco que nos pagan?– Pero parece que pueden, aunque no contesten cómo.
El mundo es una trampa para esta familia de cuatro miembros. Y con trampas consiguen encontrar trabajo en la casa rica. Trampas en el mundo tramposo. Pero parece que lo hacen todo a satisfacción de los ricos.
Cuando acuden, acicalados, al nuevo trabajo, los ricos les ven bien, porque no dejan traslucir sus dificultades. Pero hay algo de lo que no logran desprenderse, algo que los delata. Es su olor
–Hay que salir de esta casa para perderlo– sentencia el padre. Esa casa, metáfora del mundo pobre, huele. Y el olor no engaña. Potencien su olfato, que algo queda. Si no ven, huelan.
Los hijos pobres son espabilados, son guapos. Parece que más que los hijos ricos. En ningún momento la película los muestra como inferiores, como si quisiera recalcar que no hay que ser inferior para llegar a su situación.
Cuando se asoman a esa casa rica, se pone, aún más, de manifiesto la gran diferencia entre ambos mundos. Pero los ricos van a hacer una fiesta y ellos tienen que participar
–Tómeselo como parte del trabajo– le dice el señor al chófer, ajeno a las dificultades de éste, que viene de su casa recién inundada hasta más arriba de su cintura. La expresión del chófer es un poema, inexplicable, como muchos poemas. Dolor, hinchazón, disgusto, cansancio… Expresividad intensa de teatro chino… No parece tener ganas de fiesta.
Las fiestas, para ellos, significan tareas extra. La madre tiene que bajar a la bodega a por unas pesadas mesas plegables y abrirlas trabajosamente en el jardín. El padre acompaña a la señora al super, obedeciendo los encargos y cargando con las viandas mientras ella habla alegremente por teléfono con sus invitados.
–No os preocupéis de nada, sólo venir a divertiros, a comer y beber
Unos encuadres de cámara desde extraños ángulos enfatizan sus esfuerzos a beneficio de la fiesta de los otros. Al igual que la lluvia, tampoco significa lo mismo la fiesta para unos y para otros.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Al hijo pequeño rico, cuando advierte lo que hay en el sótano -ve más que ellos- le dicen que ve fantasmas… (les ha salido conspiranoico)
Pero la antigua ama de casa, desplazada de su puesto por las artimañas de los nuevos empleados, que ocultaba algo en el sótano de la casa, acude un día, aprovechando la ausencia de los señores. Ese día descubren todos estos servidores las tretas de supervivencia de unos y otros. Sólo el silencio, la no delación, puede salvarlos.
–Si no nos ayudáis daré al botón de mi móvil y os descubriré. Este botón de enviar es como un lanzamisiles– dicen, sometidos por la tecnología, la última arma para someter… Pero la belleza musical de la escena viene de un viejo disco de vinilo… Gianni Morandi canta “Hoy quiero postrarme de rodillas…” De rodillas. En el sótano oculto y oscuro, pero repleto de libros –símbolos de la información- que están ausentes en la claridad de las estancias de la superficie, en la casa rica. Nada es casual en la precisión suiza.
El drama, la tragedia, transcurren ocultos debajo de la fiesta opulenta. Pero las tensiones están a punto de estallar y van a provocar una explosión en la superficie, armados los desheredados de hachas, puñales y cuchillos, como en un nuevo Versalles. Insurrección, advertencia o amenaza.
En el sótano, un nuevo habitante sustituye al anterior. Mantiene su sistema de comunicación, con el que manda señales en morse, que no están al alcance de cualquiera. Pero el hijo pobre ha sido boy scout y puede descifrarlos. Y tiene un plan…
UN EXTRACTO:
–Tengo un plan, papá. Cuando tenga dinero compraré esa casa. Se está tan bien en el jardín, al sol. Estaré allí con mamá. Lo único que tendrás que hacer será subir las escaleras…
–Es mejor no tener planes. El plan que jamás falla es no tener absolutamente ningún plan. Porque cuando haces planes nunca salen como esperas. Si no tienes ningún plan todo importa una mierda…
…SE BUSCAN SCOUTS… Porque son necesarios para descifrar ciertas señales…
©Pax Rincón Toledano, febrero de 2020
https://textosprohibidos.wordpress.com/
https://radionevera.wordpress.com/
Pero la antigua ama de casa, desplazada de su puesto por las artimañas de los nuevos empleados, que ocultaba algo en el sótano de la casa, acude un día, aprovechando la ausencia de los señores. Ese día descubren todos estos servidores las tretas de supervivencia de unos y otros. Sólo el silencio, la no delación, puede salvarlos.
–Si no nos ayudáis daré al botón de mi móvil y os descubriré. Este botón de enviar es como un lanzamisiles– dicen, sometidos por la tecnología, la última arma para someter… Pero la belleza musical de la escena viene de un viejo disco de vinilo… Gianni Morandi canta “Hoy quiero postrarme de rodillas…” De rodillas. En el sótano oculto y oscuro, pero repleto de libros –símbolos de la información- que están ausentes en la claridad de las estancias de la superficie, en la casa rica. Nada es casual en la precisión suiza.
El drama, la tragedia, transcurren ocultos debajo de la fiesta opulenta. Pero las tensiones están a punto de estallar y van a provocar una explosión en la superficie, armados los desheredados de hachas, puñales y cuchillos, como en un nuevo Versalles. Insurrección, advertencia o amenaza.
En el sótano, un nuevo habitante sustituye al anterior. Mantiene su sistema de comunicación, con el que manda señales en morse, que no están al alcance de cualquiera. Pero el hijo pobre ha sido boy scout y puede descifrarlos. Y tiene un plan…
UN EXTRACTO:
–Tengo un plan, papá. Cuando tenga dinero compraré esa casa. Se está tan bien en el jardín, al sol. Estaré allí con mamá. Lo único que tendrás que hacer será subir las escaleras…
–Es mejor no tener planes. El plan que jamás falla es no tener absolutamente ningún plan. Porque cuando haces planes nunca salen como esperas. Si no tienes ningún plan todo importa una mierda…
…SE BUSCAN SCOUTS… Porque son necesarios para descifrar ciertas señales…
©Pax Rincón Toledano, febrero de 2020
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