You must be a loged user to know your affinity with Mary_Agurod
Críticas ordenadas por utilidad
Movie added to list
Movie removed from list
An error occurred

5.8
54,051
6
24 de junio de 2013
24 de junio de 2013
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
El hombre de acero es hija de su tiempo. Por eso al verla no hay que obsesionarse con acercamientos anteriores, en donde la nostalgia a veces nos juega malas pasadas. Ahora mismo y no descubro nada nuevo, en el cine de superhéroes coexisten dos corrientes; una que explota la parte lúdica de este subgénero (y de la que Los vengadores es su mejor exponente) y otra, auspiciada por Nolan, en donde los héroes se muestran más reflexivos, son personas que también sufren como el resto de mortales, y tienen traumas para dar y aburrir.
Man of Steel naturalmente se mueve en esta segunda liga, algo que a mí no me disgusta. El problema existe cuando la mezcla de la tragedia del superhéroe (la aceptación del deber del protagonista) y de la parte más blockbusteriana no casan del todo bien. Cuando la angustia y la acción no están bien ligadas, o cuando las muchas explosiones, destrucciones, peleas... echan por tierra los buenos propósitos anteriores.
Lo peor que le puede pasar a una película como esta es que se quede a medias, y que deje en el espectador una sensación contradictoria. Su exagerado metraje (aunque recordemos que el primer Superman también pasaba de las 2 horas) recuerda a la última entrega de la trilogía de Batman de C. Nolan. En este sentido, MOS (Man of Steel) también peca de lo mismo, del querer quemar todos los cartuchos posibles en el último tramo (el de la invasión a la Tierra de los últimos habitantes de Kripton). La parte final pone a prueba la paciencia del espectador con un clímax que nunca llega y una acción repetitiva y muy dilatada.
A favor en cambio tiene toda la parte más dramática, narrada de una forma muy arriesgada (con continuos saltos de tiempo) en donde conocemos las vicisitudes que pasó Clark Kent en su infancia y juventud (la sensación de ser un bicho raro, de no poder hacer uso de sus poderes) y como los valores de sus padres adoptivos (bien Diane Lane pero estupendo Kevin Costner) marcaron la personalidad de este marciano que vivió en Kansas hasta que no pudo reprimir más su naturaleza. Como en Batman Begins, Clark vaga por el mundo sin una identidad propia, hasta que los acontecimientos ligados a su pasado (el regreso del general Zod) le hagan dar el paso de convertirse en nuestro salvador. En un nuevo Mesías, porque las conexiones con la cultura religiosa cristiana están ahí, y no son nada sutiles (Clark tiene 33 años, escena en la Iglesia con cuadro de La última cena de fondo, su relación con su padre biológico Jor-El...).
Esa trascendencia que imprime tanto el director de 300 como el guionista David S. Goyer (sin olvidar a Nolan quien también ha tenido que ver en la historia) a veces se siente como forzada, (igual que la estética de fotografía documental, los planos mareantes pero de una belleza arrebatadora) pero en otras escenas alcanza lo que se propone. Que sintamos que necesitamos un nuevo Superman o Hombre de Acero.
Otra baza positiva es que logra la complicidad del espectador en varios momentos. Esto consigue restar solemnidad al conjunto y arrancar una sonrisa, que no una carcajada. Podemos verlo en la secuencia donde el hipermusculado Henry Cavill (algo falto de carisma pero correcto en su interpretación) aprende a volar, o en la relación (nada edulcorada) con una Lois Lane (Amy Adams) que habrá ganado en inteligencia y perspicacia pero que ha perdido en encanto respecto a Margot Kidder. En cuanto al villano (Michael Shannon) y la villana (no pierdan de ojo a Antje Traue) no destacan por su gama de matices, pero están interpretados con fuerza y son dignos oponentes del Hombre de Acero.
Lo mejor: El arranque con ese Krypton como nunca lo habíamos visto (aunque con parecidos a Prometheus en diseño) y con un Russel Crowe de lo más convincente. La disyuntiva made in Nolan entre la que se mueve el protagonista (dos padres que marcan Jor-El en Krypton y Jonathan Kent en la tierra, dos mundos opuestos). El personaje de Kevin Costner, uno de los pocos que logra emocionarnos. El tema principal de la banda sonora de Hans Zimmer. El final.
Lo peor: Falta de ritmo. La sensación que te queda al final del film (ni es una mala película ni es todo lo mejor que cabría esperar de sus creadores).
Puedes leer la crítica completa en http://www.cineenconserva.com/
@Cineenconserva
Man of Steel naturalmente se mueve en esta segunda liga, algo que a mí no me disgusta. El problema existe cuando la mezcla de la tragedia del superhéroe (la aceptación del deber del protagonista) y de la parte más blockbusteriana no casan del todo bien. Cuando la angustia y la acción no están bien ligadas, o cuando las muchas explosiones, destrucciones, peleas... echan por tierra los buenos propósitos anteriores.
Lo peor que le puede pasar a una película como esta es que se quede a medias, y que deje en el espectador una sensación contradictoria. Su exagerado metraje (aunque recordemos que el primer Superman también pasaba de las 2 horas) recuerda a la última entrega de la trilogía de Batman de C. Nolan. En este sentido, MOS (Man of Steel) también peca de lo mismo, del querer quemar todos los cartuchos posibles en el último tramo (el de la invasión a la Tierra de los últimos habitantes de Kripton). La parte final pone a prueba la paciencia del espectador con un clímax que nunca llega y una acción repetitiva y muy dilatada.
A favor en cambio tiene toda la parte más dramática, narrada de una forma muy arriesgada (con continuos saltos de tiempo) en donde conocemos las vicisitudes que pasó Clark Kent en su infancia y juventud (la sensación de ser un bicho raro, de no poder hacer uso de sus poderes) y como los valores de sus padres adoptivos (bien Diane Lane pero estupendo Kevin Costner) marcaron la personalidad de este marciano que vivió en Kansas hasta que no pudo reprimir más su naturaleza. Como en Batman Begins, Clark vaga por el mundo sin una identidad propia, hasta que los acontecimientos ligados a su pasado (el regreso del general Zod) le hagan dar el paso de convertirse en nuestro salvador. En un nuevo Mesías, porque las conexiones con la cultura religiosa cristiana están ahí, y no son nada sutiles (Clark tiene 33 años, escena en la Iglesia con cuadro de La última cena de fondo, su relación con su padre biológico Jor-El...).
Esa trascendencia que imprime tanto el director de 300 como el guionista David S. Goyer (sin olvidar a Nolan quien también ha tenido que ver en la historia) a veces se siente como forzada, (igual que la estética de fotografía documental, los planos mareantes pero de una belleza arrebatadora) pero en otras escenas alcanza lo que se propone. Que sintamos que necesitamos un nuevo Superman o Hombre de Acero.
Otra baza positiva es que logra la complicidad del espectador en varios momentos. Esto consigue restar solemnidad al conjunto y arrancar una sonrisa, que no una carcajada. Podemos verlo en la secuencia donde el hipermusculado Henry Cavill (algo falto de carisma pero correcto en su interpretación) aprende a volar, o en la relación (nada edulcorada) con una Lois Lane (Amy Adams) que habrá ganado en inteligencia y perspicacia pero que ha perdido en encanto respecto a Margot Kidder. En cuanto al villano (Michael Shannon) y la villana (no pierdan de ojo a Antje Traue) no destacan por su gama de matices, pero están interpretados con fuerza y son dignos oponentes del Hombre de Acero.
Lo mejor: El arranque con ese Krypton como nunca lo habíamos visto (aunque con parecidos a Prometheus en diseño) y con un Russel Crowe de lo más convincente. La disyuntiva made in Nolan entre la que se mueve el protagonista (dos padres que marcan Jor-El en Krypton y Jonathan Kent en la tierra, dos mundos opuestos). El personaje de Kevin Costner, uno de los pocos que logra emocionarnos. El tema principal de la banda sonora de Hans Zimmer. El final.
Lo peor: Falta de ritmo. La sensación que te queda al final del film (ni es una mala película ni es todo lo mejor que cabría esperar de sus creadores).
Puedes leer la crítica completa en http://www.cineenconserva.com/
@Cineenconserva
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Por cierto vaya muerte ridícula la de Kevin Costner. Murió por salvar a un perro. En el Superman de Richard Donner, la muerte de Glenn Ford era más verosímil. Moría de enfermedad, algo a lo que no podía hacer frente su hijo adoptivo.
13 de febrero de 2013
13 de febrero de 2013
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
El lado bueno de las cosas (‘Silver Linings Playbook’, David O. Russell, 2012) comienza recordando a "Alguien voló sobre el nido del cuco", pero pronto se desmarca y apunta hacia la comedia agridulce, esa que tan bien se explotó en Pequeña Miss Sunshine. El protagonista es Pat (Bradley Cooper) un joven bipolar que como Juana La Loca está chalado por amor. Tras pasar ocho meses recluido en un psiquiátrico por agredir al amante de su esposa, regresa a casa de sus padres (Robert De Niro y Jacki Weaver) para intentar reconstruir su vida. Allí conoce a Tiffany (Jennifer Lawrence), una chica que quiere quitarse la fama de viuda alegre y que le guiará en su vuelta a la cordura.
Basada en la novela "Un final feliz" (Matthew Quiz) que narra el romance entre dos desequilibrados con muchos miedos, la película tiene en su reparto su gran baza. Sencillamente, es lo mejor de la cinta del director de The Fighter y no es de extrañar que cuatro de sus intérpretes (Lawrence, Cooper, Weaver y De Niro) estén nominados a los Oscars.
Además del estupendo casting, hay que destacar la construcción de los personajes, algo en donde también sobresale. En ese barrio fanático del deporte y con familias consumistas -como la representada en el amigo de Pat-, luchan por sobrevivir unos personajes sencillos a los que es imposible no cogerle algo de cariño.
En primer lugar, Pat y Tiffany consiguen calar en el espectador, en gran parte debido a la química que desprenden Lawrence y Bradley Cooper. Sus personajes beben de la screwball comedy (el estilo de comedia de clásicos como La fiera de mi niña) y son material de dinamita. Luego tenemos a los padres de Pat. A pesar de que solo se hace referencia a la actuación de De Niro, quien vuelve a demostrar porqué es uno de los más grandes, no hay que olvidar el papel de Jacky Weaver. La madre es la única que aporta el toque de cordura necesario en una casa enloquecida. Los sentimientos que expresa la actriz australiana solo a base de miradas son de manual de actriz.
A pesar de que O. Russell no busca profundizar en los problemas mentales y la película camina de puntillas por temas espinosos, hay en "El lado bueno de las cosas" una crítica a esta sociedad amante de las etiquetas, donde por una mala racha puedes convertirte en el loco o la fresca del barrio. Otra reflexión es la siguiente. ¿Quién está más loco: alguien que por una mala experiencia ha pasado una temporada en un centro mental o aquel que en el día a día se comporta como un maniático obsesivo, como en el caso del personaje de De Niro?
En definitiva, lejos de ser un peliculón, El lado bueno de las cosas es un título que te reconcilia con las comedias románticas, una experiencia agradable, emotiva en ciertos momentos, en donde cuatro actores nos muestran su lado bueno. Ese que nos hace amar el cine.
Crítica completa en: http://www.cineenconserva.com/2013/02/critica-el-lado-bueno-de-las-cosas.html
Sígueme en @Cineenconserva
Basada en la novela "Un final feliz" (Matthew Quiz) que narra el romance entre dos desequilibrados con muchos miedos, la película tiene en su reparto su gran baza. Sencillamente, es lo mejor de la cinta del director de The Fighter y no es de extrañar que cuatro de sus intérpretes (Lawrence, Cooper, Weaver y De Niro) estén nominados a los Oscars.
Además del estupendo casting, hay que destacar la construcción de los personajes, algo en donde también sobresale. En ese barrio fanático del deporte y con familias consumistas -como la representada en el amigo de Pat-, luchan por sobrevivir unos personajes sencillos a los que es imposible no cogerle algo de cariño.
En primer lugar, Pat y Tiffany consiguen calar en el espectador, en gran parte debido a la química que desprenden Lawrence y Bradley Cooper. Sus personajes beben de la screwball comedy (el estilo de comedia de clásicos como La fiera de mi niña) y son material de dinamita. Luego tenemos a los padres de Pat. A pesar de que solo se hace referencia a la actuación de De Niro, quien vuelve a demostrar porqué es uno de los más grandes, no hay que olvidar el papel de Jacky Weaver. La madre es la única que aporta el toque de cordura necesario en una casa enloquecida. Los sentimientos que expresa la actriz australiana solo a base de miradas son de manual de actriz.
A pesar de que O. Russell no busca profundizar en los problemas mentales y la película camina de puntillas por temas espinosos, hay en "El lado bueno de las cosas" una crítica a esta sociedad amante de las etiquetas, donde por una mala racha puedes convertirte en el loco o la fresca del barrio. Otra reflexión es la siguiente. ¿Quién está más loco: alguien que por una mala experiencia ha pasado una temporada en un centro mental o aquel que en el día a día se comporta como un maniático obsesivo, como en el caso del personaje de De Niro?
En definitiva, lejos de ser un peliculón, El lado bueno de las cosas es un título que te reconcilia con las comedias románticas, una experiencia agradable, emotiva en ciertos momentos, en donde cuatro actores nos muestran su lado bueno. Ese que nos hace amar el cine.
Crítica completa en: http://www.cineenconserva.com/2013/02/critica-el-lado-bueno-de-las-cosas.html
Sígueme en @Cineenconserva

7.9
120,196
7
28 de enero de 2013
28 de enero de 2013
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Vuelve Tarantino a reescribir la historia y vuelve a hacerlo reencarnado en un justiciero implacable. Se ha propuesto modificar algunos de los hechos más vergonzosos perpetrados por el ser humano. Y si en su anterior película: "Malditos bastardos", los nazis cobraban su merecido, ahora el elegido para protagonizar una historia de venganza es un esclavo negro llamado Django (Jamie Foxx). El rey de las referencias a la cultura popular clama venganza una vez más, aunque esta vez incluya otros ingredientes: un poco de buddy movie y un rescate de la chica del héroe que conecta con la leyenda alemana "El cantar de los nibelungos".
Tras un inicio espectacular en donde suena la música original del spaghetti-western Django (film adorado por Tarantino y al que aquí rinde homenaje) asistimos a una presentación de personajes con marca de la casa. Con una sola secuencia, el Dr. King Schultz, interpretado por su nuevo actor fetiche (Christoph Waltz) ya se ha ganado a los espectadores.
La película avanza a buen ritmo sobre todo en su primera hora. A nivel técnico, destaca la fotografía de Robert Richarson con esos impresionantes planos generales de los dos caza recompensas cabalgando juntos, o ese plano de los campos de algodón teñidos de sangre. En cuanto a los diálogos, Tarantino sigue siendo un maestro es en el arte de colar una conversación irrelevante en medio de la acción, como ejemplo: una de las escenas más gamberras del film: la del Ku Klux Klan.
Llegada la segunda parte de la trama aparece en escena uno de los personajes más poderosos de toda la película. Estoy hablando de Calvin Candie, el malvado propietario de Candyland, interpretado con mucho hijoputismo por Leonardo Dicaprio. En esta parte se suceden diálogos muy ingeniosos, escenas brutales y Tarantino prepara bien el terreno para el clímax final, sin embargo, el ritmo decae en algún momento.
Y cuando llega el clímax, asistimos a una espiral de violencia excesiva como liberadora, y en donde Foxx reclama el papel protagonista que los tres secundarios le estaban quitando. A partir de ahí tiene lugar una resolución bastante prescindible y que quita brillo al conjunto.
Lo mejor: El comienzo. Los personajes y sus intérpretes, sobre todo ese trío de secundarios de oro: Waltz, Di Caprio y Samuel L. Jackson, este último en un papel que seguro que ha incendiado a más de uno. El guion lleno de diálogos ágiles, gamberros y algunas frases más serias. La aparición de Don Jonhson en un pequeño papel. La selección musical: desde Luis Bacalov hasta su amado Morricone quien ha compuesto un tema original "Ancora Qui".
Lo peor: Se excede en metraje. Se podía haber sacado más jugo a los personajes femeninos.
Crítica completa en: www.cineenconserva.com
Tras un inicio espectacular en donde suena la música original del spaghetti-western Django (film adorado por Tarantino y al que aquí rinde homenaje) asistimos a una presentación de personajes con marca de la casa. Con una sola secuencia, el Dr. King Schultz, interpretado por su nuevo actor fetiche (Christoph Waltz) ya se ha ganado a los espectadores.
La película avanza a buen ritmo sobre todo en su primera hora. A nivel técnico, destaca la fotografía de Robert Richarson con esos impresionantes planos generales de los dos caza recompensas cabalgando juntos, o ese plano de los campos de algodón teñidos de sangre. En cuanto a los diálogos, Tarantino sigue siendo un maestro es en el arte de colar una conversación irrelevante en medio de la acción, como ejemplo: una de las escenas más gamberras del film: la del Ku Klux Klan.
Llegada la segunda parte de la trama aparece en escena uno de los personajes más poderosos de toda la película. Estoy hablando de Calvin Candie, el malvado propietario de Candyland, interpretado con mucho hijoputismo por Leonardo Dicaprio. En esta parte se suceden diálogos muy ingeniosos, escenas brutales y Tarantino prepara bien el terreno para el clímax final, sin embargo, el ritmo decae en algún momento.
Y cuando llega el clímax, asistimos a una espiral de violencia excesiva como liberadora, y en donde Foxx reclama el papel protagonista que los tres secundarios le estaban quitando. A partir de ahí tiene lugar una resolución bastante prescindible y que quita brillo al conjunto.
Lo mejor: El comienzo. Los personajes y sus intérpretes, sobre todo ese trío de secundarios de oro: Waltz, Di Caprio y Samuel L. Jackson, este último en un papel que seguro que ha incendiado a más de uno. El guion lleno de diálogos ágiles, gamberros y algunas frases más serias. La aparición de Don Jonhson en un pequeño papel. La selección musical: desde Luis Bacalov hasta su amado Morricone quien ha compuesto un tema original "Ancora Qui".
Lo peor: Se excede en metraje. Se podía haber sacado más jugo a los personajes femeninos.
Crítica completa en: www.cineenconserva.com

5.3
4,374
5
11 de agosto de 2013
11 de agosto de 2013
1 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Gracia Querejeta, hija de Elías Querejeta, y directora que ha sabido crear una filmografía propia con títulos como Cuando vuelvas a mi lado (1999), Héctor (2004) o Siete mesas de billar francés (2007), firma en Quince años y un día un drama esperanzador un tanto descafeinado, pero con interpretaciones destacadas (en especial de Maribel Verdú y Tito Valverde) en donde de nuevo, la cámara de esta autora se posa en los sinsabores de las relaciones familiares.
La película gira en torno a Jon (Arón Piper), un joven rebelde de 14 años a quien no le van las medias tintas en la vida. Jon parece estar de vuelta de todo pero tampoco podríamos considerarlo como excesivamente conflictivo (es un angelito si tenemos en cuenta a otros adolescentes de ficción o incluso de carne y hueso ). Un día el chico es expulsado del colegio una temporada y su madre (Maribel Verdú), viuda y actriz en paro e incapaz de lidiar con él, decide que solo su padre Max (Tito Valverde), un exmilitar estricto y separado que vive en la Costa de la Luz, puede enderezarlo.
El planteamiento es sencillo y parece que va a deparar en la típica relación de contrastes (empezando por el contraste geográfico) entre personajes muy diferentes, algo visto en el cine pero que si tiene fuerza sigue emocionando al espectador. Pero aquí esto no sucede en casi ningún momento (las chispas casi no saltan entre abuelo y nieto) y hacia el segundo acto la trama principal queda engullida por una subtrama más parecida a un capítulo de El comisario, la serie de tv que protagonizó el mismo Tito Valverde. Da la sensación de que el guion, para mí la parte más débil del film, ha querido tocar muchos temas en poco tiempo (el fantasma del paro también está por ahí) y no se ha explotado lo suficientemente bien (salvo en un par de escenas más emotivas) el material sensible que tiene una historia como esta, una historia con la que a priori todo el público puede sentirse más identificado (unos por ser padres, otros por ser adolescentes confusos...)
En definitiva, Quince años y un día es una película correcta, pero que no ha logrado removerme por dentro, algo fundamental en una película que toca el tema de las emociones. Probablemente, no se deba tanto al perfil de los personajes (algunos manifiestamente mejorables como el de la inspectora Aledo) como a ciertos aspectos del guion de Querejeta y Santos Mercero. Como ejemplo, los diálogos, algunos muy forzados y poco naturales. En cualquier caso, se trata de un nuevo e intimista acercamiento de la directora a las relaciones y ausencias familiares, esas que nos marcan para bien y para mal.
Lo mejor: Maribel Verdú (monólogo del hospital y escena con la policía hablando sobre sus hijos). El regreso de Tito Valverde (atención a la escena entre Tito Valverde y Susi Sánchez sobre porqué el primero decidió romper el matrimonio). Banda sonora. Fotografía. Sfia Mohamed, la más natural de todos los jóvenes intérpretes.
Lo peor: La sensación que te queda de ser una película demasiado light pese a que toque temas importantes.
@Cineenconserva
http://www.cineenconserva.com/
La película gira en torno a Jon (Arón Piper), un joven rebelde de 14 años a quien no le van las medias tintas en la vida. Jon parece estar de vuelta de todo pero tampoco podríamos considerarlo como excesivamente conflictivo (es un angelito si tenemos en cuenta a otros adolescentes de ficción o incluso de carne y hueso ). Un día el chico es expulsado del colegio una temporada y su madre (Maribel Verdú), viuda y actriz en paro e incapaz de lidiar con él, decide que solo su padre Max (Tito Valverde), un exmilitar estricto y separado que vive en la Costa de la Luz, puede enderezarlo.
El planteamiento es sencillo y parece que va a deparar en la típica relación de contrastes (empezando por el contraste geográfico) entre personajes muy diferentes, algo visto en el cine pero que si tiene fuerza sigue emocionando al espectador. Pero aquí esto no sucede en casi ningún momento (las chispas casi no saltan entre abuelo y nieto) y hacia el segundo acto la trama principal queda engullida por una subtrama más parecida a un capítulo de El comisario, la serie de tv que protagonizó el mismo Tito Valverde. Da la sensación de que el guion, para mí la parte más débil del film, ha querido tocar muchos temas en poco tiempo (el fantasma del paro también está por ahí) y no se ha explotado lo suficientemente bien (salvo en un par de escenas más emotivas) el material sensible que tiene una historia como esta, una historia con la que a priori todo el público puede sentirse más identificado (unos por ser padres, otros por ser adolescentes confusos...)
En definitiva, Quince años y un día es una película correcta, pero que no ha logrado removerme por dentro, algo fundamental en una película que toca el tema de las emociones. Probablemente, no se deba tanto al perfil de los personajes (algunos manifiestamente mejorables como el de la inspectora Aledo) como a ciertos aspectos del guion de Querejeta y Santos Mercero. Como ejemplo, los diálogos, algunos muy forzados y poco naturales. En cualquier caso, se trata de un nuevo e intimista acercamiento de la directora a las relaciones y ausencias familiares, esas que nos marcan para bien y para mal.
Lo mejor: Maribel Verdú (monólogo del hospital y escena con la policía hablando sobre sus hijos). El regreso de Tito Valverde (atención a la escena entre Tito Valverde y Susi Sánchez sobre porqué el primero decidió romper el matrimonio). Banda sonora. Fotografía. Sfia Mohamed, la más natural de todos los jóvenes intérpretes.
Lo peor: La sensación que te queda de ser una película demasiado light pese a que toque temas importantes.
@Cineenconserva
http://www.cineenconserva.com/

6.1
52,899
5
11 de agosto de 2013
11 de agosto de 2013
Sé el primero en valorar esta crítica
Iron Man 3 (Shane Black; 2013) comienza con un flashback que nos presenta a dos personajes que serán decisivos en la trama venidera. Sin perder el tiempo, la historia nos lleva al presente. Tony Stark trabaja hasta la extenuación en su mansión de Malibú, mientras su amada Pepper Pots (Gwyneth Paltrow) dirige con mano firme Industrias Stark. La vida de Tony ha cambiado desde lo acontecido en Nueva York (cuando él y sus amigos de la Marvel tuvieron que hacer frente a la ira de Loki). El héroe ya no es el mismo. Padece ansiedad, insomnio, y para colmo, (y esto sí que no es nuevo para un defensor de la humanidad) la convivencia doméstica no pasa por el mejor momento.
Las cosas se pondrán muy feas cuando entre en escena el Mandarín (Ben Kingsley), un nuevo villano "a lo Bin Laden" que amenaza el orden mundial. Al protagonista, como al último James Bond, no le quedará otra que descender a lo más profundo del abismo para así recomponer su vida. Y todo ello desprovisto de su armadura, indefenso, tan solo equipado con su ingenio, cualidad que le sobra al cómic de Stan Lee.
Visto así, podría parecer que esta tercera entrega pretende adoptar el tono de otra trilogía (la de Christopher Nolan para ser más precisos). Pero no es así. Aunque Shane Black, guionista experimentado en mezclar acción con humor, haya querido darle un toque más emocional, más humano (algo a valorar), la película no se mueve por esos derroteros y apuesta más por el blockbuster de altos vuelos, con presidente de los EE. UU incluido. Sin embargo, no alcanza el nivel de entretenimiento que sí consiguió Joss Weddon con Los vengadores.
A lo largo de sus 130 minutos, el espectador se encontrará con muchos efectos visuales (ecos a Terminator II), una sucesión de gags (algunos más afortunados que otros), giros de guion inesperados, y la siempre bien recibida actuación de Robert Downey Jr, quien vuelve a mimetizarse a la perfección con su personaje en la que dicen es su despedida final. El personaje de Pepper Pots gana en protagonismo y en cuanto a los villanos, digamos que nada es lo que parece y que el director se guarda un as en la manga (de lo más arriesgado), confirmando que Ben Kingsley es un actor capaz de todo, hasta de reírse de sí mismo. También hay que destacar el papel de un oxigenado Guy Pearce, quien vuelve a caracterizarse como ya hizo en Prometheus, y cuyo malvado nos sorprende con ideas sobre cómo infundir terror en la sociedad actual. Aún así, no esperen malos como el Joker de Heath Ledger porque no los van a encontrar, ese fue un caso extraordinario.
En definitiva, el supuesto broche final a esta saga destila comicidad, acción y un héroe que necesita Valium y un diván (no se pierdan la escena final tras los títulos de crédito) para desahogarse.
Lo mejor: El propio Iron Man desprovisto de su máscara, siendo solo un hombre. Algunas secuencias de acción, el personaje del niño, los créditos finales. ¿Me pareció ver un parecido razonable al comienzo entre el guardaespaldas Happy Hogan (Jon Favreau) y Vincent Vega de Pulp Fiction?
Lo peor: El final a lo Transformers, demasiados prototipos y fuegos artificiales, personajes secundarios que aparecen y desaparecen de la trama (Rebeca Hall), metraje excesivo, 3D mejorable. No deja ese buen sabor de boca que sí nos dejó Los vengadores.
@Cineenconserva
http://www.cineenconserva.com/
Las cosas se pondrán muy feas cuando entre en escena el Mandarín (Ben Kingsley), un nuevo villano "a lo Bin Laden" que amenaza el orden mundial. Al protagonista, como al último James Bond, no le quedará otra que descender a lo más profundo del abismo para así recomponer su vida. Y todo ello desprovisto de su armadura, indefenso, tan solo equipado con su ingenio, cualidad que le sobra al cómic de Stan Lee.
Visto así, podría parecer que esta tercera entrega pretende adoptar el tono de otra trilogía (la de Christopher Nolan para ser más precisos). Pero no es así. Aunque Shane Black, guionista experimentado en mezclar acción con humor, haya querido darle un toque más emocional, más humano (algo a valorar), la película no se mueve por esos derroteros y apuesta más por el blockbuster de altos vuelos, con presidente de los EE. UU incluido. Sin embargo, no alcanza el nivel de entretenimiento que sí consiguió Joss Weddon con Los vengadores.
A lo largo de sus 130 minutos, el espectador se encontrará con muchos efectos visuales (ecos a Terminator II), una sucesión de gags (algunos más afortunados que otros), giros de guion inesperados, y la siempre bien recibida actuación de Robert Downey Jr, quien vuelve a mimetizarse a la perfección con su personaje en la que dicen es su despedida final. El personaje de Pepper Pots gana en protagonismo y en cuanto a los villanos, digamos que nada es lo que parece y que el director se guarda un as en la manga (de lo más arriesgado), confirmando que Ben Kingsley es un actor capaz de todo, hasta de reírse de sí mismo. También hay que destacar el papel de un oxigenado Guy Pearce, quien vuelve a caracterizarse como ya hizo en Prometheus, y cuyo malvado nos sorprende con ideas sobre cómo infundir terror en la sociedad actual. Aún así, no esperen malos como el Joker de Heath Ledger porque no los van a encontrar, ese fue un caso extraordinario.
En definitiva, el supuesto broche final a esta saga destila comicidad, acción y un héroe que necesita Valium y un diván (no se pierdan la escena final tras los títulos de crédito) para desahogarse.
Lo mejor: El propio Iron Man desprovisto de su máscara, siendo solo un hombre. Algunas secuencias de acción, el personaje del niño, los créditos finales. ¿Me pareció ver un parecido razonable al comienzo entre el guardaespaldas Happy Hogan (Jon Favreau) y Vincent Vega de Pulp Fiction?
Lo peor: El final a lo Transformers, demasiados prototipos y fuegos artificiales, personajes secundarios que aparecen y desaparecen de la trama (Rebeca Hall), metraje excesivo, 3D mejorable. No deja ese buen sabor de boca que sí nos dejó Los vengadores.
@Cineenconserva
http://www.cineenconserva.com/
Más sobre Mary_Agurod
Cancelar
Limpiar
Aplicar
Filters & Sorts
You can change filter options and sorts from here