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España España · Zaragoza
Críticas de Juan Solo
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Críticas 271
Críticas ordenadas por utilidad
6
11 de abril de 2016
13 de 15 usuarios han encontrado esta crítica útil
Hay un chiste muy viejo que dice algo así como que las mujeres se esperan a que acaben las películas porno para ver si al final el chico y la chica se casan. “Kiki, el amor se hace” no es exactamente una peli porno, pero, al final, el chico y la chica, por así decirlo, se casan. Por mucho que se intente disfrazar de otra cosa, estamos ante una comedia romántica y tampoco es tan fácil romper ciertas reglas así como así. Paco León lo intenta, y desde luego tiene mucho mérito. Pero el resultado, con ser solvente, no es tan fresco, ni tan rompedor ni tan original como se nos pretende vender. Hablar de sexo, a estas alturas, puede parecer incluso trasnochado. Ya no estamos en los tiempos de la movida ni del primer Almodóvar, de quien, por cierto, el film de León recoge no pocos préstamos.

Después de sorprender con sus dos primeras películas como director, improvisando con éxito una especie de actriz en la persona de su progenitora- la cosa cuajó y ahora Carmina hace hasta anuncios en la tele y todo-, León aborda en su tercer trabajo tras la cámara el remake de un film australiano, inédito hasta ahora en España (es de desear que alguien ahora decida estrenarlo, o al menos editarlo en DVD). Dicen que el sevillano ha respetado al máximo el original, empezando por su estructura de “sketchs”, que no son tanto episodios aislados, como tramas paralelas que se cruzan y confluyen en un final único.

La película adolece pues del mal que siempre afecta a los films con los que comparte estructura. Ni todas las historias que se cruzan suscitan el mismo interés, ni hay tiempo material suficiente para desarrollar situaciones y personajes. Y lo cierto es que hay situaciones y personajes que hubieran merecido que se les sacase más jugo (como los de Alexandra Jiménez o Luis Bermejo). Hay otros episodios que, por el contrario, se alargan en exceso, como el de los feriantes, que acaba resultando algo forzado, y que sólo logra salvarse gracias la espontaneidad arrolladora de Candela Peña.

No es fácil hacer una película como ésta, ni siquiera en unos tiempos como los actuales. Como dice uno de los personajes, somos muy modernos para unas cosas, y en cambio para otras… La frontera entre lo correcto e incorrecto políticamente hablando es cada vez más difusa; uno ya no sabe si se pasa por exceso o por defecto. Y esta película peca unas veces por lo uno, y otras veces por lo otro.
Juan Solo
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8
5 de septiembre de 2016
12 de 13 usuarios han encontrado esta crítica útil
Antes de comenzar la crítica de esta película, me he tomado un tiempo para repasar la filmografía completa de su director, Richard Brooks. ¡Caray, menuda filmografía ¡ Casi había olvidado de que estamos hablando del responsable de “La gata sobre el tejado del cinc” o “Los profesionales” por no citar “El fuego y la palabra”, “El cuarto poder” o esa prodigiosa – y dificilísima- adaptación de la novela de Truman Capote “A sangre fría”. Si este hombre no merece un hueco entre las vacas sagradas del cine americano, entre la Champions League del Hollywood más clásico junto a los Ford, Wilder y compañía que venga Dios y lo vea.

Hay una tendencia a despreciar títulos como “Muerde la bala” por el simple hecho de estar rodadas en una época en la que el western, el género con el que mejor puede asociarse, estaba ya de capa caída, con derivas difíciles de entender a veces. Desde luego, Brooks era de esos que no daba puntada sin hilo y eso se nota en una película como la que nos ocupa. El bueno de Richard regresa a los escenarios que ya había recorrido unos años antes en la magistral y ya citada “Los profesionales”; también retoma el espíritu de ésta. “Muerde la bala” es otra historia que apela a la amistad y a la camaradería entre compañeros que por así decirlo están condenados a entenderse. Es por ello que la película desarrolla un sentido épico muy especial. Aquí, Brooks apuesta por la aventura, el entretenimiento y el espectáculo con un formato que no puede ser más acertado. No obstante también hay espacio para el intimismo, con diálogos brillantísimos y actores que saben muy bien cómo declamarlos. También hay sitio para la ironía y el humor, no tan chabacano como el de los “spaguetti western” o del que se estilaba en los westerns paródicos de la época. Con Hackman y Coburn mano a mano, casi nada. Poco más se le puede pedir a un western de mitad de los 70, desde luego.
Juan Solo
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7
22 de febrero de 2011
12 de 13 usuarios han encontrado esta crítica útil
Pese a tomar prestado su título de la obra maestra de Walt Whitman, no es en el padre de la poesía norteamericana en donde hay que ponerse a buscar las principales referencias de esta divertida y estimable película. "Leaves of grass" bebe sin disimulos en las fuentes del cine y del particular universo de los hermanos Coen y su estilo entre estrafalario y surrealista remite abiertamente a obras como "Fargo" o "A serious man".

Humor absurdo típicamente judío, diálogos de besugos que se extienden hasta el infinito y más allá, personajes rozando permanentemente la bipolaridad,... todo es tan coeniano aquí. El estupendo e inteligente guión nos cuenta la peculiar odisea que viven durante un fin de semana dos hermanos gemelos diametralmente opuestos entre sí, profesor universitario, culto y exquisito el uno, pendenciero y drogata el otro. Tal vez el único pero que se le puede poner a "Leaves of grass" es que el trabajo de dirección, más impersonal, camina unos peldañitos más abajo, pero sólo unos pocos, los suficientes como para no estropear el conjunto. Uno se imagina a Joel y Ethan con un guión así entre las manos y... bueno, aunque la verdad que con éstos dos nunca se sabe.

Claro que Tim Blake Nelson cuenta con una baza con la que nunca contó el cine de los Coen: un Edward Norton pletórico sacando adelante con matrícula de honor su doble papel y demostrando porqué es el mejor actor de su generación y uno de los mejores intérpretes en activo. ¿Qué es lo que va a tener que hacer este chaval para que al final le den un Oscar?
Juan Solo
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6
20 de febrero de 2017
11 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
Tras el éxito arrollador del álbum “Like a virgin” (1984) el debut de Madonna en la gran pantalla no se hizo esperar mucho tiempo. Era demasiado tentador que además de en reina del pop, Mrs Ciccone acabase también convertida en diva del celuloide. Con el tiempo, definitivamente se ha demostrado que unir en una misma frase los términos “Madonna” y “cine” implica introducir en la misma algún tercer concepto como “no”. Ahora la chica hasta se ha metido a dirigir películas, ejem, pero hubo un tiempo en el que llegó a trabajar con Woody Allen e incluso se quedó a las puertas del Globo de Oro y de la nominación al Oscar gracias a su papel en “Evita”. No obstante, los Razzies, con su habitual retranca y mala baba, se encargaron de poner las cosas en su sitio cuando en los albores de la actual centuria le dieron el premio a la peor actriz del siglo XX por su interpretación en “Sanghai surprise”.

Lo cierto es que Madonna no entró ni mucho menos con mal pie en el mundo del Séptimo Arte. Por supuesto, hoy día “Buscando a Susan desesperadamente” debe su vitola de película de culto al hecho de suponer precisamente el bautismo cinematográfico de la cantante. Sin embargo, se agradece bastante que el film no sea el típico vehículo de lucimiento a mayor gloria de la estrella de turno. No es ni siquiera un musical que aproveche que el Pisuerga pasa por Valladolid para hacer promoción. De hecho, el único tema del citado “Like virgen” que se oye, el famoso “Into the groove”, sólo suena de fondo durante una escena en una discoteca y acompañando a los títulos de crédito. No hay sobredosis de Madonna en la película. El guión está más trabajado de lo esperable, y la trama combina recursos de comedia clásica – la confusión de identidades da siempre mucho juego- con algún toque incluso de cine negro. Todo con un look genuinamente ochentero echando mano además de actores tan de la época como Aidan Queen o Roxanne Arquette. La Arquette, por cierto, ganó el BAFTA como secundaria del año. La película fue también una de las tres finalistas norteamericanas al César a película extranjera junto a “Manhattan Sur” o a “La rosa púrpura del Cairo”- a la postre ganadora. No es ni mucho menos una obra maestra, pero se deja ver con agrado y sobre todo, con muchísima nostalgia.
Juan Solo
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10
16 de diciembre de 2013
11 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
Poco queda por decir de una película como ésta de la que prácticamente ya se ha dicho todo. Sobre “El Apartamento” ha opinado casi todo el mundo y se han escrito y dicho muchas cosas, algunas de ellas ciertamente preciosas. Fernando Trueba dijo en una ocasión a propósito del film que abría definitivamente la veda del cine moderno, y lo definió además como un cuento de Chejov trasladado a las calles de Manhattan.

Precisamente, siempre que veo esta película tengo también muy presente el “Manhattan” de Woody Allen, otro de mis referentes cinematográficos. Quizá éstas sean las dos películas que más veces he visto a lo largo de mi vida. No deja de ser curioso. Dos comedias dramáticas que transcurren en Nueva York, están rodadas en un blanco y negro majestuoso y por supuesto resultan ser maravillosas ambas. Siempre que veo a la Srta Kubelik corriendo desesperada por las avenidas de la Gran Manzana rumbo al apartamento de CC. Baxter al final de su película, no puedo evitar recordar a Isaac haciendo casi el mismo trayecto para intentar recuperar a la joven Tracy al final de la suya. Y viceversa.

Sin embargo, si en 1980 Isaac corría en pos del amor de Tracy, no está muy claro que el personaje de McLaine hiciese lo propio dos décadas atrás. La ex ascensorista corre para encontrarse no se sabe muy bien qué y retomar una partida de cartas que quedó inconclusa en el rollo anterior. Los naipes terminan sustituyendo a los besos como un eufemismo para mostrarnos que el supuesto final feliz no es tal. Amable puede ser, pero feliz nunca. Fran Kubelik no ama a CC. Baxter, le aprecia, le tiene cariño pero no está enamorada de él. “Qué bueno es”, “Por qué no me enamoraré yo de hombres como usted” llega a decir en algún momento. Con él a partir de ahora se sentirá cómoda y podrá ponerse rimmel en los ojos sin temor a que se le corra en la cara. Eso suponiendo, claro, que lo suyo tenga futuro; no es fácil ser un mensch en una jungla como Nueva York. CC. es en efecto un hombre bueno, en esta enésima comedia de aprovechados y de víctimas, siempre ha creído ser lo primero cuando en realidad ha sido lo segundo desde el principio.

Yo siempre me he preguntado quién ganaría aquella partida de cartas.

“El Apartamento” es una obra eterna, imprescindible, toda una lección moral. Cinematográficamente hablando, la comedia humana por excelencia. Es difícil no estar enamorado de una película como ésta. A mí no se me ha ocurrido otra forma mejor de celebrar mis cien primeras críticas en Filmaffinity que dejando estos breves apuntes sobre ella.
Juan Solo
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