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6.4
6,258
3
18 de mayo de 2024
18 de mayo de 2024
8 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
Uno tiene la impresión de que la directora de esta película:
1. Nunca vivió en el campo
2. Nunca vivió una historia de amor
De otra forma, no se explica. A no ser que lo que quiera no sea contarnos una historia de amor rural, sino algo completamente diferente. Por ejemplo, la historia de una pobre chica woke perdida en un mundo de machirulos, algo así.
Entre otras torturas, tiene que sufrir el maltrato constante de su casero. Inverosímil la mala leche del hombre; inverosímil también que un lugareño trate así a una forastera; inverosímil el grado de autorreferencialidad del señor, que cada vez que va a cobrar el alquiler parece que tiene una gran necesidad de hablar prepotentemente de sí mismo; en fin, inverosímil todo. Por supuesto, también sufre la indiferencia del bruto panzón egoísta con el que se obsesiona sexualmente (el pobre espectador tiene que inferir, de alguna manera inexplicable, que esa obsesión es… ¿amor?) y el trato con una familia patriarcal y capitalista que por supuesto son todos tontos del bote.
Ah, y me olvidaba; también tiene que sufrir la amistad y amabilidad de un vecino que pinta unas vidrieras horribles (como ella misma se encarga de decirle al final; antes no, porque es muy hipócrita la chica) y que por supuesto a ella no le gusta para nada, pero deja que la invite a cenar, le cargue la leña; en fin, lo usa porque se da cuenta de que en la vida de campo la igualdad de género no garpa mucho. Claro, a ella lo que le gusta es que la maltraten y la humilllen al mejor estilo Dogville. Así luego una mujer africana que ha visto matar a sus parientes y amigos la tiene que consolar, mientras la heroína woke generación cristal llora porque es tan sensible ella…No estoy inventando nada; así es la película. Así de estúpida.
Una pena que Coixet, que supo hacer películas más inteligentes, como La vida secreta de las palabras, deje ahora, de forma tan burda, que su cine se convierta en otro dispositivo woke más (como si faltaran), sacrificando a ello toda capacidad de contar una historia en forma verosímil y genuina.
1. Nunca vivió en el campo
2. Nunca vivió una historia de amor
De otra forma, no se explica. A no ser que lo que quiera no sea contarnos una historia de amor rural, sino algo completamente diferente. Por ejemplo, la historia de una pobre chica woke perdida en un mundo de machirulos, algo así.
Entre otras torturas, tiene que sufrir el maltrato constante de su casero. Inverosímil la mala leche del hombre; inverosímil también que un lugareño trate así a una forastera; inverosímil el grado de autorreferencialidad del señor, que cada vez que va a cobrar el alquiler parece que tiene una gran necesidad de hablar prepotentemente de sí mismo; en fin, inverosímil todo. Por supuesto, también sufre la indiferencia del bruto panzón egoísta con el que se obsesiona sexualmente (el pobre espectador tiene que inferir, de alguna manera inexplicable, que esa obsesión es… ¿amor?) y el trato con una familia patriarcal y capitalista que por supuesto son todos tontos del bote.
Ah, y me olvidaba; también tiene que sufrir la amistad y amabilidad de un vecino que pinta unas vidrieras horribles (como ella misma se encarga de decirle al final; antes no, porque es muy hipócrita la chica) y que por supuesto a ella no le gusta para nada, pero deja que la invite a cenar, le cargue la leña; en fin, lo usa porque se da cuenta de que en la vida de campo la igualdad de género no garpa mucho. Claro, a ella lo que le gusta es que la maltraten y la humilllen al mejor estilo Dogville. Así luego una mujer africana que ha visto matar a sus parientes y amigos la tiene que consolar, mientras la heroína woke generación cristal llora porque es tan sensible ella…No estoy inventando nada; así es la película. Así de estúpida.
Una pena que Coixet, que supo hacer películas más inteligentes, como La vida secreta de las palabras, deje ahora, de forma tan burda, que su cine se convierta en otro dispositivo woke más (como si faltaran), sacrificando a ello toda capacidad de contar una historia en forma verosímil y genuina.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Tiene, sí, sus aciertos: la locación, la fotografía y algunos personajes secundarios que sí están bien delineados. Pero la historia y personajes principales, simplemente ni funcionan, ni son creíbles, y tienen la virtud de poner a un espectador medianamente inteligente y avezado en una situación de fastidio absoluto hacia la protagonista y sus supuestas cuitas. Al punto que en la secuencia final, uno espera, realmente, que se despeñe de una vez en las benditas montañas. Pero no. En vez de eso, se pone a bailar; porque claro, ella es tan libre que supera toda la maldad del mundo (?). Tuve que adelantar esta secuencia infumable; entonces aparece el perro hermafrodita que debería estar en la perrera por haber mordido a una de las gemelas de la familia patriarcal capitalista tontos del bote. Tuve la esperanza de que la protagonista se hubiera muerto de una vez y estuviera finalmente en el cielo con su amade perre, pero no. La directora nunca se molesta en explicar cómo llega el animal ahí; de todas formas, en una película llena de incongruencias tanto en la historia que pretende contar como en la construcción de los personajes, es el menor de los problemas.

7.7
3,453
9
28 de julio de 2024
28 de julio de 2024
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
A comienzos de la década del 60, un hombre aún joven y atractivo vaga por las calles de París. Ha estirado todo lo que ha podido la alegría de la posguerra entre fiestas, alcohol y mujeres. Todo eso ha concluido y no lo vemos; lo que vemos es su imposibilidad de conectar en profundidad con lo que le rodea. No se muestra ese pasado; sino su devenir, que es la realidad gris que habita el protagonista.
Alain, suerte de cruce entre Jude Law y algún poeta maldito, gana de inmediato la simpatía del espectador. Ha perdido las coordenadas de su mundo y se encuentra habitándolo como un extraño, en los márgenes. Intentando por momentos aferrarse a alguna esperanza en forma femenina; pero conociendo bien que su mal no tiene cura.
Alain no puede sentir nada con intensidad. Es una especie de turista de su propia vida; alguien prematuramente cansado de que le muestren los supuestos sitios de interés. Alguien que ya quiere concluir su viaje.
Malle logra una cinta hipnótica y cautivadora, donde no podemos dejar de seguir a este flaneur desencantado de todo que se mueve por la ciudad bajo los acordes de piano de Satié. En blanco y negro, como corresponde a su visión de mundo. Como ya no tiene nada que perder, nada que lograr, nada que demostrar, Alain tiene la sinceridad triste y abrumadora de los que hablan desde el corazón. Confronta a sus antiguos amigos, refugiados en vidas que, para él, no tienen ningún sentido. Vidas basadas en fingimientos y renuncias; en apariencias y símbolos. Alain es un rebelde que se niega a plegarse a eso. Si la vida no puede tener la intensidad, la belleza, el amor que su corazón anhela, prefiere no vivirla. Alain es el último romántico, el último bohemio en un mundo que está virando hacia otra cosa.
Uno, al final de la película, se queda pensando si el tema era realmente el mal que padece Alain; su incapacidad de adaptarse al mundo, o el mal reside más bien en ese mundo mismo que él quiere desertar por encontrarlo carente de lo verdadero y genuino.
Alain, suerte de cruce entre Jude Law y algún poeta maldito, gana de inmediato la simpatía del espectador. Ha perdido las coordenadas de su mundo y se encuentra habitándolo como un extraño, en los márgenes. Intentando por momentos aferrarse a alguna esperanza en forma femenina; pero conociendo bien que su mal no tiene cura.
Alain no puede sentir nada con intensidad. Es una especie de turista de su propia vida; alguien prematuramente cansado de que le muestren los supuestos sitios de interés. Alguien que ya quiere concluir su viaje.
Malle logra una cinta hipnótica y cautivadora, donde no podemos dejar de seguir a este flaneur desencantado de todo que se mueve por la ciudad bajo los acordes de piano de Satié. En blanco y negro, como corresponde a su visión de mundo. Como ya no tiene nada que perder, nada que lograr, nada que demostrar, Alain tiene la sinceridad triste y abrumadora de los que hablan desde el corazón. Confronta a sus antiguos amigos, refugiados en vidas que, para él, no tienen ningún sentido. Vidas basadas en fingimientos y renuncias; en apariencias y símbolos. Alain es un rebelde que se niega a plegarse a eso. Si la vida no puede tener la intensidad, la belleza, el amor que su corazón anhela, prefiere no vivirla. Alain es el último romántico, el último bohemio en un mundo que está virando hacia otra cosa.
Uno, al final de la película, se queda pensando si el tema era realmente el mal que padece Alain; su incapacidad de adaptarse al mundo, o el mal reside más bien en ese mundo mismo que él quiere desertar por encontrarlo carente de lo verdadero y genuino.

7.6
5,185
5
19 de mayo de 2025
19 de mayo de 2025
Sé el primero en valorar esta crítica
Así, como uno de los personajes se burla, cantando, de su propia abuela (y después se le suma el pueblo entero), se empieza a asentar, despacito, la tónica de toda la película. La puntuación no tiene que ver con la calidad fílmica; sino con la truculencia de lo narrado. Yo no tengo problema con la lentitud. Sí tengo problema con la crudeza gratuita que ni siquiera es fiel al período que retrata. Los castigos colectivos eran muy raros y por razones políticas. Y no eran ejercidos por aldeanos. En cuanto al tema central se inspira directamente en leyendas.
Me hubiera gustado que alguien me avisara que esta "experiencia visualmente fascinante" y ganadora de una palma de oro, iba a estar plagada de crueldad extrema, sexo animalizado (respaldado por unas metáforas con animales, ejem, más bien obvias) y un acatamiento ciego de las normas sociales (o mejor dicho tribales, ya que esta gente se comporta como una horda de poseídos que deja a los personajes de En busca del fuego como unas carmelitas descalzas)
Que si es porque pasaban hambre y tal. Pues en toda la película ningún personaje habla de hambruna ni malas cosechas. De hecho hay varias escenas donde la familia principal come, y come bien, entorno al fuego. Entonces? Que les hace comportarse como salvajes, endemoniarse si alguien les roba unas papas y tomar unas represalias inconcebibles para un mínimo umbral de humanidad? El director, al parecer, carga las tintas, y bastante, en relación a la novela. Ese gusto por algunos integrantes de la cultura nipona en exacerbar la violencia me parece más bien preocupante. En el anime se ve mucho también.
La película deja muy mal sabor de boca; uno queda sin esperanza en el género humano ni atisbo de un sentido posible ante tamaño horror que acaba de presenciar.
Hace unos años vi un documental sobre una aldea de Japón donde cultivan verduras orgánicas. Los vecinos tienen la tradición de regalárselas entre ellos. Pena que el director no alcanzó a verlo y nos dejó en cambio esta visión extrema, instintiva y radicalmente cruel del japón rural.
Se pueden abordar temas crudos, pero con otra altura moral y humana. Es lo que hace por ejemplo la película georgiana El árbol de los deseos, cuyo tema es análogo al de esta, tradición versus humanidad, pero está tratado de forma mucho más sutil e inteligente.
Me hubiera gustado que alguien me avisara que esta "experiencia visualmente fascinante" y ganadora de una palma de oro, iba a estar plagada de crueldad extrema, sexo animalizado (respaldado por unas metáforas con animales, ejem, más bien obvias) y un acatamiento ciego de las normas sociales (o mejor dicho tribales, ya que esta gente se comporta como una horda de poseídos que deja a los personajes de En busca del fuego como unas carmelitas descalzas)
Que si es porque pasaban hambre y tal. Pues en toda la película ningún personaje habla de hambruna ni malas cosechas. De hecho hay varias escenas donde la familia principal come, y come bien, entorno al fuego. Entonces? Que les hace comportarse como salvajes, endemoniarse si alguien les roba unas papas y tomar unas represalias inconcebibles para un mínimo umbral de humanidad? El director, al parecer, carga las tintas, y bastante, en relación a la novela. Ese gusto por algunos integrantes de la cultura nipona en exacerbar la violencia me parece más bien preocupante. En el anime se ve mucho también.
La película deja muy mal sabor de boca; uno queda sin esperanza en el género humano ni atisbo de un sentido posible ante tamaño horror que acaba de presenciar.
Hace unos años vi un documental sobre una aldea de Japón donde cultivan verduras orgánicas. Los vecinos tienen la tradición de regalárselas entre ellos. Pena que el director no alcanzó a verlo y nos dejó en cambio esta visión extrema, instintiva y radicalmente cruel del japón rural.
Se pueden abordar temas crudos, pero con otra altura moral y humana. Es lo que hace por ejemplo la película georgiana El árbol de los deseos, cuyo tema es análogo al de esta, tradición versus humanidad, pero está tratado de forma mucho más sutil e inteligente.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
El otro problema es que los personajes protagonistas del tramo final, Orin y su hijo, que muestran alguna que otra traza de algo que los hace parecer humanos (de a ratos), están tan atravesados por el peso de la tradición, tan cegados, que esas pequeñas chispas se diluyen en el postrer y terrible acto de abandonar a la propia madre enmedio de un osario con restos humanos, cuervos esperando y la nieve cayendo. Encantador. Honestamente pensé que iba a terminar de otra forma. Que al hijo le iba a caer alguna ficha; pero qué va. Con todo, lo mejor de la película es este último tramo; uno desearía que nos hubieran ahorrado al menos toda la primera parte.

6.5
1,485
5
12 de mayo de 2025
12 de mayo de 2025
Sé el primero en valorar esta crítica
La película se deja ver por las actuaciones y los paisajes. A fuerza de fotografía y banda sonora el director quiere vendernos algo que, la verdad, no tiene mucho de dónde agarrar. Donde falla es, por un lado, en los elementos pretenciosos con los que pretende impulsar y agrandar una historia más bien anodina a la que todo eso le queda grande.
El otro error es el desarrollo de los personajes y la historia. El personaje que interpreta Bening es realmente irritante y neurótico; difícilmente pueda ganarse la simpatía del espectador, aunque la película apuesta a ello. También resulta difícil simpatizar con la cosa inexpresiva y distante del personaje de Nighy y su perpetua cara de estreñido. El personaje del hijo parece diseñado a modo de gancho para las generaciones más jóvenes; pero tampoco termina de funcionar; su único mérito parece ser poner cierta cuota de empatía en el egotismo acérrimo de los padres, enfrascados en sendas concepciones de la felicidad y la pareja que, por lo cliché de cómo se muestran, no podrían importar menos.
El otro error es el desarrollo de los personajes y la historia. El personaje que interpreta Bening es realmente irritante y neurótico; difícilmente pueda ganarse la simpatía del espectador, aunque la película apuesta a ello. También resulta difícil simpatizar con la cosa inexpresiva y distante del personaje de Nighy y su perpetua cara de estreñido. El personaje del hijo parece diseñado a modo de gancho para las generaciones más jóvenes; pero tampoco termina de funcionar; su único mérito parece ser poner cierta cuota de empatía en el egotismo acérrimo de los padres, enfrascados en sendas concepciones de la felicidad y la pareja que, por lo cliché de cómo se muestran, no podrían importar menos.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
La mirada sobre el divorcio que ofrece la historia es más bien superficial y moralista, sin lograr profundizar en el conflicto que plantea ni en las emociones de los personajes. No conmueven ni se entienden los supuestos puntos álgidos de dramatismo, cuando la mujer "casi" se quiere despeñar por el acantilado, o cuando el hijo se pone a llorar delante de los amigos por el divorcio de los padres...Un chico grande, en fin.
5
4 de mayo de 2025
4 de mayo de 2025
Sé el primero en valorar esta crítica
No me conmovió el documental. No es que tuviera que hacerlo; pero la venden como una historia cargada de amor, emocionalidad, tristeza, "mejor" que Amour de Hanecke...en fin. Yo lo vi todo muy autorreferencial a Paulina; parecía que Augusto estaba solo en el mundo, que solo la tenía a ella; la relación con los hijos casi ni aparece, son puras fotos. Ni con los amigos ni el entorno; es la cosa endógena de ellos dos y nada más. Entonces, al documental le faltan matices. Otras miradas. Es sólo lo que le afecta a Paulina, que es que él deje de reconocerla (le dedican largos minutos a este tema). O sea, me queda la sensación de cierto egocentrismo de su parte, que no ayuda a percibir el documental como honesto. Además, Paulina en ningún momento pierde la paciencia, se enoja, se desespera...siempre exhibe calma, dulzura, cuidado, paciencia. A lo sumo llora; pero siempre es "la buena, la amorosa". Lo cual es poco creíble cuando uno convive por años con alguien con Alzheimer. Eso sí, la directora salpica todo con bellas tomas del jardín de la casa de los protagonistas y, por supuesto, fragmentos documentales de la historia de Chile, para darle visos de trascendencia a la cosa a través del paralelismo explícito en el título; la memoria colectiva, la memoria individual. Lo que se pierde y lo que queda. Todo muy lindo. Pero...es como que algo falla, pese a la buena factura. La historia no termina de cuajar ni de llegar al espectador avezado que no se deja manipular por la apariencia que quieren vender.
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