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España España · Gijón
Críticas de Loberto
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Críticas 49
Críticas ordenadas por fecha (desc.)
10
8 de noviembre de 2006
197 de 223 usuarios han encontrado esta crítica útil
Es prácticamente imposible describir las sensaciones que causa ver "Lawrence de Arabia". Es uno de esos raros filmes que si te atrapa, te hipnotiza, y te lleva por donde quiere sin que puedas resistirte a ello.

No es fácil enfrentarse por primera vez a esta magna obra de David Lean: sólo contemplar la duración, cercana a las cuatro horas, acongoja al más predispuesto. Pero una vez dentro de ella, no se puede salir. Desde la secuencia inicial, con la muerte del protagonista (podríamos decir que la película entera es un gigantesco flashback), hasta el final, todo destila épica, grandiosidad, y a la vez, intimismo. No sólo es un lienzo de unos hechos históricos, sino que es el viaje del alma de T. E. Lawrence.

Las actuaciones están a un nivel pocas veces visto, porque no es fácil que una película con un reparto tan coral y heterogéneo acabe resultando en un todo sin fisuras, y cada personaje es capaz de dominar el plano, sea cual sea su cuota de aparición en pantalla. Como ejemplo, baste contemplar el trabajo de José Ferrer como el Bey turco. Y es que, lo único que diferencia en "Lawrence de Arabia" a los protagonistas de los secundarios es el número de minutos que aparecen. Sería temerario considerar "actor secundario" a un Alec Guiness que transmite un señorío y una majestuosidad sólo con salir en plano; a un Anthony Quinn que destila garra y fuerza, además de ser responsable de la mayoría de momentos divertidos de la película a base de encarnizados e ingeniosos enfrentamientos dialécticos; a un Omar Sharif descomunal, con una mirada tan intensa que podría derretir la arena del desierto... o a un Peter O'Toole que se funde con su personaje de forma que es imposible saber hasta dónde llega la interpretación y comienza la transformación.

A pesar de esto, el auténtico protagonista de la función es el desierto: dudo que se pueda transmitir su inmensidad, su grandiosidad y su dureza de forma más nítida que en "Lawrence de Arabia". Su presentación no puede ser más impactante, con el corte brusco que nos transporta desde la cerilla de Lawrence al abrasador sol y las infinitas dunas de Arabia. El desierto está omnipresente en cada plano: de día, de noche, en los momentos de gloria y en los de decaimiento, en la exaltación de Lawrence y en sus humillaciones. Además, le permite a Lean deleitarnos con secuencias tan gloriosas como la aparición de Omar Sharif confundiéndose en la lejanía con un espejismo, o la carga sobre Aqaba.

Si hubiese que encontrar algún fallo, sería lo difuso que resulta el personaje de T. E. Lawrence: poco sabemos de sus motivaciones, y de por qué se comporta de la manera en que lo hace. Pero "Lawrence de Arabia" es pretendidamente imprecisa sobre un personaje que desata pasiones tan encontradas. Lean no pretendía hacer un biopic sobre Lawrence, ni un mero retrato histórico, sino hacernos sentir que estamos de viaje por el desierto. Un viaje sin retorno al corazón del cine puro.
Loberto
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5
6 de noviembre de 2006
19 de 26 usuarios han encontrado esta crítica útil
Cada vez nos quedan menos destinos turísticos deseables. Así es, si tras ver "Hostel" comprobamos que Eslovaquia no era plato de gusto, ahora vemos que Rumanía tampoco resulta ser recomendable. Después de todo, es la tierra de Drácula, ¿no? Yo no sé si será cosa de la Europa del este, pero según el cine nos indica, las diversiones que tienen por allí son poco deseables, sobre todo si eres americano, o, en este caso, francés. Mira, algo que tienen en común.

Los directores Moreau y Palud cuentan que estaban en Checoslovaquia, y un taxista les contó lo que les había pasado a dos turistas austriacos. Con eso, ya estaba todo dispuesto para poner la etiqueta de "basado en hechos reales". Una investigación tan profunda sobre el tema sería la envida de Lidia Lozano. Así que lo que nos encontramos, tras el clásico prólogo de peli de miedo, es a una pareja de franceses, ella profesora y él, escritor, que están en Rumanía, viviendo en una casa que deja pequeña a la de Amityville. Una noche, empiezan a oir ruidos, y lo demás, pues a ver la peli, que yo también me la tuve que tragar.

Para alivio de los estadounidenses, no se preocupen: los franceses también se comportan de forma idiota en las pelis de miedo. A pesar de que al principio se presupone que son medianamente inteligentes, acaban cayendo en todos los tópicos del género. El problema es que, como no existe presentación de personajes, la feliz pareja te importa poco menos que un comino, y eso le resta bazas a cualquier cinta, con la excepción posible de la de Pamela y Tommy, claro.

Sin embargo, el principio funciona: a todos nos han helado la sangre alguna vez los ruidos extraños cuando estás de noche en una casa grande y aislada. Crujidos en la madera, fallos en la luz, sombras furtivas... causan desasosiego al más pintado. Pero, al menos a mí, me causaría más terror escapar hacia un bosque oscuro sin idea de a dónde me dirijo, pero seré yo el raro.

La dirección varía entre la frialdad extrema y el alejamiento cuando nos enseñan la relación de la pareja, hasta los planos cortos que te hacen pensar "¿habrá algo detrás suyo cuando se gire?" o "a esa pared le hace falta una buena mano de pintura", sin olvidarnos de los clásicos planos subjetivos, que también los hay. En general, antes de la media hora la cámara ya está moviéndose de un lado para otro, y parece ella la que escapa, más que los actores.

Los actores ponen cara de susto, y poco más: yo supongo que será consecuencia de no tener un guión al que agarrarse a la hora de construir a los personajes. Otra de las consecuencias, esta buena, es que la peli sólo dure 78 minutos. Así que, por una vez, el miedo no vendrá a la hora de mirar el reloj durante la proyección. Que no es poco.
Loberto
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6
4 de noviembre de 2006
20 de 25 usuarios han encontrado esta crítica útil
El cine de animación lleva años siendo patrimonio casi exclusivo de los Estados Unidos, lo cual es comprensible si nos fijamos en los medios técnicos y el presupuesto que manejan las productoras como Disney, Pixar, Dreamworks, Warner... Así, este "renacimiento" es la aportación (o la respuesta, si prefieren) francesa al cine de animación estadounidense.

Se ha elegido el blanco y negro (con algún trazo de color en ciertas secuencias) para contar una historia que, a decir verdad, no resulta demasiado innovadora. Es el París del año 2054, y una joven científica llamada Ilona, que trabaja para la compañía más importante de la ciudad, Avalon, es secuestrada. Un policía llamado Karas, con la ayuda de Bislane, la hermana de Ilona, será el encargado de resolver el misterio.

Técnicamente, la película muestra una perfección en la animación (incluyendo el movimiento de los labios) pocas veces vista, gracias a echar mano de la técnica de "Motion Capture". Los resultados son impresionantes, al mostrarnos unos personajes prácticamente reales integrados a la perfección en una ciudad futura repleta de tecnología (impagables las galerías comerciales bajo Notre Dame).

En lo estrictamente cinematográfico, "Reinassance" muestra algunas carencias curiosas: por ejemplo, a pesar de la contundente presencia física de los personajes, resultan bastante planos y estereotipados. Hay un policía duro pero noble, una mujer valiente y hermosa, empresarios malvados, científicos locos... Da la sensación de que hemos visto a estos personajes mil y una veces, y las relaciones entre ellos, así como su pasado, sólo son rápidos esbozos que no ayudan a que el espectador se identifique con ellos.

Además, si bien la animación y el "motion capture" parece insuperable para escenas de acción o los espectaculares planos que recorren el París del 2054, para las escenas más románticas o dramáticas parecen ser demasiado fríos y distantes. También la enorme cantidad de información visual y detalles que se aprecian en cada plano distraen de la historia en sí, pero es algo inevitable debido al aspecto visual elegido.

Aún así, no cabe duda de que "Renaissance" es una opción casi obligada para estar al día de las últimas tecnologías aplicadas a la gran pantalla. A pesar de que su duración es algo excesiva (101 minutos), y que hay momentos en los que el ritmo decae, el envoltorio es tan llamativo que siempre aparece algo en pantalla para entretenerse. Viendo cómo avanza la informática y la perfección que se puede alcanzar, ¿quién asegura que en el 2054 sigan existiendo los actores?
Loberto
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1
1 de noviembre de 2006
14 de 24 usuarios han encontrado esta crítica útil
Anda que no se habrán hecho películas sobre el tema de bebés o niños que piensan o reaccionan como adultos. Y aún así, los Wayans todavía tienen el valor de hacer este "Pequeño pero matón" (mis felicitaciones a los adaptadores del título a nuestro idioma de "Little Man").

La historia (por calificarla de algún modo) va de un ladrón de medio metro de altura (Marlon Wayans) que roba un diamante y lo esconde en el bolso de una feliz pareja (Shawn Wayans y Kerry Washington). La forma de recuperarlo será hacerse pasar por bebé. Un bebé, por cierto, que pasa desapercibido sin que nadie, en ningún momento, sospeche de él. Debe ser que no le crece la barba, y que es normal que tenga una dentición de 32 piezas (o más, a juzgar por las escenas en las que Marlon Wayans abre la boca, que hay unas cuantas).

Como el guión no da para más de, digamos, unos 10 minutos, el resto del metraje se va en enseñarnos gags tan novedosos como el del supuesto bebé mirando los generosos pechos de Brittany Daniel, metiéndole mano a chicas varias, o golpeando las partes nobles de casi todo hombre que aparece en pantalla más de segundo y medio. El no va más del humor, claro. Los personajes femeninos salen exclusivamente para servir de burla, por cierto.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Loberto
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4
30 de octubre de 2006
10 de 16 usuarios han encontrado esta crítica útil
¿Por qué de vez en cuando a los actores de renombre les da por meterse en este tipo de películas? A mí me resulta un misterio tan indescifrable como el de las caras de Bélmez, y casi igual de siniestro.

En esta ocasión, les toca el turno a Samuel L. Jackson y a Eugene Levy, este último famoso por interpretar al padre de Jason Biggs en "American Pie". Por enésima vez, se explota la historia de "poli-duro-obligado-a-convivir-con-personaje-diametralmente-opuesto", aunque sin mucha gracia, hay que decirlo.

El punto fuerte de la cosa se supone que es el choque de caracteres. Lo sorprendente de "El Jefe", sin embargo, es que al final ninguno de los personajes ha evolucionado lo más mínimo. Es decir, ni Jackson es mejor persona, ni Levy es menos cargante. Entre medias de sus enfrentamientos dialécicos hay una historia de policias y ladrones tan simple como prescindible.

Lo mejor de todo es que el director Les Mayfield es magnánimo con el espectador y deja la peli en unos soportables 83 minutos. Además, se limita a colocar la cámara donde no moleste, y nos deje ver a los personajes, sin necesidad de flashbacks, rupturas de eje temporal, desenfocados y maravillas varias a las que nos han acostumbrado últimamente.

El malo de la función, interpretado convincentemente por Luke Goss, es lo mejor de la peli, aunque sólo sea por haber formado parte del grupo "Bros" junto con su hermano Matt. Samuel L. Jackson y Eugene Levy hacen aquello por lo que son famosos: Jackson grita y suelta tacos, y Levy mueve mucho los músculos faciales, maseteros incluidos. Sin embargo, los del espectador se mantienen bastante quietos: "El Jefe" no provocará bostezos, pero tampoco provocará demasiadas carcajadas.
Loberto
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