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Críticas de Don Hantonio Manué
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Críticas 241
Críticas ordenadas por fecha (desc.)
6
26 de diciembre de 2023
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Alia, una cantante de bodas infelizmente casada, regresa a la mansión donde transcurrió su infancia junto a su madre, una de las sirvientas; allí le vienen los recuerdos y decide tomar una decisión sobre su futuro.

Película tunecina, parte de la eclosión de los “nuevos cines” en los 90, que trata de la existencia resignada y de sometimiento absoluto de las mujeres al servicio de las familias poderosas de la élite, a mediados del siglo XX, momento previo a la independencia del país. Prácticamente presas y en régimen de esclavitud, estas siervas que nunca en su vida han conocido el mundo exterior conforman una sociedad paralela dentro del “palacio”, un mundo propio percibido desde el recuerdo y desde los ojos de una niña como mágico, siendo los trabajos físicos y las rutinas, los rituales, fiestas, creencias ancestrales incluso, y en especial, la importancia de la música y del canto, medio de realización de anhelos personales, todo lo que se contrapone a la autoridad de la clase superior, más occidental, pero sólo en las apariencias, mientras se preservan unas lógicas arcaicas.

La pubertad es el descubrimiento cruel de lo que implica la feminidad, el rechazo del propio cuerpo, por ser este susceptible de ser poseído por otros. Pero la mirada adolescente, testimonio de un entorno tan bello como próximo a su extinción, detecta la humillación cotidiana y las contradicciones a su alrededor, el doble discurso moral de considerar a ciertas mujeres como sucias, indignas o de descendencia bastarda, mientras estas bajo cuerda satisfacen los deseos de unos hombres cuyo cuestionamiento es impensable. Los silencios, las normas no escritas pero que no deben transgredirse, rodean un misterio; el de una paternidad que es en el fondo un secreto a voces.

Homenaje a la madre y claro ajuste de cuentas personal, o búsqueda de unas raíces, de un origen en un instante de crisis y desorientación, la película enlaza la historia personal de la protagonista y quizá de la directora con la colectiva, la dominación femenina en paralelo a la dominación de un país por la potencia colonizadora; un instante de tensión política extrema, como se percibe desde la reclusión, con el tradicional Bey convertido en títere de unos cómplices que quieren preservar sus privilegios. Se aleja esto sin embargo de la mera exaltación patriótica... pues la emancipación, por su parte, tampoco es ningún camino de rosas, y conduce a una situación idéntica de dependencia, de maternidad como condena, metáfora de una nación que nace muerta, aunque también una posibilidad de tomar decisiones propias y librarse del yugo.

Adolece el film, creo yo, de una duración excesiva, se estanca y cae en trazos gruesos, como lo es ese villano de opereta, antes de finalizar de modo precipitado, resuelto con voz en off. Cae en ciertas verbalizaciones y se olvida en su último tercio de un recurso bien traído; el de unos flashbacks en los que se combinan fluidamente, casi a la manera proustiana, pasado y presente, como a la vuelta de la esquina uno del otro. El seco estilo visual empleado, sobrio y a ratos próximo al hieratismo, además concede peso y relieve a los objetos, en especial a espejos y ventanas que separan, a los entornos arquitectónicos, trazándose con sutileza estas lógicas divisivas.
Don Hantonio Manué
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7
26 de diciembre de 2023
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Un albañil es testigo de la muerte accidental del dueño de la casa cuyo tejado está reparando. Cuando descubre que este esperaba una gran suma de dinero, sus indagaciones le llevan a verse complicado en un siniestro asunto criminal; un submundo de pesadilla en el que se mueven grandes apuestas en torno a un juego que va más allá de lo macabro...

Debut con cierto culto detrás de un director del que poco más se supo. Thriller realizado con medios escasos que apuesta fuerte, y nunca mejor dicho, por una idea original y truculenta de guion, por la ambientación y la angustia, aunque quizá da vueltas y se demora en exceso en un inicio que tampoco aporta gran cosa más allá de presentar la situación, con esa femme fatale cuya relevancia es más bien mínima. Arranque, por otra parte, similar al de mucho cine noir y con un halo voyeurista a lo Hitch; un tipo corriente que pasa apuros económicos, inmigrante para más inri, y la pura necesidad como desencadenante de la fatalidad.

Como propuesta es carne cruda, sin muchas explicaciones; todo tan terrible, seco y despiadado como parece, sin artificio alguno, en algún lugar perdido entre la saga de Saw y la sobriedad de un Melville, su ritmo pausado, entornos anónimos como un tren, un cruce de caminos. Con unos hombres, policías o delincuentes, moviéndose y siguiéndose como en un baile, con el pobre tipo en el centro, en una encrucijada moral que destruirá su inocencia; auténtico pelele del más puro y terrible azar… que finalmente, no será lo peor, porque lo peor siempre es el ser humano y sus acciones conscientes. Una fauna, por cierto, retratada a partir de un muy bien seleccionado casting de rostros malrolleros,

Fotografía en blanco y negro, muy cuidada y un punto favorable para la morbidez de la atmósfera, y banda sonora enfática a ratos (esa pianola...) sirven de empaque, discreto pero efectivo, para lo que puede verse como una metáfora abstracta de un mundo muy real, de puro beneficio y especulación, de pactos de silencio que son suscritos por gentes con poder y pasta, frente a individuos que no tienen nada, de quienes disponer a voluntad sin la más mínima consideración hacia la vida humana; son menos personas que simples números, sujetos a unas reglas, a unos códigos rígidamente definidos y sin escapatoria posible...
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Don Hantonio Manué
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8
25 de diciembre de 2023
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Obsesionada con la muerte desde su más tierna infancia, Sandra es una joven que estudia medicina, entra a trabajar en una funeraria y posteriormente se hace embalsamadora con tal de estar cerca de los cadáveres, por los que se siente cada vez más atraída...

Inusual exploración del impulso necrófilo de una mujer que desea a los muertos con una devoción y un fervor próximos al misticismo. Más allá del morbo superficial, se trata de la entrada a un mundo trascendente, “como mirar el sol sin quedarse ciega”, en palabras de la protagonista; de cruzar una frontera, como explicita una voz en off, recurso siempre delicado de utilizar, pero que aquí ayuda a hacer comprensible lo incomprensible, a entender un acto tan abyecto y merecedor de nuestro juicio más duro; podría discutirse si la directora logra o no esa comprensión, que dependerá en gran medida de cada espectador.

Película muy canadiense en su forma de abordar con fría naturalidad y un punto poético lo truculento, el enfrentamiento con los tabúes más férreos, y que transcurre por tanto en esa región oscuramente luminosa del ser humano en la que se entremezclan la sexualidad, la muerte y la religiosidad, todas ellas experiencias contradictorias en apariencia, pero cercanas en mayor o menor medida a alguna forma de éxtasis, de confluencia entre las realidades.

Ayuda a la causa una labor interpretativa de una actriz cuya belleza turbia es de por sí lo bastante ambivalente, como el propio film; discreto, “bonito” en sus formas a la vez que inquietante por motivos obvios, de enorme sencillez, ajustada duración, pocos medios y pocos actores, con una selección de temas como muy noventeros y grunge, en la que la luz blanca es metáfora evidente de esa “iluminación”…

La peculiar afición de la chica, por otra parte, no está sujeta a sufrimiento o culpa alguna, ella no es ninguna loca ni está traumatizada por nada; podrían estar hablándonos de una orientación sexual o del descubrimiento de la fe (alguna pista ofrece lo que se insinúa, de modo bastante ofensivo diría, sobre los empleados de las funerarias y su trabajo...), algo que no destruye sino que incluso lleva a una realización personal, a un impulso vital o aceptación, de hecho, de esta realidad igualadora, en cierto modo percibida por individuos privilegiados como ella, vedada al común de los mortales… no puede evitarse, sin embargo, mostrarla como la niña rarita y antisocial, cual excentricidad mínima que le haga acceder sin complejos a esa dimensión de ultratumba en la que demuestra mayor empatía hacia los fiambres que hacia los vivientes, y es que poco se nos muestra de su familia o de su entorno.

El personaje del novio, que es quien lleva encima el auténtico conflicto de la trama, se enfrenta a algo que le supera, pues no es sino ese enamorado incapaz de competir contra semejante forma de absoluto, siendo la suya una obsesión, una fascinación similar, pero hacia la inalcanzable muchacha. Su amor por una viva es más torturado y malsano, más muerto está él en su tristeza que los muertos, y no es casual que su vivienda sea un sótano. Decisiones radicales mediante, de unas cotas de romanticismo hermosamente jodido, la consumación de este romance sólo podrá ser posible en un reino que no es de este mundo.
Don Hantonio Manué
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4
25 de diciembre de 2023
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Polémico film considerado un precursor del “pinku eiga” y un hito de la representación de la desnudez y la sexualidad en el cine nipón de los 60. Pese a la censura, al parecer fue el primero en distribuirse ampliamente con éxito, incluso fuera del país, realizándose posteriores versiones más explícitas.

Basado en un relato de Junichiro Tanizaki, trata de la visita al dentista de un hombre que se siente atraído por una bella paciente y que, por los efectos de la anestesia, se hunde en una sucesión de delirios en los que ve a su amada convertida en cantante de un club nocturno, y posteriormente, sometida a sesiones de tortura bondage y electroshock. Aparecen mafiosos, un vampiro, maniquíes y un mono que ríe maquiavélicamente, el momento más perturbador con diferencia.

Exploración del inconsciente (no queda del todo claro si el de él, de ella o de ambos), de cierta represión sexual, voyeurismo, el protagonista es incapaz de salvar a su objeto de deseo, continuamente perseguido y acosado, escamoteado una y otra vez siguiendo la lógica angustiosa de los sueños... este deseo insatisfecho evoluciona hacia el afán de posesión y la hipocresía social; si la amada es inalcanzable, entonces resulta que es una puta, y es uno mismo quien pasa a ser el villano. La feminidad queda reducida a mercancía en unos grandes almacenes, la gente pasa por la calle ignorante de la situación, sin ser siquiera consciente de la violencia que ocurre ante sus narices.

Como obra surrealista, experimento visual o lo que sea, me ha parecido una cosa floja. Con situaciones reiterativas, planos dilatados sin razón y una visible torpeza narrativa del director, la idea, como suele decirse, quizá daba para un buen cortometraje pero no aguanta la hora y media que dura esto, con ocurrencias sugestivas que se agotan rápidamente; primeros planos de bocas y rostros, ruido infernal de las herramientas eléctricas del dentista (el gremio de dentistas al parecer puso el grito en el cielo por la deleznable imagen que se ofrece de su profesión), banda sonora como de sci-fi… todo un catálogo de recursos dirigidos a crispar, dar grima y poner de los nervios que logran su objetivo durante unos minutos, pero cuyo abuso indiscriminado deriva en la indiferencia; la huida del villano por las escaleras mecánicas, por ejemplo, daba para una buena secuencia, con esa tecnología vuelta en contra... pero estirada hasta el hastío.
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Don Hantonio Manué
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5
25 de diciembre de 2023
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Tras haber perdido a su esposa en un accidente en el metro, un militar (Mads Mikkelsen) y su hija adolescente se alían con un grupo de freaks informáticos para descubrir la verdad del suceso, que podría no haber sido tan accidental como parece.

Debe de ser irónico el título de esta peli sobre lo humano y lo divino, las casualidades, el azar y la búsqueda de un sentido en el sinsentido de la existencia, sea mediante una tecnología que permite seguir hasta la menor pista de la gente, en el actual contexto de voyeurismo digital, sea con los post-it que pega una chica en su habitación. El duelo, su aceptación difícil, el silencio de Dios, la indiferencia emocional y el recluirse en esta rudeza tan masculina con tal de evitar el sufrimiento… el trasfondo es amargo, muy de los países nórdicos (la cuestión del abuso sexual en la familia), pero nos encontramos ante una comedia coeniana que se recrea abiertamente en el patetismo extremo de sus personajes, unos inadaptados sociales metidos en un buen lío, lisiados físicos o emocionales todos ellos. A la vez es un thriller de acción incluso, con estallidos hiperviolentos y una reflexión sobre dicha violencia, a menudo engendrada por un odio concentrado y por una búsqueda del chivo expiatorio como sea; tiene cojones que la mayor escoria humana a veces pueda ser incluso quien menos culpa tiene.

Grupúsculos de extrema derecha, amenaza terrorista, tráfico humano… pese a estas dolorosas realidades, la mezcla propuesta es negra pero en el fondo muy inocentona, con un toque mágico en sus secundarios entrañables. Es decir, creo que falta un tono definido y habilidad de narrar algo coherente más allá de la ensaladilla extravagante. Y eso que donde mejor parada sale la película es en el carisma de los implicados.

Para lo que sirve semejante disparate de aventura en que se embarca esta gente es para estrechar lazos, acercarse los unos a los otros y formar algo parecido a una familia, llenar un vacío que existía desde mucho antes, pues es la tragedia la que termina por sacarlo a la luz. No podemos hacer nada contra el destino, contra un efecto mariposa de consecuencias imprevistas que se despliega a partir de las decisiones más tontas, más irrelevantes (en este caso, el deseo inocente de una niña por una bicicleta, añadiendo la puntilla ese prólogo y epílogo navideños)… pero podemos permanecer unidos, enfrentar lo jodido.

Mucha mala leche hacia la psicología actual, así como contra los algoritmos que no pueden predecir la inescrutable naturaleza humana. Lo más flojo para mi gusto, la parte melodramática y tirando a lacrimógena, y es que lo del padre amargado que se lleva mal con su hija no puede evitar el cliché.
Don Hantonio Manué
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