Me quedé con media sonrisa. La última película de Burton me ha provocado un “coitus interruptus”. Así lo definiría un amigo que sabe un rato de cine. Esperaba mucho. Hubiera deseado quedar tan saciado como otros usuarios, que la historia me impactara tanto, pero lo cierto es que no ha sido así.

Si no habíamos tenido bastante con el animal de Cronenberg y sus navajazos en primer plano, aquí Burton nos ofrece sangre a borbotones (nunca mejor dicho) y nos da, no dos, sino decenas de grandes cortes de yugulares y carótidas. Así que ya aviso que no es película para estómagos sensibles.

El género musical puede ser el más complejo de todos. La trama suele pasar a segundo plano que lo que a posteriori, acaba perjudicando la cinta. Cuando un musical sabe conjugar los temas musicales con una buena historia, el éxito está asegurado y la calidad de la cinta, casi también. No es la historia en lo que en mi humilde opinión resta puntos a “Sweeney Todd”, sino los números musicales que son bastante simples, repetitivos y poco pegadizos. ¡Y que lástima! Porque Burton pone lo mejor para llevar a cabo esta película y los actores están excelsos, otorgando caracterizaciones de aúpa.

“Sweeney Todd” me empalagó un poquito con tantísima música y no pude menos que pensar que quitando de un plumazo tanto cante, hubiera acabado por disfrutar más este macabro y sangriento relato en el que no encuentro mucho sentido a la historia de amor entre Johanna y Toby. El resto, magnífico. Burton con toda la carne en el asador, y con gente de confianza, nos deja esos toques de humor negro que sabiamente sabe incluir en sus películas.Técnicamente es primorosa. Es Burtoniana a cien por cien. Sigue siendo el niño enamorado de Vincent Price y el adolescente de amores imposibles que aquí representa el personaje de Nellie Lovett, interpretada por Bonham Carter. Y ya, por todo esto, “Sweeney Todd” merece un visionado.