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España España · badajoz
Voto de deivi:
9
Romance. Drama Laura Reynolds es una pintora inconformista y de gran talento: no ha querido casarse con el padre de su hijo y no desea someterse a las reglas morales imperantes en la sociedad. Vive en la costa de California con su hijo de nueve años. El niño es detenido por matar a un animal y, como ya había cometido otros pequeños delitos, el juez exige que sea internado en un colegio. (FILMAFFINITY)
3 de noviembre de 2008
9 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
The sandpiper es sin duda el arquetipo de obra que se asienta con dosis de sobrado talento en el lugar donde solo unos pocos llegan, un territorio perteneciente a gentes como Vincente Minnelli que logró aquí una película clave del romanticismo más desaforado y las pasiones más ocultas del ser humano, una obra genuinamente mayor que se alimenta de un guión sin mácula, perfecto e incisivo relato del alma escrito por un inteligente Dalton Trumbo y de un trío de ases ganador, unos actores tocados por los dioses que otorgan personajes inolvidables.

Desde sus primeros compases Castillos en la arena se levanta con suma destreza como fortaleza indestructible de cine mayúsculo, al son de la sensual y cálida partitura de Johnny Mandel, el cual ganaría el oscar a la mejor canción, se nos sitúa en un contexto idílico de bellos acantilados y nos presentan a una salvaje, liberal, tierna, enigmática Elizabeth Taylor y a un pastor episcopal ejemplarmente retratado por el rostro de Richard Burton, casado felizmente con la no menos magistral Eva Marie Saint, que caerá sin remedio en las redes del amor puro e inexplicable.

Es en esa historia de amor donde Minnelli exprime unos momentos sublimes de poesía y belleza y refuerza al relato de miles de interpretaciones, bien podría considerarse una película sobre la vida, pero también sobre la hipocresía de las religiones, cercana al ateísmo, sobre el amor y sobre el yugo inclemente de una sociedad que impone normas sin dejar de domar constantemente al hombre, un perfecto, astuto y cuidadísimo retrato de múltiples direcciones.

Emocionante y nada complaciente obra que inquieta y enamora, un trabajo avispado que supo sortear con nota a la censura de la época y que se forja como un brioso juego de malabares, un arte que su director poseía por derecho propio y que en este su penúltimo trabajo amplificó a lugares insospechados de la razón y mente humana.

LO MEJOR: Su modélico guión el cual debería de ser de obligado estudio en todas aquellas escuelas que se dediquen a la enseñanza cinematográfica, porta de algunas de las líneas de diálogos más lucidas y afiladas del engranaje narrativo. Elizabeth Taylor, diosa entre mortales, es imposible no enamorarse de alguien así, el sermón final de Richard Burton, prodigioso, todos los encuentros entre Burton y Taylor que demuestran un magnetismo y química extrapolable a la vida real, su artístico, melancólico último plano, la belleza y marco incomparable de todos sus exteriores, su jazzística banda sonora y su envidiable poder de encandilamiento.

LO PEOR: En un principio nada, pues puede poseer algunos mínimos defectos que no la encumbren a la categoría de obra maestra, pero es tan grande y está tan bien reglada que me sobran por completo.
deivi
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