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Voto de deivi:
10

Voto de deivi:
10
8.1
90,882
Thriller. Intriga. Drama
Benjamín Espósito es oficial de un Juzgado de Instrucción de Buenos Aires recién retirado. Obsesionado por un brutal asesinato ocurrido veinticinco años antes, en 1974, decide escribir una novela sobre el caso, del cual fue testigo y protagonista. Reviviendo el pasado, viene también a su memoria el recuerdo de una mujer, a quien ha amado en silencio durante todos esos años. (FILMAFFINITY)
24 de enero de 2010
24 de enero de 2010
9 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
Debemos ser justos con el cine, los amantes del séptimo arte tenemos la tarea de pregonar con enorme satisfacción los elementos que pueden separar la mediocridad predominante de la genialidad mas oficiosa, por eso cuando aparecen riquezas artísticas del tipo El secreto de sus ojos uno siente, con orgullo de espectador, la obligación de recomendar, aplaudir, adular y deificar, los valores básicos que reglan lo que se reconoce, desde los parámetros cinematográficos, como una obra emocionante. En la nueva cinta de Juan José Campanella se dan, en una feliz unión de compromiso, las claves del éxito de lo que viene a llamarse el “toque” Campanella, un director que ha sido muy capaz de transmitir nostalgia y sentimientos en una filmografía inconstante la cual en ocasiones se ha complementado con elevadas dosis de glucosa, pero con una especial inclinación al melodrama de personajes, a la participación de los esquemas norteamericanos donde se pueden juntar, en un idioma universal, el mejor canto porteño con la escuela del cineasta clásico que siempre se cuida de tratar con mimo a sus historias.
El secreto de sus ojos raspa con un afeitado impecable los anteriores y esporádicos defectos de la carrera de Campanella para convertir, en este su último trabajo, el mejor ejemplo de sencillez y amor al corazón de una trama excelentemente construida, mejor adaptada de la romántica novela de Eduardo Sacheri, con unos actores prodigiosos, con un profesional control de los resortes técnicos y, especialmente, con la mejor de las predisposiciones para no ceder en el empeño, loable y honesto, de no frustrar al oyente que, sentado en una butaca se deja manipular con gusto por Campanella, y adentrarse en los reductos de un guion de líneas horizontales que se va encontrando por el camino numerosos picos entrecruzados de unas almas vinculadas con el pasado y presente (un montaje que juega con maña y astucia dando una lección de complicidad narrativa), de 25 años de supervivencia.
Hay una secuencia deslumbrante, insólita en nuestro cine, la del enorme plano secuencia (trucado o no, poco importa), en el estadio de futbol donde se desarrollará una escena clave dentro del relato y que rompe de manera impresionante la contención visual del resto de la película. Campanella fascina explícitamente uno de los momentos circenses más espectaculares del 2009 (seguramente haría palidecer de celos al propio Brian De Palma si pudiera contemplar un planazo como el que se ha marcado Campanella),pero no separa lo que guarda implícito en su intriga sentimental, en sus episodios de intima belleza, de paseos por la soledad y la muerte, de coloración noir (o deberíamos decir marrón, la tonalidad expandida por las estanterías de esas cuatro paredes de una gris oficina de justicia, de la cual la fotografía de Félix Monti extrae milagros),y, por supuesto, de sincronización meditada de una humanidad inmejorable.
El secreto de sus ojos raspa con un afeitado impecable los anteriores y esporádicos defectos de la carrera de Campanella para convertir, en este su último trabajo, el mejor ejemplo de sencillez y amor al corazón de una trama excelentemente construida, mejor adaptada de la romántica novela de Eduardo Sacheri, con unos actores prodigiosos, con un profesional control de los resortes técnicos y, especialmente, con la mejor de las predisposiciones para no ceder en el empeño, loable y honesto, de no frustrar al oyente que, sentado en una butaca se deja manipular con gusto por Campanella, y adentrarse en los reductos de un guion de líneas horizontales que se va encontrando por el camino numerosos picos entrecruzados de unas almas vinculadas con el pasado y presente (un montaje que juega con maña y astucia dando una lección de complicidad narrativa), de 25 años de supervivencia.
Hay una secuencia deslumbrante, insólita en nuestro cine, la del enorme plano secuencia (trucado o no, poco importa), en el estadio de futbol donde se desarrollará una escena clave dentro del relato y que rompe de manera impresionante la contención visual del resto de la película. Campanella fascina explícitamente uno de los momentos circenses más espectaculares del 2009 (seguramente haría palidecer de celos al propio Brian De Palma si pudiera contemplar un planazo como el que se ha marcado Campanella),pero no separa lo que guarda implícito en su intriga sentimental, en sus episodios de intima belleza, de paseos por la soledad y la muerte, de coloración noir (o deberíamos decir marrón, la tonalidad expandida por las estanterías de esas cuatro paredes de una gris oficina de justicia, de la cual la fotografía de Félix Monti extrae milagros),y, por supuesto, de sincronización meditada de una humanidad inmejorable.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Un crimen será el comienzo de un folio en blanco en donde las teclas de una vieja Olivetti – casi el MacGuffin de la crónica del éxodo interino del personaje de Darín – van siendo acariciadas por las manos cansadas de un jubilado agente judicial que tendrá que recomponer los dolorosos recuerdos de su vida. Es de recibo volver a valorar el esforzado lucro que su realizador consigue de sus intérpretes, con especial admiración por una Soledad Villamil primorosa – atentos al interrogatorio, a sus miradas humedecidas, o a la despedida en la estación de tren, otra set piece para el recuerdo - y de un secundario afanoso del valor de Guillermo Francella – junto a Ricardo Darín componen instantes mágicos que alternan, con la habilidad habitual del cine argentino, el drama con la comedia – y también el manto detallista y cultivado del conjunto del metraje. Con estas circunstancias, y con la realidad de habernos enternecidos con uno de los estrenos mas importantes que ha proporcionado la industria hispanoamericana en décadas, un devoto de las buenas causas se pavonea de tener todavía los ojos acuosos por haber experimentado uno de los viajes más hermosos de cuantos han sido ofertados por el bonaerense creador de El hijo de la novia.
LO MEJOR: La complicada conjunción de géneros y su amplia gama de matices (se tocan temas y sensaciones extremas que van desde la obsesión, el rencor, el desamor, hasta una interesante denuncia del sistema judicial), nos advierte que, aún intentando abarcar tanto, nada resulta prescindible. Los trascendentes, literarios diálogos que Campanella pone en boca de sus actores nunca pecan de pomposos, aún siendo dificilísimo provocar naturalidad de ellos – “No pienses más. Si sigue así va a tener mil pasados y ningún futuro”, Pablo Rago (novio de la víctima) a Darín en un apunte concreto de la cinta -.
La verificación de que es posible un cine masivo e inteligente que sea capaz de llegar a numerosos sectores demográficos, que guste tanto a critica como a público, y con académica proyección internacional (la cual, crucemos los dedos, podría colarla, con ecuanimidad, en la terna por el Oscar a la mejor película de habla no inglesa).
LO PEOR: La envidia que suscita el que en España (esta es una coproducción Hispano-Argentina), no consumemos obras tan redondas y sensibles como esta, y que muchos la consideren peyorativamente almibarada.
LO MEJOR: La complicada conjunción de géneros y su amplia gama de matices (se tocan temas y sensaciones extremas que van desde la obsesión, el rencor, el desamor, hasta una interesante denuncia del sistema judicial), nos advierte que, aún intentando abarcar tanto, nada resulta prescindible. Los trascendentes, literarios diálogos que Campanella pone en boca de sus actores nunca pecan de pomposos, aún siendo dificilísimo provocar naturalidad de ellos – “No pienses más. Si sigue así va a tener mil pasados y ningún futuro”, Pablo Rago (novio de la víctima) a Darín en un apunte concreto de la cinta -.
La verificación de que es posible un cine masivo e inteligente que sea capaz de llegar a numerosos sectores demográficos, que guste tanto a critica como a público, y con académica proyección internacional (la cual, crucemos los dedos, podría colarla, con ecuanimidad, en la terna por el Oscar a la mejor película de habla no inglesa).
LO PEOR: La envidia que suscita el que en España (esta es una coproducción Hispano-Argentina), no consumemos obras tan redondas y sensibles como esta, y que muchos la consideren peyorativamente almibarada.