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Voto de alex:
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7
6.1
3,368
19 de octubre de 2010
19 de octubre de 2010
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Al ver la última imagen de la película me puse a llorar. No pude evitarlo. Esa fotografía real de una bella joven Iraki hecha pedazos es un alegato contra la guerra más convincente que mil películas y que mil sesudos ensayos. Ahora bien, al margen de opiniones criticas sobre la intervención militar en Irak o sobre el imperialismo norteamericano en general, me saco también el sombrero ante esa capacidad por parte de la sociedad estadounidense para generar, como un anticuerpo, las más acerbas autocríticas.
Con el fin de recrear la sensación de estar viendo material documental "en bruto", Brian de Palma ha prescindido de la mayoría de los elementos que componen la narrativa fílmica convencional (con esa predilección personal por los planos secuencia majestuosos y casi imposibles) en favor de un estilo que imita los codigos del documental y compuesto, básicamente, por una sucesión de grabaciones registradas con una gran variedad de medios (teléfonos móviles, cámaras de seguridad, cámaras amateurs). Pero la ilusión de hiperrealismo que así se quiere conseguir se logra solo a medias. A pesar todo el espectador sabe que está viendo una película ficción. Y quizá ahí precisamente resida el fallo: el supuesto realismo propiciado por la renuncia de los elementos y la gramática habitual en la narrativa de ficción no compensa que por culpa de esa monótona parquedad se vaya apoderando cierta sensación de aburrimiento por parte del espectador.
Con el fin de recrear la sensación de estar viendo material documental "en bruto", Brian de Palma ha prescindido de la mayoría de los elementos que componen la narrativa fílmica convencional (con esa predilección personal por los planos secuencia majestuosos y casi imposibles) en favor de un estilo que imita los codigos del documental y compuesto, básicamente, por una sucesión de grabaciones registradas con una gran variedad de medios (teléfonos móviles, cámaras de seguridad, cámaras amateurs). Pero la ilusión de hiperrealismo que así se quiere conseguir se logra solo a medias. A pesar todo el espectador sabe que está viendo una película ficción. Y quizá ahí precisamente resida el fallo: el supuesto realismo propiciado por la renuncia de los elementos y la gramática habitual en la narrativa de ficción no compensa que por culpa de esa monótona parquedad se vaya apoderando cierta sensación de aburrimiento por parte del espectador.