Alucinante, no la puedo describir de otra manera, esta película me ha dejado sin aliento; lo cuál, es muy meritorio ya que yo soy un agnóstico recalcitrante, pero lo cortés no quita lo valiente.
Excepcional film que cuenta la historia de un obispo ruso confinado durante más de 20 años en una cárcel siberiana como preso político y que, al ser liberado, es trasladado como nuncio papal a Roma y que, tras la muerte del Papa llega a convertirse en Santo Pontífice, muy a su pesar en un principio.
Anthony Quinn realiza, a mi parecer, la mejor interpretación de su historia al encarnar a este sacerdote ruso que por avatares de la vida acaba convirtiéndose en Papa.
La profundidad del personaje es arrebatadora, su filosofía de vida es la que quizás deberían tener todos los miembros de la Iglesia Católica, es decir; bondad, ayuda al prójimo, preocupación por los más necesitados, etc.
Su naturaleza provoca que en un determinado momento de la historia tenga un papel relevante para intentar "solucionar" una crisis internancional que podría derivar en una tragedia global.
Supongo que si hubiera un Papa como éste habría muchísimos más partidarios de la Iglesia (que no de Dios), aún estoy esperando que llegue un Papa así a la silla de San Pedro.
Lo espero...