Me intriga profundamente reflexionar sobre lo que pensarían De Niro, Keaton, Sarandon o Williams en el primer pase para el equipo de la película completa, La Gran Boda. Supongo que si a estos cuatro aún les queda algo de objetividad, sentirían profunda vergüenza. Porque el espectador la siente viendo esta película, así que semejantes nombres, con las carreras que tienen a sus espaldas, intuyo que también.

La Gran Boda es el paradigma de película estúpida y chapucera de Hollywood. Hay historias similares a la que se cuenta en este truño que han dado lugar a cintas entretenidas, alguna incluso buena. Pero todo aquí es un desastre. Todo. Empezando por un guión que no va a ninguna parte, que abusa del sentimentalismo y que se pone guarrete en un par de ocasiones porque se supone que así parecerá más progre de lo que es (en realidad, profundamente reaccionario), en el que el abismo de lo racista y del chiste fácil sobre los hispanos es casi ofensivo, en el que los personajes, si es que se les puede llamar así, no viven, sino que ululan como zombies sedientos de cheques... todo es basura aquí, y prometo no volver a ver nunca algo que este tal Justin Zackham haga.

No hay garra en su puesta en escena. Todo es aséptico, tópico, mal montado. No hay ninguna decisión de estilo, de riesgo, aunque sea de credibilidad. Este señor se limita a poner la cara delante de unos actores muy monos (los jóvenes, cada cual más irritante y estúpido), o de estos veteranos en horas bajas (De Niro intenta levantar sus escenas pero se aburre profundamente; Keaton está insoportable, haciendo el papel de mujer-de-mediana-edad-con-ropa-cara-y-eternamente-sonriente que hace últimamente; Sarandon parece perdida o triste, probablemente pensando en los buenos papeles que solía interpretar; y Williams da la impresión de que se tomó demasiados calmantes y ansiolíticos, pues parece dormido en todas sus escenas): da verdadera lástima verles en sub-poductos así.

Aburguesada, insultante y estéril, es lo mejor que puede decirse de La Gran Boda.