Se suele decir que Una Historia Verdadera es la obra menos “Lynchiana” de toda la carrera del prolífico realizador, pero yo encuentro que, exceptuando la eliminación del toque surrealista – onírico de otras de sus películas, Una Historia Verdadera contiene el mismo sentido del humor, el mismo retrato de personajes, y el mismo profundo y sutil estudio de la condición humana que este maravilloso autor realiza en sus películas, en unas más visiblemente que en otras.

Aquí el último gran viaje de Alvin Straight se convierte en una parábola sobre las esperanzas, en una travesía iniciática a través de esa América rural de campos de cultivos y rectas y solitarias carreteras. Una Historia Verdadera posee una fuerza especial por la sencillez con la que está contada. Un hombre que pide perdón, y que atravesará los aislados jirones de la soledad para vivir ese momento de redención que ha esperado toda su vida. Esta película habla de gente solitaria pero sencilla, obstinada pero humilde, y lo hace de una manera tan humana que es casi inevitable no conmoverse con la propuesta de Lynch.

Además, la figura casi bíblica de Alvin está interpretada por Richard Farnsworth (visto en El Mejor, Misery o Habana), un actor cuyos ojos son capaces de expresar la más lejana de las esperanzas y el más hondo de los pesares, ojos como los de cada persona mayor que vemos por la calle, cuyas vidas pasan ante nuestros ojos con tan solo observar un breve momento a los suyos. La suya más que una interpretación (como la de Sissy Spacek) es un desnudado de alma, unas composiciones tan complejas y sencillas como cada persona viva que hay en el mundo.

Personalmente, para mí existen películas que, sea por su historia, sus personajes, su técnica, o todo a la vez, dan ganas de vivir. Una historia verdadera es una de ellas. Su música hipnotiza, sus paisajes maravillan, sus excentricidades enamoran, y sus personajes se clavan tan fondo en el alma que das gracias por poder ser una persona, que siente, que se arrepiente, que vive aventuras y conoce personas que no esperaba conocer, que aprende hasta en sus momentos más duros. Que vive.