El, es el principio de la eterna pesadilla, el artífice del brutal desvisceramiento de unos padres huérfanos de abrazos, la causa de que el invierno se haya instalado para siempre...... Es, no obstante, el único capaz de despertar pasiones, aunque sean bajas e iracundas. Francis desfallece bajo su propia sombra heladora.

Olivier es el carpintero paciente, el que busca calor entre las virutas, el que dejó de tener prisa porque ya no tiene hogar al que regresar. Busca, aunque han pasado cinco años, un puñado de aliento del hijo desaparecido; un mínimo pestañeo, suspendido como una telaraña de los ojos del último que le vió con vida; una brasa para cauterizar la herida que sangra cada día.

Los hnos Dardenne trasladan, casi exclusivamente con gestos, dolorosas sensaciones; pero atisban en lo más profundo del grito la única y escalofriante posible solución.
Profunda tesis sobre el comportamiento humano, que como en otras ocasiones, hubieran firmado con orgullo sesudos psicólogos expertos en educación especial y catedráticos conocedores de las reacciones de las personas ante lo imprevisible e inevitable.