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España España · Cáceres
Voto de Sinhué:
7
Bélico. Drama En 1937, durante la segunda guerra chino-japonesa, John (Christian Bale), un maquillador de cadáveres, llega a una iglesia católica de Nankín para preparar al párroco antes de su entierro. Las terribles acciones del ejército invasor japonés lo convierten a su pesar en protector de las alumnas de un convento y de las prostitutas de un burdel cercano. Tendrá entonces la oportunidad de saber qué significan el sacrificio y el sentido del ... [+]
3 de junio de 2015
5 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Algunos de los que cobran por decir lo que piensan (los críticos, para quien no esté familiarizado con mi lenguaje), acusan a Zhang Yimou de cineasta del régimen y de chaquetero. No les ha gustado que haya hecho una película sin meterse con los comunistas, como hizo en otras muchas ocasiones contando los defectos de la Revolución Cultural. La República Popular China, fue proclamada en 1949 y la masacre de Nankín sobre la que versa la película, basada en una novela de Yan Geling (residente, por cierto, en los USA desde 1989) sobre un hecho real, tiene lugar en 1937. ¿Qué quieren, que hablara de lo malo que ya era Mao por aquellas fechas?. ¡Un poquito de rigor, señores no se pierdan en la línea editorial de sus "independentísimos" periódicos!. Entiendo que la peli no les haya gustado, pero una argumentación que comienza acusando al autor de no estar políticamente en el lugar exacto que ellos consideran, acordarán conmigo, es bastante poco fiable; máxime cuando nos referimos a una disciplina tan compleja como el cine, compendio de tantas otras artes.

¡Claro que hay obras de Zhang Yimou que me gustan más!, por lo menos 7, pero Las flores de la guerra atesora muchas de las virtudes del mejor cine del realizador chino: espectacularidad, colorido, introspección, interés y un dominio innato de la presentación, el nudo y el desenlace.
Las comparativas con Ciudad de vida y muerte, siendo esta una grandísima crónica cinematográfica de los hechos, no son justas. En este caso, la mayor parte de la acción transcurre en un recinto y es un episodio dentro de la acción criminal japonesa; podría interpretarse en un teatro y, precisamente, este es uno de los mayores méritos del film: escenificar con gran profundidad de campo historias de primer plano. El exotismo de un americano entre asiáticos queda diluido por la visión mundanal de las prostitutas, algunas de ellas auténticas catedráticas de la vida.

Así pues, digna entrega, y van veinte, de un director que no conoce el suspenso y que en el 2016, tras la emocionante Coming Home (2014), estrenará bajo bandera americana The great wall, un drama del siglo XV; ¿deberá hacer algún guiño cómplice de su ideología política para contentar, por ejemplo, al que escribe de cine en La Razón?
Sinhué
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