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España España · Cáceres
Voto de Sinhué:
7
Drama. Thriller. Western Un niño que ha escapado de su pueblo escucha los gritos de los hombres que le buscan. Lo que queda ante él es una llanura infinita y árida que deberá atravesar si quiere alejarse definitivamente del infierno del que huye. Ante el acecho de sus perseguidores al servicio del capataz del pueblo, sus pasos se cruzarán con los de un pastor que le ofrece protección y, a partir de ese momento, ya nada será igual para ninguno de los dos. (FILMAFFINITY) [+]
20 de octubre de 2019
40 de 49 usuarios han encontrado esta crítica útil
Wéstern a la española por tierras ardientes y desérticas del sur, allá por donde rodaban hace años las diligencias, cabalgaban los sedientos vaqueros y se ahorcaba en la mitad de la nada, de la rama de un árbol seco a los ladrones de caballos. En esta ocasión son nativos quienes han desplazado a los mascadores yanquis de tabaco y los que de pozo en pozo luchan por sobrevivir bajo un sol que derrite casi todo, salvo la maldad.

Benito Zambrano aprovecha la novela de Jesús Carrasco para trasladarnos en imágenes las peripecias de un niño que huye de las garras de un capataz poco acostumbrado a perder y es ayudado por un pastor que traslada unas cuantas ovejas hacia la montaña. A mediados de los años cuarenta del siglo pasado, cuando la miseria no solo se traducía en hambre, también en abuso, indignidad e ignorancia; los perdedores de la guerra, que eran casi todos, deambulaban como hijos de Caín: famélicos, muertos de miedo y vendiendo sus almas por un plato de lentejas, o la promesa de él. Algunos, los vencedores, practicaban el matonismo como herramienta de poder e incluso como actividad placentera, porque por lo general los que ejercen de torturadores disfrutan con su trabajo. Por más que algunos críticos de cine se empeñen en calificar de maniqueas a películas que ponen cara a la monstruosidad, lo cierto es que hay seres humanos que nos hubieran hecho un gran favor auto-abortándose y otros ayudarían mucho si no se murieran nunca. Y a mi me gusta saber que existen unos y otros para procurar esquivar a los primeros y guardar como oro en paño la ejemplar generosidad de los segundos.

El thriller polvoriento del lebrijano no se entretiene en recovecos innecesarios, algunos por tanto le acusarán de ser demasiado evidente y directo; pero lo cierto es que huele a cine del que nos gustaba cuando éramos niños y yo eso lo anoto en el haber, aunque algunos lo asienten en el debe.
Sinhué
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