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Voto de Sinhué:
7

Voto de Sinhué:
7
7.0
30,084
11 de abril de 2016
11 de abril de 2016
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Cesc Gay es uno de esos autores que nos hace creer que las relaciones humanas, al menos las que merecen la pena, consisten en el vaciado y el desnudamiento, hasta el hueso, que supone ir con la verdad por bandera. El espectador puede salir acomplejado de sus películas, rumiando: "... yo no soy asi y ya que lo siento, me dan envidia". Porque los amigos de los que nos habla Cesc, aún en los días que corren, son un monumento a la amistad; y la apología que hace de la sinceridad, como bálsamo curativo y única salida, es admirable y dificilmente creíble en fechas en las que el individualismo y el egoísmo están en sus más altas cotas, cotizando cerca de los fondos de inversión, bancos y energéticas.
Truman nos habla de la vida, la muerte y el cariño irracional hacia los seres que nos ayudan en esta dura travesía por la existencia. Y lo hace sin recargar en exceso las tintas en el aspecto dramático, que está presente, como no puede ser de otra manera cuando la de la aguadaña está esperando en la puerta. Es, posiblemente, este endulzamiento e intento de minimizar la inevitable despedida lo que hace que la historia sea todavía más conmovedora y amarga.
Obligado es hablar de las buenas interpretaciones de Ricardo Darín y Javier Cámara, y las valiosas aportaciones de secundarios de lujo; en las que, bajo mi punto de vista, lo borda José Luis Gómez: el empresario teatral que, de manera más que pragmática, cumple el trámite de despedir y despedirse para siempre de uno de los trabajadores de su compañía, antes de pasar a lo que importa: el destinatario o destinataria de ese regalito, o caja de bombones, que cuida con esmero.
Truman nos habla de la vida, la muerte y el cariño irracional hacia los seres que nos ayudan en esta dura travesía por la existencia. Y lo hace sin recargar en exceso las tintas en el aspecto dramático, que está presente, como no puede ser de otra manera cuando la de la aguadaña está esperando en la puerta. Es, posiblemente, este endulzamiento e intento de minimizar la inevitable despedida lo que hace que la historia sea todavía más conmovedora y amarga.
Obligado es hablar de las buenas interpretaciones de Ricardo Darín y Javier Cámara, y las valiosas aportaciones de secundarios de lujo; en las que, bajo mi punto de vista, lo borda José Luis Gómez: el empresario teatral que, de manera más que pragmática, cumple el trámite de despedir y despedirse para siempre de uno de los trabajadores de su compañía, antes de pasar a lo que importa: el destinatario o destinataria de ese regalito, o caja de bombones, que cuida con esmero.