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Ciencia ficción. Aventuras. Bélico. Acción. Fantástico. Romance
Año 2154. Jake Sully (Sam Worthington), un ex-marine condenado a vivir en una silla de ruedas, sigue siendo, a pesar de ello, un auténtico guerrero. Precisamente por ello ha sido designado para ir a Pandora, donde algunas empresas están extrayendo un mineral extraño que podría resolver la crisis energética de la Tierra. Para contrarrestar la toxicidad de la atmósfera de Pandora, se ha creado el programa Avatar, gracias al cual los seres ... [+]
17 de septiembre de 2010
17 de septiembre de 2010
7 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Una historia edificante:
James Cameron era el rey del mundo. Como queria demostrar que la tenía más larga que nadie, se rodeó de 300 millones de dólares para hacer la película más grande de la historia, la Obra Maestra Definitiva. Se llamaba Avatar. Después de ella, el cine de los 100 años anteriores no iba a existir. Lubitsch, Wilder, Ford, Scorsese...¿quiénes son esos?
En el maquiavélico plan de Cameron no importaba la estructura ni la originalidad de la historia, ni el desarrollo de los personajes ni la brillantez de los dialógos. Para qué tratar al espectador con inteligencia y sensibilidad si ellos mismos se saben idiotas y brutos. No importaba el transfondo ni la profundidad. La Obra Maestra Definitiva no necesitaba nada de esto. Fachada y envoltorio, que esos imbéciles no pueden mirar más lejos. Eso sí, muy importante, la entrada que cueste 10 euros, que las gafas esas son la hostia de sofisticadas.
El plan era sencillamente redondo, y salió a la perfección. Todo Dios fue a verla, asi que el tipo se volvió a forrar. Todos flipaban. Todos aplaudian a su rey :¡Qué bonita!, decían. Efectivamente. Tanto como pretenciosa, tópica, tramposa, lenta y dolorosamente larga. Y no quiero ni hablar del mensaje ecológico que me entra la risa. Lo que cuenta es lo que cuenta: ¡Qué bonita, dios mio, qué bonita!
Pocos meses después, el rey Cameron se dirigió confiado a la gala de los oscars a recoger, faltaría más, 12 o 13 estatuillas. A coronarse de nuevo. Y ocurrió lo siguiente:
Oscar al mejor guión original: En tierra hostil, de la ex-esposa de Cameron
Oscar al mejor director: Kathryn Bigelow, la ex-esposa de Cameron
Oscar a la mejor película: En tierra hostil, de la ex-esposa de Cameron.
Con semejante patada en la boca se amortizaron enteritos mis diez euros.
Porque aquello tuvo un nombre, James:
Justicia poética.
James Cameron era el rey del mundo. Como queria demostrar que la tenía más larga que nadie, se rodeó de 300 millones de dólares para hacer la película más grande de la historia, la Obra Maestra Definitiva. Se llamaba Avatar. Después de ella, el cine de los 100 años anteriores no iba a existir. Lubitsch, Wilder, Ford, Scorsese...¿quiénes son esos?
En el maquiavélico plan de Cameron no importaba la estructura ni la originalidad de la historia, ni el desarrollo de los personajes ni la brillantez de los dialógos. Para qué tratar al espectador con inteligencia y sensibilidad si ellos mismos se saben idiotas y brutos. No importaba el transfondo ni la profundidad. La Obra Maestra Definitiva no necesitaba nada de esto. Fachada y envoltorio, que esos imbéciles no pueden mirar más lejos. Eso sí, muy importante, la entrada que cueste 10 euros, que las gafas esas son la hostia de sofisticadas.
El plan era sencillamente redondo, y salió a la perfección. Todo Dios fue a verla, asi que el tipo se volvió a forrar. Todos flipaban. Todos aplaudian a su rey :¡Qué bonita!, decían. Efectivamente. Tanto como pretenciosa, tópica, tramposa, lenta y dolorosamente larga. Y no quiero ni hablar del mensaje ecológico que me entra la risa. Lo que cuenta es lo que cuenta: ¡Qué bonita, dios mio, qué bonita!
Pocos meses después, el rey Cameron se dirigió confiado a la gala de los oscars a recoger, faltaría más, 12 o 13 estatuillas. A coronarse de nuevo. Y ocurrió lo siguiente:
Oscar al mejor guión original: En tierra hostil, de la ex-esposa de Cameron
Oscar al mejor director: Kathryn Bigelow, la ex-esposa de Cameron
Oscar a la mejor película: En tierra hostil, de la ex-esposa de Cameron.
Con semejante patada en la boca se amortizaron enteritos mis diez euros.
Porque aquello tuvo un nombre, James:
Justicia poética.