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México México · Ciudad de México
Voto de Patricio Escartín:
7
Drama Biopic de Lady Di que cuenta la historia de un fin de semana crucial a principios de los años 90, cuando la princesa Diana -de nombre Diana Frances Spencer- decidió que su matrimonio con el príncipe Carlos no estaba funcionando, y que necesitaba desviarse de un camino que la había puesto en primera fila para algún día ser reina... El drama tiene lugar durante tres días, en una de sus últimas vacaciones de Navidad en la Casa de Windsor ... [+]
29 de enero de 2022
4 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
Cualquier otro director hubiera preferido el convencional drama biográfico, pero Larraín se tomó las libertades de un cineasta consciente de no retratar la realidad, sino usarla como marco referencial, para crear un drama psicológico con Kristen Stewart subida de tono, pero ciertamente irreconocible. La mayor habilidad de Larraín es como utiliza sus elementos de dirección (puesta en cámara principalmente) para crear una angustiante y envolvente experiencia psicológica, en donde la plástica de la película nos sumerge a un mundo de fantasía.

Desde el primer plano, los grandes angulares y la película de 16 mm, con una cinefotografía poco contrastada, casi sin presencias de sombras, nos da a entender que no se trata de un mundo "basado en hechos reales", sino inspirado. La advertencia/comentario del principio también parte de esta idea, en donde leemos "Una fábula basada en una tragedia". Y es que como dice el crítico Ayala Blanco, si esta película fuera un cuento de hadas, sería un anti-cuento de hadas, al menos por su estructura trágica. Todo en esta película está diseñado para crear un mundo subjetivo en donde entendamos los hechos a través de la visión/postura de Diana Spencer (Kristen Stewart). Por ello, Larraín deja por fuera los eventos aparentemente más interesantes de la película: la cena de Nochebuena, el día de Navidad, la caza de faisanes. En su lugar nos comparte cómo debió ser para Diana vivir la aprisionante firmeza de la Corona, en sus últimos días con la Casa Windsor, y por ello las escenas en el baño o en el dormitorio son lo más habitual. Es en estos momentos de soledad donde la película encuentra su mayor fuerza expresiva, algo que no se hubiera conseguido sin la actuación de Stewart, quien en su forma de caminar, mirar y hablar imprime una Diana malhumorada y al borde del llanto, un llanto que en solo una ocasión llega a suceder, pero que le da al personaje una tensión enorme entre el sentir interno y el ser externo determinado por la postura de las convenciones sociales.

El mundo caótico se refuerza con la banda sonora: el jazz, como estilo desordenado es lo que más se oye en la música extradiegética, sobretodo en los momentos de mayor tensión para la protagonista, una elección musical acorde al mundo interno de Diana; tenso y desbordado. Incluso en la cena, los violines que tocan de fondo (de manera diegética) se desvían en una tonada cada vez mas estresante hasta ser completamente subjetivos (extradiegéticos). Esta delicadeza de Pablo Larraín para pasar del mundo externo, generalmente establecido con planos abiertos y travelings laterales de seguimiento, al mundo interno, el cual es intimista y personal, reforzado con primeros planos deformados por la estética angulada, es lo que hace de esta dirección algo sobresaliente, pues el cambio es sútil pero por lo mismo, mucho más poderoso que hacerlo evidente.

El manejo de metáforas visuales es también otra fortaleza del film, pues sin necesidad de caer en simbolismos o significados ocultos, la historia nos cuenta más a través de la composición de sus planos. El mejor ejemplo y posiblemente mi escena favorita de la película, se encuentra cuando Diana enfrenta a Carlos (Jack Farthing) en el salón de billar y Larraín compone sus planos para que la mesa cree una distancia casi ficticia entre Carlos y Diana, una distancia alargada que muestra el estado de su relación. Las bolas de pillar apuntan en triángulo a Diana, reforzando el ataque de Carlos hacia ella, y todo se dice a través de los planos.

Spencer es una apuesta arriesgada, y por lo mismo, criticada y en algunos sectores del público, mal recibida. Si Larraín hubiera querido hacer un biopic poco convencional nada más por el hecho de ser diferente, seguramente no le hubiera salido, pero la película tiene tanto cuidado por usar todo de lo que dispone para contarte y transmitirte el mundo interno de Diana Spencer, que es imposible no entrar en su convención, que si, psicologizada y todo, pero al final propositiva, congruente y funcional.
Patricio Escartín
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