Los hermanos Pastor han decidido en su debut cinematográfico tocar el tema de las infecciones víricas a gran escala, dibujando un futuro desolador con pueblos y ciudades desiertas, asoladas por la pandemia. A primera vista, puede parecer reiterativo este tema, mil veces planteado en múltiples películas. La originalidad del producto reside en que a diferencia de la gran mayoría, aquí los infectados simplemente se mueren, y no se transforman en los habituales zombies hambrientos de carne humana. Con este panorama los Hermanos Pastor nos dejan claro el concepto de que en situaciones extremas, el ser humano actúa de forma egoísta, pasando incluso por encima de los lazos de amistad, amor o familia. Y he aquí el problema, ya que esto nos queda claro a los cinco minutos de proyección, y lo único que hacen es repetirlo con diferentes ejemplos a lo largo de todo el metraje.
Estamos pues, ante una road movie donde los protagonistas se dirigen hacia un futuro incierto, luchando contra su propia especie para lograr la supervivencia. Buen debut cinematográfico, pero repetitivo y falto de ritmo.