Haz click aquí para copiar la URL
España España · Salamanca
Voto de La Maga:
8
Drama El 2 de marzo de 1974, el joven anarquista Salvador Antich, militante del Movimiento Ibérico de Liberación, se convirtió en el último preso político ejecutado en España mediante "garrote vil". Ésta es su historia y la de los intentos desesperados de su familia, compañeros y abogados por evitar su ejecución. (FILMAFFINITY)
23 de enero de 2007
2 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Si hace una semana Ken Loach echaba abajo un prometedor proyecto gracias a su verborrea ideológica, ahora se podría pensar en desterrar Salvador precisamente por el mismo motivo. Nada más lejos de la realidad. Salvador, a pesar de su evidente maniqueísmo (los policías son auténticas bestias y la conversión del carcelero es autocomplaciente) y su parentesco con la recuperación de la memoria histórica – la cual parece molestar a algunos -, ejemplifica la progresión eficaz y valiente de una industria a la que ya no parece aterrorizarle fijarse en tiempos difíciles y oscuros de nuestro pasado (El lobo, Alatriste…), cargado de historias truculentas, sí, pero no por ello desprovistas de sabiduría para las generaciones venideras.

Manuel Huerga dirigió su primer y único largometraje hace once años. Antártida, con Ariadna Gil como heroína protagonista, era un conmovedor relato que conjugaba drogas y relaciones personales, con los fallos propios de un principiante. Por eso mismo llama mucho la atención que con su segunda película sea capaz de entregarnos un buen puñado de minutos de purísimo cine, sobre todo en su absoluto y demoledor desenlace.

A través de una puesta en escena que apela a la modernidad (fotografía turbia y opresiva) para plasmar los comienzos del grupo armado anarquista, el director hace uso de los tics generacionales, pero no resulta exhibicionista, por lo que su segunda parte, más intimista y propia de dramas carcelarios, rezuma credibilidad y emoción. Daniel Brühl plasma magistralmente el idealismo de un joven que se atrevió a vivir sin miedo, alrededor, unos secundarios de probada solvencia (Sbaraglia, Dechent, Watling, Rubio, Ulloa, Joan…), y el resultado: una película necesaria que jamás esconde sus simpatías, un tanto hagiográfica y laica, pero que logra la gran hazaña de meter el dedo en la llaga de una España cobarde, indigna de sus locos e imperfectos héroes, incluido el último ejecutado a garrote vil, el último mártir del franquismo.
La Maga
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
arrow