Lo primero que le pides a una película de este género es que te mantenga en tensión, y este objetivo no se consigue, así que mal empezamos.

No es una película que destaque por su fotografía, que no logra introducirte en la tensión necesaria. La música no es nada destacable tampoco.

El montaje es anodino y consigue justo el efecto contrario del perseguido en este tipo de películas. Las escenas principales, que deberían llegar de modo sorprendente, se te presentan en pantalla sin llegar a asustarte, con lo cual pierden toda la fuerza de atemorizarte; en resumen, la película no da miedo.

El corazón de la película es la transformación de unos padres ante unos hechos inaceptables. Esta transformación apenas la llegamos a captar de forma realista. No nos transmite el shock que tienen que asumir y afrontar. Los personajes no logran transmitirlos esa sensación de desasosiego que te tiene que envolver ante lo que estás viendo.

En definitiva una película del montón, donde la factura es aceptable técnicamente, pero donde falta calidad en todos los aspectos técnicos, con lo cual la convierte en anodina.

Hay escenas de violencia que a muchos les parecerán muy fuertes. Recomiendo a estas personas que se vean Funny Games de Michael Haneke. Es una demostración clara de que la violencia que más aterroriza es la gratuita (que no tiene sentido), porque no sabes lo que va a pasar a continuación. En esta película sucede todo lo contrario.