Mira que me cuesta dar puntuaciones tan altas, pero después de reflexionarlo no me queda otra que rendirme ante este plato que nos brinda Corea del Sur. Una familia de pillos que subsiste como puede ve la oportunidad de oro de cambiar de vida a costa de una adinerada familia de lelos que vive sumida en una burbuja para ricos.

Al principio la cosa tiene el simpático detalle de recordar a esas películas españolas antiguas en la que uno o varios truhanes se las arreglan para para caer bien al espectador a pesar de dedicarse a timar al prójimo. A medida que avanza se vienen a la mente refranes y dichos típicos como "la avaricia rompe el saco" o "de tanto tirar de la cuerda ésta acaba por romperse". A pesar de tratar el siempre peliagudo tema de la lucha de clases el director se las compone para que la cinta resulte hasta simpática, pero llega un momento en que la broma deja de tener gracia. Se nos está contando un relato crudo y real sobre la supervivencia de los desheredados en un mundo opulento, y eso implica sufrimiento, estrés y humillaciones. Bajo el disfraz de comedia estamos ante un drama brutal y sin concesiones.

Mención aparte merece la alusión a los que viven agradecidos de su esclavitud. "Mejor es cobrar esta mierda que no cobrar nada", no me digan que no han escuchado esa frase u otra similar de boca de algún conocido durante el último año. O la pelea entre pobres por las migajas del rico. O ese final descorazonador. Es algo tan de ahora mismo que parece mentira que nadie haya sido capaz de expresarlo antes con esa habilidad. Pero es que pocos cineastas son tan hábiles. Bong Joo-ho: desde aquí, mis respetos.