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Voto de Óscar Flores:
8

Voto de Óscar Flores:
8
7.3
52,749
Thriller. Intriga. Drama
Justin Quayle (Fiennes) es un diplomático británico destinado en Kenya cuya mujer es asesinada junto a un hombre sospechoso de ser su amante, un activista defensor de los derechos humanos de la región. Quayle decide entonces investigar los asesinatos, y comienza a descubrir mucho más de lo que esperaba... (FILMAFFINITY)
21 de mayo de 2008
21 de mayo de 2008
5 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Gran película de denuncia que nos hace reflexionar sobre las desigualdades que existen y existirán en el mundo. Tal vez sea pesimista, pero creo que seguirá siendo así.
El director de Ciudad de Dios, plasma con mucho realismo y objetividad la problemática en África -esperen, suena feo-. Quería plasmar cómo las empresas multinacionales (en este caso empresas farmacéuticas), le sacan provecho a uno de los continentes más oprimido, olvidado y vejado, usando a sus pobladores como conejillos de indias.
Lo triste es que mientras escribo este comentario, cientos de africanos van muriendo de múltiples formas, irremediablemente; sino habría que preguntarle a Kevin Carter (fotógrafo que ganó el premio Pulitzer en 1994 por registrar con su lente como una niña africana se muere de hambre ante la mirada expectante de un buitre) cómo es qué dejan de existir.
Señores, espero no me juzguen mal. Hoy sólo comí 3/4 de mi cena, lo demás lo tiré. Mientras allá miles vienen muriendo de hambre y producto de las innumerables enfermedad que el hombre crea para lucrar.
Millones morirán y nadie hará nada, incluso en Latinoamérica, cientos de personas mueren a diario por no poder satisfacer sus necesidades básicas. Una cruda y cierta realidad. Sin embargo, habría que preguntarnos: ¿qué estamos haciendo por cambiar el mundo? ¿Qué haré por cambiarlo? Lo que sé es que no me quedaré con las manos cruzadas, sólo pensando. Espero que ustedes o mejor dicho, vosotros, hagan lo mismo.
El director de Ciudad de Dios, plasma con mucho realismo y objetividad la problemática en África -esperen, suena feo-. Quería plasmar cómo las empresas multinacionales (en este caso empresas farmacéuticas), le sacan provecho a uno de los continentes más oprimido, olvidado y vejado, usando a sus pobladores como conejillos de indias.
Lo triste es que mientras escribo este comentario, cientos de africanos van muriendo de múltiples formas, irremediablemente; sino habría que preguntarle a Kevin Carter (fotógrafo que ganó el premio Pulitzer en 1994 por registrar con su lente como una niña africana se muere de hambre ante la mirada expectante de un buitre) cómo es qué dejan de existir.
Señores, espero no me juzguen mal. Hoy sólo comí 3/4 de mi cena, lo demás lo tiré. Mientras allá miles vienen muriendo de hambre y producto de las innumerables enfermedad que el hombre crea para lucrar.
Millones morirán y nadie hará nada, incluso en Latinoamérica, cientos de personas mueren a diario por no poder satisfacer sus necesidades básicas. Una cruda y cierta realidad. Sin embargo, habría que preguntarnos: ¿qué estamos haciendo por cambiar el mundo? ¿Qué haré por cambiarlo? Lo que sé es que no me quedaré con las manos cruzadas, sólo pensando. Espero que ustedes o mejor dicho, vosotros, hagan lo mismo.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
(Lo que viene a continuación tendría que ser el primer párrafo, pero como hay que respetar las reglas de Filmaffinity ni hablar).
¿Quieres que vuelva a casa?... Ya estoy en casa... Fin.
¡Qué inmejorable final!
Cuando mi perturbada mente -es un decir- pensaba que lo capturarían, torturarían, matarían,... - esperen que estoy exagerando- Al menos pensé que le darían un tiro o se escucharía al final el sonido del disparo, al menos el eco, pero no. Me equivoqué.
Posdata. Escribo desde Perú un 22 de mayo, siendo la una y 37 minutos de la madrugada. Por mi ventana veo la oscuridad y un árbol, hace frío. Ya dormiré, con heridas de bala. Vean la película y entenderán.
¿Quieres que vuelva a casa?... Ya estoy en casa... Fin.
¡Qué inmejorable final!
Cuando mi perturbada mente -es un decir- pensaba que lo capturarían, torturarían, matarían,... - esperen que estoy exagerando- Al menos pensé que le darían un tiro o se escucharía al final el sonido del disparo, al menos el eco, pero no. Me equivoqué.
Posdata. Escribo desde Perú un 22 de mayo, siendo la una y 37 minutos de la madrugada. Por mi ventana veo la oscuridad y un árbol, hace frío. Ya dormiré, con heridas de bala. Vean la película y entenderán.