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España España · Fuenlabrada
Voto de PaloDePacotilla:
8
Drama Senada, la madre de una familia gitana que vive de la chatarra, comienza un día a sangrar y a tener fuertes dolores en el estómago. En el hospital le comunican que ha tenido un aborto espontáneo, y le recomiendan una urgente intervención quirúrgica, pero al carecer de cobertura sanitaria, no puede ser atendida. Su marido, Nazif, tratará de encontrar durante esos días más chatarra para vender, y lograr los 500 euros que cuesta la operación. (FILMAFFINITY) [+]
10 de noviembre de 2013
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Al final del documental Los espigadores y la espigadora (Les glaneurs et la glaneuse, 2000) nos encontramos con una suerte de revelación en que los imprevistos del rodaje se convierten en elementos desestabilizadores que abren la ficción al mundo real. Cuando la cineasta francesa Agnès Varda decide sacar del museo de Villefrance la pintura de Hedouin y las encargadas de conservar los cuadros sostienen la obra a la luz del día, la directora se aprovecha de una ráfaga de viento que azota el lienzo Espigadores huyendo antes de la tormenta para de algún modo superar el guión del documental que pretende imitar la realidad, dejando que esta hable por sí sola.

Lo mismo ocurre cuando al final de los nueve días de rodaje de Un episodio en la vida de un chatarrero (Gran Premio del Jurado en la Berlinale de 2013), proyectada el sábado 9 en el Festival de Cine Europeo de Sevilla con la presencia de su director Danis Tanovic, la nieve sorprendió al equipo de grabación. Tanovic decidió aprovecharlo, al igual que el golpe de la cámara con la escalera que se produce cerca del final del filme o la mirada a cámara de la hija del matrimonio con que abre la película. Son estos momentos que el director serbio ha mantenido en el montaje los que aportan veracidad al relato de una familia de gitanos serbios del norte de Bosnia, concretamente de la región de Tuzla, que no puede pagar la operación la madre, sin tarjeta sanitaria, cuando esta sufre un aborto natural. Así, el compromiso político del filme y su preocupación por lo real se traducen en una auténtica cuestión estilística que consiste en dinamitar las fronteras entre lo factual y lo ficcional.

La historia de Nazif (Premio al Mejor Actor en el Festival de Berlín), un chatarrero gitano que luchó en la guerra, y Senada, su esposa, junto con sus dos hijas - todos ellos se interpretan a sí mismos en la cinta, al igual que el resto de personajes, médicos, vecinos, etc. - fue publicada en los periódicos y así llegó a conocimiento del director. Él simplemente les buscó y les pidió que reviviesen aquel suceso delante de un pequeño equipo de 8 personas que además decidieron cobrar el sueldo mínimo por su trabajo. El resultado tan natural, a pesar de la presencia de la cámara, se debe según el realizador a varias razones. En primer lugar, por la confianza generada: el director dejó clara a la familia su indignación con el hecho de que los servicios de urgencias se negasen a realizar la operación de Senada; en segundo lugar, el director considera que cada persona es en el fondo un actor - "No eres el mismo cuando estás con tu madre que con tu amante" añade- y en tercer y último lugar, Tanovic no quiso llevar al límite a los actores en escenas de tensión como la del encontronazo con el doctor, respetando de algún modo la naturalidad de los personajes.

El filme, de gran fisicidad y cercanía, pretende, en palabras del director serbio, acercarnos a la familia protagonista hasta atraparnos en su día a día, una realidad para nada sencilla, de un grano impuro como el de las cámaras pequeñas que se emplearon para la filmación. De ahí la presencia constante en cuadro de la fría y dura nieve - esa que buscada en el rodaje, de repente apareció en las últimas escenas del filme -, la ausencia de iluminación de noche artificial, el estrépito de la chatarra precipitándose al ser desmantelada en la banda de sonido o el continuo movimiento, propiciado tanto por la cámara en mano que sigue a los personajes de cerca como por la libertad con que se mueven las niñas por la escena. Hasta tal punto Tanovic ha recurrido al incesante devenir de los personajes en su lucha diaria que cuando Senada se detiene y se acuesta, sabemos que algo no marcha bien.

Y aunque el director ya se ha cansado de señalarlo, hay que recordar que Un episodio en la vida de un chatarrero no deja de ser eso, un simple episodio, un fragmento de la cruda realidad de estos grupos sociales marginados que se repetirá una y otra vez tal y como parece recalcar la estructura cíclica del filme - Nazif comienza partiendo leña y termina partiendo más troncos al final de la película-. No obstante, existe un mensaje optimista en el filme que deviene por otro cauce como es el de la solidaridad entre personas. Y es que según afirma Tanovic, documentalista durante la guerra de Serbia, los vecinos se ayudaban los unos a los otros durante el conflicto. Por desgracia, esta ayuda no ha dejado de ser necesaria en un país que todavía lucha por salir adelante, sumergido todavía en las consecuencias del pasado. Quién sabe, puede que incluso este altruismo sea indispensable en países como el nuestro en el que el futuro de la sanidad pública pende de un hilo.

Paloma González para Crazyminds.com
PaloDePacotilla
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