He vuelto a ver esta película. Debe ser la tercera o cuarta vez que la veo desde que la vi con unos impresionables 15 años. En su día, me provoco una sensación muy personal al final de la película que nunca supe describir. No sabia si era ansiedad, sobrecogimiento, pena o esperanza. Ansiedad por ver como la representación de una típica familia de clase media no era mas que una farsa hacia afuera y que esa familia podía ser cualquiera, incluso la mía. Sobrecogimiento por ver el impacto de esa farsa en unos personajes que nada tienen que ver como son realmente a como se proyectan en el mundo. Pena por ver que esos personajes se identificaban quizás conmigo o con personas de mi entorno. Esperanza por creer que siempre puede pasar algo que te cambie la vida. Que nunca nada esta determinado a no ser que tu quieras. Que no hay que hacer caso a los convencionalismos sociales o clichés culturales que nos rodean para saber como somos realmente. El eternamente citado conócete a ti mismo.

Sin embargo, después de haberla visto varias veces, me doy cuenta de que no es mas que una cuestión de perspectiva. Las personas quedan determinadas en función de la manera en que ven las cosas. Y la manera en que ven las cosas esta influida por esas mismas cosas que las rodean. Hay que ir más allá e intentar ver todo más globalmente. A una mayor escala. Sin dejarnos intimidar por el contexto inmediato en el que nos encontremos. Pero no podemos esperar ese cambio de perspectiva, tenemos que ser nosotros los que hemos de estar dispuestos a cambiarlo. Los personajes de la película mas seguros de si mismos o que han conseguido esa visión del mundo mas global, tampoco están a salvo de volver a caer en su propio contexto, se dan cuenta a veces de donde están y de lo bueno o malo de sus acciones. Su perspectiva cambia y se dan cuenta de algo. Pero esto también les puede servir de lección de realidad. Que tampoco hay que dejarse llevar por el cinismo de ver todo desde la distancia. Que la belleza esta en todas partes. Que hay que observar más detenidamente el mundo que nos rodea. Que también hay que mirar mas hacia arriba, hacia las estrellas, y darnos cuenta de que somos algo pequeño, que realmente no importamos lo mas mínimo y que lo único que merece la pena es vivir el tiempo que se nos ha dado, parándonos de vez en cuando a intentar entender el mundo, interactuando con él y ser participes de su belleza, bondad, complejidad e incluso de su violencia.