El estreno de este episodio I propició que un aluvión de cuarentones, entre los que me incluyo, acudiera a las salas de cine a revivir la fascinación de la anterior trilogía setentera. Era inevitable ante los primeros compases de la banda sonora de John Williams no revolverse de gozo en la butaca en la oscuridad de la sala rememorado tantos y tantos recuerdos cinéfilos. Ese regocijo pasó a la historia nada más transcurrir los primeros 20 minutos de esta película que ha conseguido lo que parecía imposible, echar por tierra una de las mejores sagas cinematográficas. Mi descontento al salir de la sala fue tal que me propuse no volver a ver ninguna de las restantes que se auguraban por estrenarse. Actores anodinos que no se creen su personaje, por decir que hasta los personajes infográficos están más creibles, unos diálogos de pena ruborizantes, una historia pesada y aburrida rayando lo infantiloide, unos malos sin ninguna enjundia, dejaban al descubierto el peor de los temores. La magia de antaño había desaparecido en virtud de una catarata agobiante de efectos visuales por ordenador cuyo único proposito es recrear y recrear criaturas para engordar el futuro merchandising y posibles juegos de ordenador, y para colmo sin imaginación ninguna al querer copiar la carrera de cuádrigas de Beh-hur.

Hoy, después de 11 años, he vuelto a ver la película en un ataque de locura y ha ocurrido una cosa curiosa, sigo pensando lo mismo que cuando la vi en el cine, pero le he dado una oportunidad y me ha dejado una puerta abierta a la esperanza, que quizás me haga ver los dos episodios restantes. ¿Y qué ha sido eso que ha hecho abrirse la puerta? No sabría decirlo, pero debe ser algo importante porque hasta Jar Jar Binks me ha parecido menos cargante. A lo mejor soy 11 años más viejo y me he vuelto más condescendiente. Antes le daba un cero, ahora por lo menos le pongo un 1.

Si alguien quiere fustigarse, que apague las luces de su salón, encienda el pantallón de turno y ponga este despropósito en el Blu-ray, quizás puedan sacar algo positivo entre el maremagnum de historias, literatura, secuelas, dibujos animados, sagas y más sagas, que ha propiciado este producto.