La que es por el momento la última película del prolífico e incomprendido director Jesús Franco se podría definir como bien reza la frase promocional: Una experiencia audiovisual.
En este film que está más cerca del mediometraje que del largometraje nos encontramos con una supuesta trama de asesinatos e investigación policial como una excusa para mostrarnos más de media hora de la genial música de jazz del compositor Gulda con imágenes desdobladas de Paula Davis bailando de manera provocativa frente a la cámara para continuar con una escena lésbica de más de diez minutos.
Todo en esta película está rodado bajo mínimos; mismo espacio reducido, tres actrices y un guión prácticamente inexistente.
Es una película que no se puede recomendar a cualquiera que no conozca de antemano los experimentos a los que nos tiene acostumbrados el genial Jesús Franco.
No es ni de lejos una buena película pero sí es un film muy personal y atrevido que pasa por encima de los cánones impuestos por el sistema cinematográfico y en esto se basa la esencia del verdadero cine.