Es una lástima que se desaprovechara la gran primera media hora de esta película. Porque sí, esa primera parte es brillante, sensible, acogedora, y todos los buenos adjetivos que se nos ocurran. Sean Penn hace una enorme labor, superando, en mi opinión al Tom Hanks de Forrest Gump.
Sin embargo, a partir de ese momento la película alterna momentos de gran genialidad con otros verdaderamente irrisorios. Sobre todo las escenas del juicio. Para alguien que estudia derecho como yo, esas escenas resultan casi intolerables, ridículas. Sé que es frecuente que las películas distorsionen la verdadera forma de desarrollar los juicios, pero esta película se lleva la palma. Por ejemplo, que la defensa "acuse" al fiscal de insensible, y que, encima, este fiscal tenga que defenderse de tal acusación, resulta tan cómico como grotesco. Incluso me atrevería decir que en algunas fases Sean Penn incurre en sobreactuación, aunque no por ello considero que su nominación al Óscar fuera inmerecida, ni mucho menos.
En definitiva, una película digna de ver, pero que no te aportará tanto como promete. Disfruten, eso sí, de esa extraordinaria primera media hora.