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España España · Valencia
Voto de Carorpar:
7
Ciencia ficción. Intriga. Thriller En el año 2022, la población de Nueva York, unos cuarenta millones de habitantes, vive en condiciones miserables. La humanidad ha contaminado y calentado el planeta hasta el punto de que las plantas y los animales prácticamente han desaparecido, y el único sustento disponible es un alimento sintético a base de pláncton, el 'soylent green'. Un día, un caso de asesinato lleva al duro policía Thorn y a su viejo amigo Roth hasta la empresa que lo fabrica. (FILMAFFINITY) [+]
11 de marzo de 2018
4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Pese a la modestia de sus mimbres, “Soylent Green” es una dignísima película de ciencia ficción.
Salvo en lo cronológico —2022 es pasado mañana, como quien dice— y lo analógico —la ausencia de pantallas, o su no omnipresencia, resulta entrañable—, nos pinta un mundo futuro bastante más ajustado a la realidad que tantas fantasías “cyberpunk” puestas cíclicamente de moda —la última, esa “Blade Runner” con anabolizantes que constituye “Altered Carbon” (ídem, 2018)—. La Nueva York superpoblada y bajo una sempiterna ola de calor que sirve de marco a una trama mitad detectivesca, mitad conspiratoria en torno al súper alimento de turno se antoja ciertamente plausible y, por ende, inquietante.
Comenzaba la reseña destacando la humildad de su materia prima, aserto del que excluir a la extraña pareja —maravillosamente avenida, sin embargo— que componen los veteranos Charlton Heston y Edward G. Robinson —de hecho, éste murió poco después de finalizado el rodaje—. Dos dinosaurios, ejemplos palmarios de un cine extinto, cuya presencia dota de insospechado empaque a una cinta en la que veinte años antes nadie, ni el director más loco o visionario —Ed Wood, pongamos por caso—, se hubiera siquiera atrevido a imaginarlos.
El propio Heston, objeto de escasa simpatía en estos días nuestros de pieles finísimas y furia represora por haber osado presidir la NRA durante cinco años —en cambio, su militancia a favor de los derechos civiles es un dato que se ignora con voluntariosa contumacia—, hizo una impagable contribución al ennoblecimiento del género con aquella presencia suya, escultórica e impertérrita, de héroe clásico, cansado ya y no sin un notable deje autoparódico, además de en la que nos ocupa, en obras tan recordadas como “The Omega Man” (El último hombre… vivo, 1971) y, sobre todo, “Planet of the Apes” (El planeta de los simios, 1968).
Que la serie B haya alcanzado el respetable estatus del que goza ahora —prueba fehaciente de lo cual es el óscar a la mejor película recientemente otorgado a “The Shape of Water” (La forma del agua, 2017)— se debe, en buena medida, a su descubrimiento por los niños mimados de la industria. Uno de ellos, casi el primero, fue Charlton Heston.
Carorpar
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